lunes, 14 de octubre de 2013

Fin de Fiesta (El Carnicero loco)

El señor Villasuso me ha diagnosticado: Soy un psicópata, un sociópata, tengo alma de carnicero. No conozco  la acreditación académica que valida la opinión del señor Villasuso, ¿doctor en psicología, quizá?. Arriesgaré yo, sin acreditación académica alguna, basándome únicamente en la experiencia de mas de medio siglo de vida, el diagnóstico del señor Villasuso: un gilipollas, el señor Villasuso me parece un gilipollas (justa reciprocidad). Mi diagnóstico, naturalmente, se somete a segundas opiniones, de personas mas preparadas que yo.

No trataré aquí, ni en ningún lugar, de justificar lo injustificable, mi pasión por ver torear, por sentir la emoción del peligro, del riesgo, de la presencia de la Parca como espectadora atenta al juego de la vida y la muerte, entre un hombre gallardo, valiente, altanero y el tótem viviente de mi tribu, el dios Tauro. Dios potente, sobrecogedor, admirablemente feroz y combativo,el  dios  se aferra a la vida e ignora y desprecia la muerte. De libras y de poder, fiero y tenaz, armado para el combate, el dios se presenta al sacrificio hermoso, admirado y temido. Así gusta la tauromaquia a mi alma psicópata de carnicero.

Me gusta leer la Iliada, desgraciadamente no se griego, pierdo el encanto del verso, pero no la emoción de los sucedidos, gloriosa me pareció la traducción de Pemán, La Iliada canto épico, cruel, terrible: bajan al Hades las almas de los valientes guerreros tras una pedrada en la cabeza o un corte de tendones o un lanzazo brutal bajo la tetilla izquierda...Si por el señor Villasuso fuese, a tenor de su modo de pensar, la Iliada no debiera haber sido escrita (sino para lectores con alma de carnicero) en su lugar, mas amable, mas de andar por casa La Bella Helena (http://www.youtube.com/watch?v=FD4k8_fbPJc  ; muy recomendable). Una opereta para divertimento y solaz de ilustres degustadores de agua de agujeros con colonia potable (con pepino, si es posible)

Se acaba la temporada, nosotros, ingenua imprevisión, llegamos tarde, aparcamiento completo, mi hermano a la busca, hablando de épica, de lugar, yo a la de entradas. Lo mío mas sencillo, menos de media plaza. Perdimos el paseillo: "Llegáis tarde" nos saluda un conocido, "creíamos que no veníais" dice otro entre un coro educado de buenas tardes que extendemos, naturalmente, a los vecinos mejicanos de localidad.

Corrida de 12 de Octubre, día de mi Patria, sin adornos, sin gracia, tan vulgarmente rutinaria como todas las de la temporada. Mi plaza no está de gala, ¿dónde están, Taurodelta, las banderas de España que en días tan señalados cubren las balconadas de gradas y andanadas? guardadas, no sea que se estropeen, que lavarlas cuesta. ¿Dónde las banderillas de gala? ¿Dónde las moñas en vez de las cintas? ¡Bah! a ustedes no les gusta mas que el carnaval de la goyesca. Definitivamente creo que Taurodelta odia a la Plaza de las Ventas.

Hubiese sido hoy, si la gestión de la mentada Taurodelta fuese acorde con sus anuncios, un día memorable, al menos para el Trivial: ¿Torero que confirmó alternativa en Madrid con mas edad? ¡El Pana!. Pero no, Taurodelta es incapaz de entrar en la historia, salvo por intentar poner boina a la plaza. El Pana estaba allí acompañado por una persona y rodeado de un vacío pavoroso (horror vacui) en los altos del 3. "¡Pana: para cuando la confirmación!" Quitándose el sombrero, educado, campechano y altanero con un aspecto que me recordó, disculpen la pareidolia, la estética de Tom Sawyer, saludo e hizo el gesto "la temporada que viene". Mi aplauso en pié y el de alguno de mis vecinos remató la escena. Tributo de pocos que mereció ser de muchos.

¡Viva México, cabrones! ¡Viva Colombia! ¿Viva España? Definitivamente esto no tiene arreglo.

Media entrada en los tendidos, pleno en el callejón. El callejón de las Ventas parece una vía comercial, los unos van a visitar los chiringuitos de los otros, se retiran o entran cuando les place, se esté lidiando o no el toro, algunos están como en su bar favorito, el de las cartas de ginebras y aguas tónicas, con las manos apoyadas en la barrera, como si de la barra se tratara. El aspecto desde fuera, desde el tendido, es el de un montón de "toi-notoi" extraordinario. recorre la barra, de vez en cuando un camarero, con toalla al hombro, a la antigua usanza. Desde allí se hacen, cuando no los hacen los monosabios, los quites mas fabulosos, se dictan las faenas, se desprecia a los paganos...Limpien eso, Taurodelta, aunque sea por lo único que se les recuerde.

Se hacen los quites, dije, que los peones ni saben, ni quieren, ni pueden hacer...pero que deberían. Deberían enfadarse cuando un callejonícola toi, les roba un quite posible, avergonzarse de no llegar, pedir perdón por dejar al compañero a merced, pero no lo hacen. No les contratan para eso, les contratan básicamente para sujetar y dar trastazos al toro, procurando partirles los pitones, contra los pilarotes de los burladeros y para poner banderillas como se pueda, si puede ser en el culo mejor. Los mejores peones son los capaces de no torear, parece. ¡Ni un solo capotazo! ¡maravillosa lidia!. Por supuesto que, amparados en los comuneros de Castilla, digo de Castaño, ya no tienen la obligación de recoger los trastos caídos al suelo, ni de desmonterarse al entregar la montera al matador. ¡Qué la coja él, si quiere!. Dentro de poco veremos a Castaño recogiendo del suelo los capotes de sus subalternos. ¡Si el Paquiro levantase la cabeza!.

Cambiemos el tercio, tercio de varas a la francesa de Molés. Nada de medir la bravura del toro a caballo parado, como se debe, sino a caballo levantado. El Caballo se va a Getafe y ponen al toro en Vladivostok, el toro se entretiene mirando a los boliches, mientras el montado hace una exhibición de monta al sordomudo que da gloria, de Getafe a Alcorcón y vuelta, dando alaridos como un Atila,  haciendo repicar a rebato los estribos, y aupándose en la montura como un Indurain cualquiera. Mientras tanto el toro ha ido avanzando lento, como en el escondite inglés. Quizá se haya distraído con algún gañote con ganas de mear, o sigue pendiente de los boliches. ¡Qué emoción! El montado parece el coche de línea Alcorcón-Getafe,  Getafé-Alcorcón. El toro poco a poco ha llegado al caballo, ¡es el frenesí! ¡Qué precioso juego es el escondite inglés, emociona mas que Bob Esponja!.

En otras ocasiones no ocurre así, el toro se le escapa a los decapadores de burladero y embiste a los montados a su salida al ruedo, naturalmente nadie está allí para protegerlos, para hacer el quite, el quite lo hacen, recordemos, los tois de la barrera. Disculpemos al tercero, tiene tantas obligaciones que no puede cumplir al suya. La última perversión, curiosa por lo lastimosa es indicar, todos somos Esplá, al picador donde debe ponerse y como para picar. ¿No sería mejor que contratasen picadores que conociesen el oficio? ¿O me están tomando el pelo?. Otra curiosidad: hay peones que deberían dejar el oficio por el de mensajeros ¡qué habilidad para correr al toro por dentro del callejón, sin capote, sin tropezar con ningún gañote! ¡Mi aplauso. Otra: Llamar al toro dando manotazos por fuera de la barrera como si se tratase de un cajón flamenco, ¡Ole!. En fin les mandaría a la mierda si no fuese porque aun estoy sopesando  si puede mas la verdad o la educación.

¿La corrida? Toros de ni fu ni fa, el último un novillejo indigno de Madrid. Bolivar aliviado y faciloń, interpretó la tauromaquia 2.0 sin éxito. Ureña las mas de las veces desacoplado gustó mucho a sus partidarios, recibió los parabienes del 7. Tengo suerte de no entender de toros. Sergio Flores toreó, a veces.

Licorero, el choto inválido sexto cerró muy adecuadamente la mierda de temporada que Taurodelta ha ofrecido a los parroquianos. Gracias Taurodelta, es recíproco el cariño. Contra mi costumbre, por invitar a los vecinos a un brindís, no pude ofrecer mi voto a la salida de cada torero: negativo, por supuesto. Brindamos con  cava en el corredor del alto y fuimos obsequiados con un excelente dulce, lo mejor de la corrida, de una de las vecinas. Se acabó, hasta la próxima, si la hubiera.