lunes, 6 de mayo de 2013

Sel-Service


Amaneció un día hermoso, sol y algunas nubes, excelente temperatura, ambiente amable. Sabía yo de las dificultades de mi compañero de fatigas taurinas para ir a la plaza en la tarde. Su nieta ingresada en el hospital, nada grave gracias a Dios, le exigía ser el transporte de la familia. La ausencia de mi hermano abogaba la natural vagancia e indolencia que me caracterizan domingo a domingo: él suele ser mi transporte.

Se daría un festejo mayor, en la emboinable catedral del toreo. Festejo mayor titulado “Pre-Feria”, solo falta que al ultimo lunes de San Isidro se titule “de farolillos” (¡manda cojones, qué mal copiamos!). Disipó mis dudas mi esposa, compañera y amiga, con su inefable cachaza chilena: “¿No tienes lo que hay que tener para ir solito?” Decisión tomada: Iría.

Los dioses del toreo se apiadaron de mi soledad y me concedieron in extremis la alegre compañía de mi hermano, tras unas rocambolescas maniobras automovilísticas que no vienen al caso. Llegamos al aparcamiento de la Monumental plaza tapable, pagamos el canon al gorrilla qué nos indicó un lugar en el desierto, hombre mayor con dificultades motrices, curiosamente no nos pidió un cigarro, ¿estará dejando de fumar?.

Había que sacar la entrada, sencilla operación, aunque vista de lejos parece laboriosa en las taquillas puesto que en ellas se agolpa de todo menos compradores: mirones, carteristas, reventas, aprovechados...Con las entradas en la mano nos dirigimos a la puerta habitual, mucho mas cómoda la entrada por ahí que por la grande, sin tener que pelearse por el programa. La puerta que debiera estar abierta permanecía cerrada. Raro asunto, ya era la hora hacía tiempo.

Auguraba yo un triste cuarto de entrada y me equivoqué, entre cuarto y mitad y media en realidad, me saco del error un vecino de localidad con el que entablamos charla frente a dicha puerta, la corrida no se daba a las 6.30 sino a las 7 de la tarde, él también se había equivocado. Mientras intercambiábamos impresiones sobre las bondades de la cerveza, alabada sea Demeter, y la corrida anterior, observábamos las evoluciones de un toro telescópico, no se asuste Sr. Ordóñez me refiero a una máquina elevadora, colaborador necesario en la perpetración del tinglado del Arte y la Cultura, recuerden llevar abrigo y gafas y, sobre todo, la cartera llena y atada. Toro telescópico que estorbaba el deambular de los probables espectadores. ¿No había otro momento para trabajar en el tinglado?.

Rogué a Demeter y a los dioses todos para que se cayera el chiringuito, no hubo suerte, se conoce que los dioses en Madrid se echan la siesta. Además, los dioses están hasta los huevos de tirar chamizos en esa zona y tienen muchas mas cosas que hacer, por ejemplo dar cagalera a Rajoy y Rubalcaba sin que se enteren , ¡sed bendecidos, Olímpicos!

Las puertas del coso hermetizable de la calle de Alcalá se abrieron de par en par para recibir a sus clientes, pocos clientes a fe pasaron la puerta del torreón del cuatro, recogimos el programa, agradable sorpresa: el cartel de toros era de cartel de toros: precioso. Me encantó. En el interior del programa una curiosidad por al que hubiesen peleado los antiguos aficionados: ¿Qué tiene mas valor, que da preeminencia? ¿La alternativa en otro lugar o la confirmación en la sombrajable plaza?
Antiguos aficionado madrileños hubiesen protestado vehementes: ¡El toricantano 1º y 6º; nunca 1º y 5º! Pero ahora da igual. Lo realmente importante es el pase de callejón, el enclasamiento y la toreabilidad.

La ventana que da al patio de caballos es una atalaya impresionante, uno casi puede leer, casi puede vivir, los tejemanejes ocultos, las relaciones primarias de una manada humana. Apenas el poderoso se dirige a los picadores, a los cuales si se dirige el interesado. El gañote espera con paciencia digna de otra actividad su pase de callejón, aquel alardea de su libro junto a una señora, los policías nacionales mean, el jurado que parece al mando se afana de un lado a otro en cualquiera sabe que, mientras el mozo de cuadra lleva los atalajes de los caballos de alguacilar el auxiliar de puyas transporta las varas armadas de a pocas cada vez, aquel otro operario riega relajado la arena del patio, los varilargueros se fotografían, al torero frente a la capilla todos le ignoran. Curioso patio de venta, a veces patio de cuartel, a veces Venta de Monipodio. ¿El personaje del patio?, ¿La figura central? ¡Anderson Murillo! Sin duda ninguna.

Una vez escalado mi escaño de protestar, comenzó la corrida, su paseíllo, su tercio de varas penoso, los dos distractores del toro en el burladero del seis aburriendo al personal y tratando de desgraciar al toro a base de hostias contra los pilarotes del burladero: lidia normal. Llegó el tercio de banderillas, el confirmante confirmó su intención de hacernos padecer, de su parte, el tercio de banderillas. Hubo un tiempo en el que el último peón abandonaba el ruedo, se tapaba, cuando el matador ofrecía las banderillas a la concurrencia y el tercio, en pleno, era competencia del matador, en ese tiempo el matador no tomaba el olivo, ni se escondía en el burladero, jugaba con el toro, hasta pararlo y poderlo. Era otro tiempo.

Esto que relato no hizo del tercio de banderillas al primer toro el tercio de banderillas de matador mas lamentable, desde hacía mucho tiempo, en el sombrerable ruedo. No. La ejecución fue mas execrable aun. Mi madre fue una señora humilde, muy querida y apreciada, aspectos constatables, ya es mayor y padece dos de las mas terribles enfermedades de estos tiempos. Feliz día de la madre a ti, mamá, y a todas las madres.

¡No tenéis madre! Dijo el espectador a los que aullábamos semejante mierda de tercio. La tengo, no le quepa duda, pero las madres nada tienen que ver con esta porquería de tercio. Que el toro se paro de fea manera en los dos primeros pares, estoy de acuerdo, que no supo su matador solucionar el problema y que su actuación fue horrenda convenga, contradictor, en ello, sin que su madre tenga en esto, como ya he dicho para todas, más que mi felicitación.

Oliva Soto, en el segundo, inició bien el trasteo, pero se fue apagando hasta la extinción. Aceptable. Vuelva por aquí, le recibiré con cariño y, aunque no lo crea, con ilusión.

Llegó Esaú. Publicitado y autopublicitado en las redes sociales, Esaú cuaja vaquillas como el que lava, al decir de sus palmeros. Esaú gusta de jugar con los caballos, los mueve con tacto de rey: al 6 (C6AR, Cf6) no, no, mucho mejor al 5 (C5CD, Cb5) mejor nos volvemos al 8 (C8R, Ce8) y el toro fue, que mala leche tiene el toro, a ser picado donde había que haberle picado. Es bonito y pintoresco mover los caballos, supongo que lo aprendería de Esplá. Pero semejante acción demuestra las fuentes del saber de Esaú: Philidor, maestro del arte de trebejar con belleza y Eugenio D'Ors en el arte de complicar.

Vino Esaú a la puerta, mientras esperaba de rodillas unos turistas brasileños se hacían una foto de grupo con un Ipad, esa es la verdad de la emoción. Se están poniendo ustedes, de acuerdo, pero en esto y en casi todo, se están poniendo demasiado lejos.

Al acabar la faena, vista la escasez de aplausos, Esaú se cabreó, supongo que con su picador y con el público como yo. ¡Picador culpable! (supongo que ya estará usted acostumbrado). Por cierto que lo de Núñez fue un tuti-fruti entretenido, unos parecía que iban y no, otros parecía que no e iban. De todo hubo en la viña del señor, característica común, todos tomaron las varas a regañadientes a contraquerencia, creo recordar.

Entre el tuti-fruti y el maremágnum lidiador que se producía casi constante una denuncia: cubran ustedes a los caballos a la salida, ustedes no están en la plaza para decorar sino para quitar, por eso están seis de ustedes en el ruedo, no para tomar el sol. Reconozco que son ustedes muy ornamentales, pero se espera algo mas. Protegen ustedes tanto a los caballos como el gorrilla supraescrito, un gorrilla tiene tanto derecho a estar supraescrito como cualquiera, defiende nuestro coche en el aparcamiento. Sería deseable y conveniente recordar que el primer tercio no es un trámite, ni el hermano menor de los otros dos tercios, sino la exaltación del arrojo y del valor, la constatación de las ganas de torear y la medida del toro. No es el primer tercio ese invento moderno exportado a Francia del caballo que va y viene de Getafe y el toro puesto en Saigón. Por cierto, el primer tercio también demuestra el grado de conocimiento taurómaco de su lidiador.

El quinto toro, decíamos ayer, atacó con fuerza y derribó, derribó a un gran picador de otrora, Anderson Murillo, por el que siempre sentí un gran respeto y admiración, quedó Anderson bajo el caballo mientras el burel, por el lado de las tablas, corneaba al equino sin piedad. Yo temía por Anderson bajo la mole del caballo. Me indigné, nadie quitó al toro, nadie fue capaz, como debía, de lucir su habilidad, su arrojo y su torería en ese dramático momento. No, tuvieron que colear los monosabios. Toreros:¿No se ponen ustedes ni colorados?. Mi indignación llegó al paroxismo. Fitness, pesas, paellas, ensaladas, partiditos de fúbol sala, padel ...¡Un poco mas de torería, coño!

Arenas nos obsequió, nótese que sin haberle hecho nosotros nada, con un tercio de banderillas casi tan lamentable como el anterior. En dos pares se escondió en el burladero, en el otro tomó el olivo de modo muy poco edificante.

Por fin llegó el sexto, alabados sean los dioses, pero no fue el último, nadie en su sano juicio retiraría una alabanza a los dioses aunque lo estuviese deseando, a por el sexto se fue Esaú, a la puerta. El animal daba lástima, se la dio al Presidente y aunque el pañuelo verde le chirría que ensordece, lo devolvió.

Y Esaú volvió a la puerta, esta vez el jabonero estaba bien educado, no conocía a Esaú de nada, no habían sido presentados y el jabonero no acudió a la cita.

En banderillas ocurrió una curiosa jugada de billar, uno, ya lo dije, espera de los coletudos actividad en los quites en el tercio de varas, en el tercio de banderillas es lo corriente...menos ayer. Ayer el del capote vio que el toro hacía hilo con el compañero y en lugar de salir a cortar, salió ...corriendo a ganar el burladero antes que el desarmado compañero, de milagro entraron las dos bolas a tiempo en el mismo agujero. Indiferencia del respetable.

Esaú sabe que torea bien, sabe que sabe mas que nadie de toros, que tiene arte para dar, tomar y convidar a toda la vecindad, se lo dicen sus amigos de twitter y sus amigos no pueden estar equivocados y no lo están. Esaú, para desarrollar su arte, se coloca donde quiere: ¡tonto el que no aplauda! Y desde el mas allá engendra el toreo circular, una serie y otra y otra dignas de pedestal. ¡Pónganle uno en la Feria del Arte ese! Esaú concluyo su faena sintiéndose grande e importante ¡Qué sabremos los lerdos protestantes!.

Ante la petición de oreja de su familia, decidió dar la vuelta al ruedos, la silbatina era monumental, pero Esaú no recogía los pitos, sino los aplausos. Torería.

Alguien propuso el título de la crónica de la corrida: Presentación y despedida. No.
Mi título es: Self-service.

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