Al salir de mi casa hacía
frío, el ambiente era gris, el viento helado. No era, desde luego,
una tarde de toros para soñar. Iba a los toros el domingo sin
ninguna ilusión, lamentable estado. Mis esperanzas de ver torear en
las Ventas eran tan escasas como las que tengo en que se clasifique
el Madrid.
De camino, a través de
mi móvil, observaba el ganado, tres negros y tres colorados, dos
castaños y un melocotón si ustedes se ponen leguleyos. Bureles bien
puestos, bonita lámina y excelente trapío, alguno era
indiferenciable de un toro, incluso llegaría a elefantoro en el
superlativamente ponderado México. He aquí el ganado: ¡Aleluya!.
Los novilleros eran
selectos, estrictamente, fueron seleccionados en novilladas
anteriores, Cerro a ley, Campo a suertes, Campos..no es hora de
suspicacias que acabo de comer. He aquí los novilleros, (hermanos,
no es necesario que os levantéis del asiento).
Hablando de suspicacias,
hablemos del ínclito Rivera Ordóñez Copríncipe del lado rosa del
papel couché. Ordóñez sospecha que la televisión mancha la pureza
del toreo, distorsiona la verdad pues permite a los ausentes la
crítica, crítica negativa: los ausentes interesados son los no
partidarios.
Invoca Ordóñez la
pureza y olvida invocar al toro íntegro y al toreo a ley. ¡Diosa,
Demeter munífica y magnánima!, no cometeré el pecado de invocarte
con un bio-frutas en la mano!. Ordóñez clama por la bajada de
trapío de los novillos. Pureza y no pureza a un tiempo, tiene pinta
de dogma o de Blody-Mary.
Mapu se hundió ¿Dónde
quedó Fatu-Hiva? Oú? Where? Otkudá? ¿Qué fue del aserto epatante
y formidable “A nosotros nos da lo mismo el tamaño, lo importante
es que embistan”?. Parece, señoras, que a la larga el tamaño si
importa. Un tamaño maxi-super puede llegar a a espantarlas y parece
que espanta también al Copríncipe.
Me pregunta un apreciado
amigo en Twitter que es lo que necesitaría yo para tener ilusión en
la novillada: Toros y toreros, respondí. Parece que se necesito algo
mas. Era una tarde esperanzadora en la que no tenía ninguna
esperanza. Iba a la plaza y me venía a la memoria la canción “Ya
ejala domoi” esencialmente melancólica
http://www.youtube.com/watch?v=NixG35MY_0Q.
¿Papá, por qué somos del Atleti? Pregunta para la cual los
madridistas tienen contestación, los atléticos no.
¿Hermano, por qué
vamos a la Ventas?.
Compañero de localidad y
amigo de twitter C... tenía un cabreo de calibre grueso, renegó de
su plaza y dijo que no volvía mas. Ya conté que la novillada
anterior fue un desastre, por darle color digamos que fue el desastre
anual, o sea el de Annual, como se decía en mi barrio. Lo llevaba
consigo cuando nos despedimos, “voy a hablar con los del Canal
Plus, vente” - dijo- “No, ve tú si quieres, nos vemos la semana
que viene” - dije-.
C... no cumplió su
promesa, me alegró eso, volvió. Tras saludarle como debo, le
interrogué sobre su conversación con los cynaráferos, portadores
de alcachofa, del mentado Canal. Sencillamente le despreciaron: “Si
no te gusta no vengas”. Ese es el modo de Canal Plus de mantener la
afición.
C... seguía sublevado
contra la felicitación de Ordóñez al ganadero de la indignante
novillada anterior. Eso contesta mi pregunta: ¿por qué vamos a las
Ventas? ¡Porque somos gilipollas, joder!
C... no se merece ese
trato despreciativo, es uno de los pocos estudiosos del toro bravo en
todas sus facetas y uno de los pocos que merecería considerarse
aficionado de verdad. Ojalá, cynaraferos, se les indigeste la paella
o les sepan a sardinas los churrascos de las tientas. (Cúmpleme este
voto, amable diosa; si alguna vez te fui fiel y canté tus
alabanzas).
El corredor del Alto
presentaba un aspecto desolador, le recorría un viento gélido de
inicio de película de vampiros, dos policías velaban por mantener
la paz en semejante desierto y lo conseguían sin esfuerzo. Ni
siquiera un mirón se arrimó a la ventana del patio de caballos en
la que asentamos, desde temprano, nuestros reales.
Llegada la hora entramos.
Del mismo modo que a la sequía le precede el adjetivo pertinaz, a
una novillada en las Ventas le sucede “un cuarto de plaza” Da lo
mismo quien haya en los alrededores, quien haya en los corredores,
una novillada en las Ventas siempre congrega un cuarto de su aforo,
dejo la resolución del enigma a Iker Jiménez.
Cerro se va a la puerta,
allá se arrodilla y rasca las rodilleras del traje retrocediendo un
poquito, no es maldad, parecía un rito, una superstición, una
manía. Ahí se viene el toro, andando, se para en la cara del torero
y el torero le aguanta, impasible, hierático...el toro se le viene y
Cerro hace la vulgaridad de esquivarle por el suelo, echando el
capote al lado contrario, una hazaña.
Que no me parece torear
ni el irse a la puerta ni hacerlo de rodillas lo he dicho siempre y
en ello me mantengo, pero me descubro ante la innegable valentía de
un hombre que quiere ser torero, que eso, en esencia, es un
novillero. Valiente toda la tarde, pisando terrenos imposibles, dando
el frente, sus lances, habitualmente sucios, brillaban por el arrojo.
¡Bien novillero!.
Tomás Campos tiene
clase, puede que a pesar de su mentor, finura, elegancia y gracia
para torear, pero no quiso ponerse, sino aliviado, y ese alivio me
alivió de la posibilidad de jalearle. Si su mentor pide novillos
para los novilleros yo pediría novilleros para los novillos, algo
mas de riesgo no hubiese estado de mas entre tanto magisterio.
Brandon Campo,
eso...Brandon Campo.
Todos fueron jaleados a
modo por sus partidarios, a todos se les pidió la oreja con fuerza
por parte de las nutridas filas de sus familiares y amigos, incluso,
muy taurinamente, algunos familiares silbaban y protestaban la
petición de oreja al que no era el suyo. ¡Qué afición! (la
France; Oh, Vive la France! ¡Ca ce n'est pas possible dans le Midi,
monsieur! ¡Nous sommes L'Aficion!)
La afición, esa taurina
y maravillosa afición, señalaba con rabia el pedigree del Señor
Presidente, por no haber concedido justamente la oreja, mientras la
cuadrilla de Cerro, cogido de mala manera por faltarle al respeto al
toro, vuelva señor Cerro, recupérese muy pronto y muy bien, daba
compungida y precipitadamente una triste media vuelta al ruedo.
Luego el público se fue
yendo, primero los decorativos orientales con sus plásticos de
colores, luego se iban los partidarios de Cerro que ya había
terminado, luego, como en “Aterriza como puedas” los espectadores
con maleta. Luego, tras la devolución del quinto y la muerte del
segundo quinto los aficionados taurómacos de Campos. Brandon se
quedó a solas con sus partidarios y los pocos indígenas que aun
infestamos los tendidos, Brandon no pudo y el público de Brandon no
supo aprovecharlo.
Justo fue el premio,
Cerro se llevó una furgoneta y una herida. ¡Bravo por Cerro!. Por
cierto no se si al final Brando Campo iba cogido o no, espero que no.
Mis mejores deseos para los tres. Fue, ciertamente, una novillada
como lo debe ser. No lo digo por las cogidas.
Volveré.