lunes, 29 de abril de 2013

Mac Arthur.



Al salir de mi casa hacía frío, el ambiente era gris, el viento helado. No era, desde luego, una tarde de toros para soñar. Iba a los toros el domingo sin ninguna ilusión, lamentable estado. Mis esperanzas de ver torear en las Ventas eran tan escasas como las que tengo en que se clasifique el Madrid.

De camino, a través de mi móvil, observaba el ganado, tres negros y tres colorados, dos castaños y un melocotón si ustedes se ponen leguleyos. Bureles bien puestos, bonita lámina y excelente trapío, alguno era indiferenciable de un toro, incluso llegaría a elefantoro en el superlativamente ponderado México. He aquí el ganado: ¡Aleluya!.

Los novilleros eran selectos, estrictamente, fueron seleccionados en novilladas anteriores, Cerro a ley, Campo a suertes, Campos..no es hora de suspicacias que acabo de comer. He aquí los novilleros, (hermanos, no es necesario que os levantéis del asiento).

Hablando de suspicacias, hablemos del ínclito Rivera Ordóñez Copríncipe del lado rosa del papel couché. Ordóñez sospecha que la televisión mancha la pureza del toreo, distorsiona la verdad pues permite a los ausentes la crítica, crítica negativa: los ausentes interesados son los no partidarios.

Invoca Ordóñez la pureza y olvida invocar al toro íntegro y al toreo a ley. ¡Diosa, Demeter munífica y magnánima!, no cometeré el pecado de invocarte con un bio-frutas en la mano!. Ordóñez clama por la bajada de trapío de los novillos. Pureza y no pureza a un tiempo, tiene pinta de dogma o de Blody-Mary.

Mapu se hundió ¿Dónde quedó Fatu-Hiva? Oú? Where? Otkudá? ¿Qué fue del aserto epatante y formidable “A nosotros nos da lo mismo el tamaño, lo importante es que embistan”?. Parece, señoras, que a la larga el tamaño si importa. Un tamaño maxi-super puede llegar a a espantarlas y parece que espanta también al Copríncipe.

Me pregunta un apreciado amigo en Twitter que es lo que necesitaría yo para tener ilusión en la novillada: Toros y toreros, respondí. Parece que se necesito algo mas. Era una tarde esperanzadora en la que no tenía ninguna esperanza. Iba a la plaza y me venía a la memoria la canción “Ya ejala domoi” esencialmente melancólica http://www.youtube.com/watch?v=NixG35MY_0Q. ¿Papá, por qué somos del Atleti? Pregunta para la cual los madridistas tienen contestación, los atléticos no.

¿Hermano, por qué vamos a la Ventas?.

Compañero de localidad y amigo de twitter C... tenía un cabreo de calibre grueso, renegó de su plaza y dijo que no volvía mas. Ya conté que la novillada anterior fue un desastre, por darle color digamos que fue el desastre anual, o sea el de Annual, como se decía en mi barrio. Lo llevaba consigo cuando nos despedimos, “voy a hablar con los del Canal Plus, vente” - dijo- “No, ve tú si quieres, nos vemos la semana que viene” - dije-.

C... no cumplió su promesa, me alegró eso, volvió. Tras saludarle como debo, le interrogué sobre su conversación con los cynaráferos, portadores de alcachofa, del mentado Canal. Sencillamente le despreciaron: “Si no te gusta no vengas”. Ese es el modo de Canal Plus de mantener la afición.

C... seguía sublevado contra la felicitación de Ordóñez al ganadero de la indignante novillada anterior. Eso contesta mi pregunta: ¿por qué vamos a las Ventas? ¡Porque somos gilipollas, joder!
C... no se merece ese trato despreciativo, es uno de los pocos estudiosos del toro bravo en todas sus facetas y uno de los pocos que merecería considerarse aficionado de verdad. Ojalá, cynaraferos, se les indigeste la paella o les sepan a sardinas los churrascos de las tientas. (Cúmpleme este voto, amable diosa; si alguna vez te fui fiel y canté tus alabanzas).

El corredor del Alto presentaba un aspecto desolador, le recorría un viento gélido de inicio de película de vampiros, dos policías velaban por mantener la paz en semejante desierto y lo conseguían sin esfuerzo. Ni siquiera un mirón se arrimó a la ventana del patio de caballos en la que asentamos, desde temprano, nuestros reales.

Llegada la hora entramos. Del mismo modo que a la sequía le precede el adjetivo pertinaz, a una novillada en las Ventas le sucede “un cuarto de plaza” Da lo mismo quien haya en los alrededores, quien haya en los corredores, una novillada en las Ventas siempre congrega un cuarto de su aforo, dejo la resolución del enigma a Iker Jiménez.

Cerro se va a la puerta, allá se arrodilla y rasca las rodilleras del traje retrocediendo un poquito, no es maldad, parecía un rito, una superstición, una manía. Ahí se viene el toro, andando, se para en la cara del torero y el torero le aguanta, impasible, hierático...el toro se le viene y Cerro hace la vulgaridad de esquivarle por el suelo, echando el capote al lado contrario, una hazaña.

Que no me parece torear ni el irse a la puerta ni hacerlo de rodillas lo he dicho siempre y en ello me mantengo, pero me descubro ante la innegable valentía de un hombre que quiere ser torero, que eso, en esencia, es un novillero. Valiente toda la tarde, pisando terrenos imposibles, dando el frente, sus lances, habitualmente sucios, brillaban por el arrojo. ¡Bien novillero!.

Tomás Campos tiene clase, puede que a pesar de su mentor, finura, elegancia y gracia para torear, pero no quiso ponerse, sino aliviado, y ese alivio me alivió de la posibilidad de jalearle. Si su mentor pide novillos para los novilleros yo pediría novilleros para los novillos, algo mas de riesgo no hubiese estado de mas entre tanto magisterio.

Brandon Campo, eso...Brandon Campo.

Todos fueron jaleados a modo por sus partidarios, a todos se les pidió la oreja con fuerza por parte de las nutridas filas de sus familiares y amigos, incluso, muy taurinamente, algunos familiares silbaban y protestaban la petición de oreja al que no era el suyo. ¡Qué afición! (la France; Oh, Vive la France! ¡Ca ce n'est pas possible dans le Midi, monsieur! ¡Nous sommes L'Aficion!)

La afición, esa taurina y maravillosa afición, señalaba con rabia el pedigree del Señor Presidente, por no haber concedido justamente la oreja, mientras la cuadrilla de Cerro, cogido de mala manera por faltarle al respeto al toro, vuelva señor Cerro, recupérese muy pronto y muy bien, daba compungida y precipitadamente una triste media vuelta al ruedo.

Luego el público se fue yendo, primero los decorativos orientales con sus plásticos de colores, luego se iban los partidarios de Cerro que ya había terminado, luego, como en “Aterriza como puedas” los espectadores con maleta. Luego, tras la devolución del quinto y la muerte del segundo quinto los aficionados taurómacos de Campos. Brandon se quedó a solas con sus partidarios y los pocos indígenas que aun infestamos los tendidos, Brandon no pudo y el público de Brandon no supo aprovecharlo.

Justo fue el premio, Cerro se llevó una furgoneta y una herida. ¡Bravo por Cerro!. Por cierto no se si al final Brando Campo iba cogido o no, espero que no. Mis mejores deseos para los tres. Fue, ciertamente, una novillada como lo debe ser. No lo digo por las cogidas.

Volveré.

lunes, 22 de abril de 2013

Usía; tercera de las de la furgoneta.




Usía

Se caían, daban con su anatomía en el suelo, con estrépito, sin posibilidad de enmienda. Usía lo veía y callaba. La primera sardina se tambaleaba ¡qué magnífica sardina! De esas se cuajan veinte, los legendarios toreros, todos los días en los tentaderos, después de haber corrido veinte kilómetros, jugado una partidita de padel, y un partido de fútbol ¿será verdad que la carne de ese bicho, a la parrilla, no sabe a toro sino a sardina? A ver si algún día me invita un ganadero y lo compruebo, (Los banderillero calientan ahora, hacen estiramientos con mucho arte balompédico). Y Usía que sabe mas que nosotros, sabe porque ha estudiado, probablemente en un colegio de pago y sabe porque está asesorado. ¡Qué sabremos nosotros, oh dioses inmortales felices en vuestras estancias celestes, harapientos vociferantes, que no sepa Usía!

El minimalismo, una forma de arte para paladares educados, Usía fue educado, sin duda, si no fuese así, no hubiese sido Usía, no como los cafres beligerantes incapaces de la sensibilidad de comprender la excelsa verdad del mínimo arte, Usía comprende y se deleita con esta forma minimal de realidad. El novillo, híbrido de sifonáptero y de pilchardus, era mínimo, muy en el tipo del arte minimal de cuyas características era ejemplo sin par. No recordaba yo un animal tan mínimo en la techable plaza monumental, anunciado sin pudor y soltado sin protestas. Progresa la educación en el taponable coso, cada día hay mejores aficionados, cada día mejor educados en la tauromaquia 2.0 y el arte minimal. La educación no tiene precio, deber ser apreciada y yo la aprecio. Usía mantuvo en la plaza al mínimo ejemplar, sin hacer aspavientos como corresponde a la autoridad. El novillero interpretaba la 2.0 con arte y habilidad, pulsando los registros, acariciándolos mimando cada momento, utilizando cada herramienta taurómaca a su disposición: lejos, de perfil, descargando, aprovechando, hasta que la mínima expresión del bóvido rodaba por el suelo "¡C'est charmante ce toreador! Et je connais bien sur la tauromaquie, ¡Ne oubliez pas que je suis francaise, monsieur!" Salía el torero, como está mandado, blandiendo la espada al irse de la cara, la llevaba a una criticable posición de alto de reprobable esgrima y alabable tauromaquia 2.0, era un alto cruzado, llevaba en la punta la inscripción “aplausos” en ithildin renovado , como en la puerta de Moria, de tal modo que solo los aficionados y los corazones puros pudieran observarlo, puro corazón de puro aficionado como el de Usía, que aplaudiría si otro Usía lo hubiese hecho, aun no es el tiempo de que los presidentes aplaudan: ya saldrá la versión 3.0. Un perfecto bajonazo despacho la vida del microbiano.

Soltaron al segundo y se venía abajo, se desplomaba. Pero allí estaban bregando capaces los subalternos para cuidarlo, entre ellos Montoliú y allí estaba Usía para mantenerlo ¡Loor a Usía sagacísimo! Montoliú ocupaba la escena, la tenía toda para él, el excelente, el soberbio ejemplar de la noble estirpe de Isildur...(Perdón esto era para otro artículo alabatorio-taurino) implosionaba de modo astronómico. Montoliú lidiaba. No se si estaría o no estaría el genio, el monstruo, bueno entre los mejores de la 2.0.: Rivera Ordóñez, entre el nutrido gañote de la sombra, en el callejón, pero su sombra ya planeaba sobre las cabezas de los vendedores del concesionario. Faena sosa, ligera, deconstruida, muy del gusto del comensal moderno y del moderno aficionado. Pidieron la oreja los cultivados degustadores, oreja que Usía, a pesar de Usía, no pudo conceder. La presencia insultante de un buen número de feroces maleducados no-aficionados 2.0 lo impidió. ¡Hay que echarlos de las plazas! ¡Así no hay quien se divierta! ¿No puede, Usía, hacer nada al respecto?.

Los grandísimos aficionados, como Usía, tienen mas cosas en la cabeza que las que pudiéramos soñar los tristes y zafios alienados del impacto gutural, por eso, y solo por eso, casi se les olvida sacar a saludar al novillero, ¡Al maestro! Para el que solicitaron galardón (galardón que aunque ustedes, aficionados, lo pidan vehementes no les importa ni interesa). Hubo petición de vuelta al ruedo (por parte de su banderillero) abortada a base de pulmón por los no aficionados, los malditos infrahumanos.

Dejo a plumas mas competentes, mas insignes, mas habituadas al contacto con las paellas en las ganaderías y con mayor capacidad de loa, la reseña fiel, el tercero implosionaba también, de los toros tercero y cuarto

Llegó la hora del recuento, el recuento es fundamental en cualquier operación.
¿Cuántas cervezas quedan? ¡informe de munición! ¡Dos! ¡yo también dos!. Alabada sea Demeter, no hemos de ponernos a media ración, sigamos con el relato.

Del laberinto al treinta, salió el quinto, Quinto Máximo, un torito. Allí estuvo Montoliú ocupando plaza y atención para soplar un par superior de la antigua tauromaquia ¿quién la quiere? ¡Bah! Apenas hubo respuesta. El torito se rompió, pobre torito, se partió una pata y quedó inútil, terrible, odiosa estampa a la que se habrán lanzado con innegable placer, sedientos de sangre, las voraces pirañas antitaurinas. Los fenomenales aficionados requieren del novillero la inmediatez del alivio, sea como fuere, sin demora, de un sartenazo olímpico, ¡Oh dioses inmortales, cuidado con las salpicaduras! Carnaza de antitaurino. Sabe la esplendida afición que no es necesario preparar al toro a la hora de matar para hacerlo con un mínimo de seguridad...y de dignidad. La dignidad ya la tiene Usía y los doctos aficionados ¿A qué mas?. Y cayó el toro, Vishnu acoja su avatara en el paraíso de los bravos.

La sombra había llegado, gracias y primicias del último bote a los inmortales todos; del mismo modo que el aire de la ciudad hace a sus habitantes libres, la sombra de las plazas de toros hace a sus ubicados, aficionados por ciencia infusa, En la sombra planeaba una sombra, la sombra del ido sin pena de los no aficionados, revoloteaba rapaz las cabezas de los jurados del concesionario.

Llegaba el acto final, Usía estaría cansado de tanto mantener, de tanto sujetar, y el novillote del acto final dio en implosionar tantas veces que era negación per se, de la teoría del big bang. Usía, ¡qué grande es Usía! Dió en mantener de nuevo pero no pudo ser, llegado a banderillas Usía lo devolvió: ¡Mas sabrá Usía que nosotros! Y si sabía Usía, sabía del triunfo seguro, radical, inmaculado del triunfador de la feria: Florito Fernandez.

Llegó la repetición del sexto acto, acto del que no me quejaré ¿A qué quejarme, si todo es excelente, si todo está bien?

Todo acabado, caía ya la sombra sobre la sombra y cayo como una bomba el nombre del concedido, era el mentado de la sombra, nombrado entre abucheos. Usía, gracias a Usía, ha dado esplendor y luz a mi fiesta mas querida. ¡Gracias Canal + por informar educando! ¡Gracias Rivera-Ordóñez por estar en la sombra! ¡Gracias jurado del concesionario que ha dado en el clavo! ¡Gracias ganadero! ¡Qué buena tarde hemos pasado!.

-x-

Lamento no haber podido dar explicaciones a un educado espectador que me interpeló, con acento francés sobre la devolución del toro: ¿Por qué este si y los otros no? - no lo sé, Usía sabrá.

-xx-

A Bajatú: No bajo yo a torear porque no hay traje que me enfunde, porque no tengo ni idea, porque me da miedo y sobre todo ¡porque no me pagan! ¿Satisfecho?

-xxx-

Si sigo así voy a tener que poner un armario en la localidad para depositar todas las cosas, el kit del perfecto espectador: Almohadilla, neverita, binoculares, garrota (para apoyarme), ropa de abrigo, gorro anti sol, gorra de ir a los toros...







lunes, 15 de abril de 2013

Segunda de la Furgoneta


Segunda de la furgoneta


Día de primavera, regalo de Apolo, cuidaos de sus flechas.

Era un aire suave, de pausados giros;
el hada Harmonía ritmaba sus vuelos;
e iban frases vagas y tenues suspiros
entre los sollozos de los violoncelos. 

Decía Rubén Darío.

El sol y la sombra divididos por un infinitésimo arco, se preparaban a la guerra, nítidos orgullosos de su propio ser.

Mi plaza, mi vejada y denostada plaza, esa a la que quieren tapar, no sé si para tapar otras vergüenzas, presentaba un aspecto familiar. Aquí, allá, convertida en solarium, aquí, allá en mentidero. Venían acartelados dos novilleros de cuyo nombre no me acuerdo aunque quiera y el nombrado Brandon Campos, la categoría nominal de su cuadrilla demostraba en Brandon un ponedor de primera categoría y potente economía.

Unas muchachas belgas daban al sol, como exvoto, desnudas, sus alabastrinas piernas. Una se cocía a fuego lento, candidata cierta a la unidad de quemados. Mi paupérrimo francés se arrepiente de no haberla sabido advertir del peligro helíaco.

Extranjeros de tour operator y cristianos aficionados, salvo un conjunto de medida nula, partícipes de esa afición excelsa, ínclita, sublime, soberbia al gusto de los que saben, de los que dicen y de los que escriben, bienpensante y bienehechora cuyo fácil y falso aplauso secunda, indefectiblemente, el fácil y falso aplauso de algún interesado.

Era un aire suave, propio para enmarcar el homenaje póstumo a una ilustre señora. La megafonía anunció un minuto de silencio por el fallecimiento de Doña Dolores Aguirre, entre mis diosas queda, ganadera. El minuto se cumple solemne, sentido, íntegro, yo diría que el puro silencio atronó el espacio. He de quitarme la gorrilla por esos extranjeros educados que le contribuyeron admirablemente, sin saber (la empresa sigue sin querer hablarles en inglés) por su demostrada educación. Muchos aficionados de los hablados tardaron en levantarse, la tauromaquia moderna exige lentitud y parsimonia, y no se descubrieron, quizá para no ser descubiertos. Aunque, en este extremo admito poder estar equivocado.

Roto el paseíllo, uno de los aficionados de gorra inmutable vecino de localidad inferior, y superior precio, se volvió a nosotros. Pensaba yo que aun no había yo protestado, pero no se trataba de eso. “¡Oigan! - dijo- ¿Qué tal es esta localidad?, me ofrecen dos abonos aquí para San Isidro...” “Es un buen sitio – le contesté- da la sombra desde el final del segundo toro...además ¡nosotros no venimos!, San Isidro es solo para aficionados.” Quedó satisfecho, o eso creí.

A la puerta se va el novillero, un poco mas allá de la puerta ¡Oh sabio, santo Zaratustra! Por ti ruego las bendiciones de Ahura-Mazda y la entereza para decir la verdad. Sale el novillo y no se entera, ignora al bípedo de la montera y va a donde siempre van (¿serán hologramas?). Unos empleados dan golpes en la barrera para llamar la atención del toro, Taurodelta ¿tus empleados torean?. Me desgañito de ira: ¡Nadie torea tras la barrera sin mi berrido! Berrido nacido de mi alma de no-aficionado, sea juglar o escudero, si fuese caballero con mas esmero. Allá quedó el torero, solo, arrodillado y sin esperanza, como un pretendiente rechazado por una rica viuda heredera.

Una corrida mas, una de tantas, con sus tercios de quites desabridos, hablaré mas tarde, sus cariocas y sus varas en la paletilla, sus banderillas caídas, sus repugnantes bajonazos y sus espectaculares alivios. Espadas que blanden las espadas a la salida de las tandas, mientras se van de la cara, mendigando unos aplausos por ella.

Y ente tanta mezquindad sin gracia un fogonazo, un estallido de color, allá, en terrenos del nueve, un abanderado de Florencia luciendo su malabar habilidad

Sones de bandolín. El rojo vino
conduce un paje rojo. ¿Amas los sones
del bandolín, y un amor florentino?
Serás la reina en los decamerones, 
Raro artificio.

De los quites hablo y hablo de uno al alimón que no fuel tal. No. Fue que no sabían, ¿A quién le toca? ¡Mueve usted, señor mío! ¡No, por Dios, yo acabo de alejar mi dama de su jurisdicción! Pero yo estoy lidiando, yo saco el toro y lo magreo cuando esté paradito te lo cedo. ¡Qué cachondeo!

Dos ovaciones sentidas se sintieron. Una a Florito por su excelente oficio y otra al toro que se asomó, miró y se volvió a casa. Fueron ovaciones cerradas, sinceras, sin atisbo de manipulación interesada. La primera plaza del mundo...¡cómo te están dejando!. Libación fue hecha, primicias a Demeter Máxima, en homenaje y loa a tan ilustre concurrencia. Tan docta era que dictó su repulsa mas unánime a la presencia de un manso, lo querían devuelto (¡Qué momento, Mendo, qué momento!). ¡No soy digno de sentarme entre vosotros, insignes sabios taurómacos!

Llegó el final, siempre llega en este Universo de tiempo unidireccional, Brandon aprovecho para saludar desde el tercio a sus amigos, los que quedaban, que no eran muchos, salida al tercio que no pude protestar: estaba libando (¡Oh diosa! ¡Feliz tú que vives entre los inmortales y con ellos compartes gozos y gloria!).

Languidecía amable la dulce tarde y Selene soñadora esperaba su reino, era la hora mágica, hora de las hadas, y las largas trompetas de la fama, un tanto desafinadas, anunciaron el triunfo discutible de uno de los novilleros. Son ustedes inteligentes: lo han adivinado. (No apretéis con demasiada fuerza el embrague que os lo vais a cargar). ¡Felicidades al ponedor y al jurado!.

La verdad (¡Oh Zaratustra! ¡Oh Ahura Mazda, por segunda vez te invoco!), hubiese sido justo el desierto, la final, quizá un mano a mano, desierto que, además hubiese hecho juego con mi gorrito del CDA (Club de Deportes Antofagasta).

In fine: El alabastro de las piernas de la belga, y yo, estábamos quemados.


lunes, 8 de abril de 2013


Dos orejas


Tarde de toros, novillada en las Ventas, frío, autobuses del pueblo y grupos de orientales, pobre entrada, solo se libra de la media pampa o el desierto el tendido 7, denostado otrora, hoy buscado por snobs y poblado de ocasionales.

Tarde de toros como tantas, desangelada, tan gélida de atmósfera como de alma, aquí comienza la historia de la lucha por la fama, por la gloria o por una furgoneta.

Y los novillos salen semejantes a becerrotes, bajados de trapío de inicua manera, lo habéis conseguido Juli y epígonos, de hecho os estáis cargando la fiesta. Y los aplausos arrecian, tan falsos como las promesas de Rajoy, vienen de los excursionistas y los secundan amables los educados orientales; y aplausos, y mas aplausos, y sopor, y mas sopor, el novillero-maestro da una clase magistral de estética parda. Mas aplausos. Y entre los aplausos un quite airoso, queriendo, de el de menos partidarios. No hubo respuesta ¿a que arriesgar?, no parecían los aplaudidos de los viajantes hambrientos de toro, necesitados de aplausos, mendigos de honores, eran armadores de buses, animadores de excursiones.

Y así iba la tarde, “Pasó un día y otro día, y un mes y otro mes pasó y D. Diego que a Flandes partió de Flandes no se volvía”. Había yo elegido mal la almohadilla (¡qué incomodidad!), desde luego mucho mejor que la piedra berroqueña de Colmenar, los modernos asientos standard, diseñados de colores con ergonómico retrepadero; y mejor, ¡coño qué frío!, la plaza techada con su tapadera digna de un “Arena” o de un puchero moderno con calorcito incorporado y, mejor que esto, baloncesto.

Y llegó la hora, el tiempo efímero del toreo se hizo perenne por un momento, un ¡OLE!, rotundo, innegable, atronó el ámbito circular del coso madrileño, era Rafael Cerro: me levanté del asiento.
Luego D. Diego seguía cómodo en Flandes ¿habría encontrado trabajo?, el decurso de la vida seguía y continuaban los viajeros aplaudiendo y los becerrotes embistiendo, de aquí para allá, a rabo levantado, pidiendo luz al pálido remedo de unas suertes desafortunadas. Volvió Rafael Cerro y se fue la incomodidad de la piedra y murió sin pena ensoñación del baloncesto.

Volvió D. Diego y quiso a Inés o no la quiso que ese es otro cuento y ahora estamos en el toreo y Rafael Cerro emocionó a un servidor y a los viajantes y a los del Tour Operator. Gloria a él, alabada sea Demeter. Pintaba en oros... y falló a espadas, nadie quiso traérselas, fue a por ellas él mismo, modernidad del self service, y se las dieron sin instructivo. No me pareció Cerro el que manda después de Dios en su cuadrilla, mas bien me pareció el chico de los recados, mal honor le hicieron sus asalariados ¡Sí el Paquiro levantase la cabeza!. Yo veía mandar en ella a un contramaestre disfrazado de gnomo, gnomo con buena estrella que buena estrella fue, antirreglamentaria caridad, que no devolviera el toro la injusticia horaria de la presidencia. In extremis Cerro, enhorabuena, salvó el primer plazo de la furgoneta.

Anoto al margen lo que no debiera ser marginal sino marginado: cariocas a los que embisten y la suerte pinturera de banderillas que dejó de serlo, supongo que no pagan lo suficiente a los banderilleros. ¡Ay de la liturgia! Ponedla por escrito, ases de las letras, pues ya se olvida, ya casi extinta. Nombrado fue Rafael Cerro, se fueron los toreros y dije: ¡Celebremos!

Celebrando estábamos, era un buen local, algo incómodo, lo que tiene sabor tiene tendencia natural a la incomodidad, con unas bien tiradas cervezas, primicias a la diosa, y unos aperitivos marítimos dignos de fama, cuando a mi lado sonó alto, firme y acostumbrado: ¡Una de gambas cocidas!, grito en desuso por mor del dinero. Un ¡OLE! Formidable ocupó intenso, atronador, espectacular el reducido espacio, el grito enaltecido, olímpico, coronó de laurel la solicitud de marisco.

La interrogación facial del sufrido camarero tuvo inmediata la cumplida respuesta: ¡es la tercera vez que me grita en la oreja!

Dos Olés en una tarde, sin embargo no hubo orejas, fueron gambas de las buenas.



viernes, 5 de abril de 2013

Un modelo para excluir de la comunidad de aficionados a los toros.



París (Francia)
05.04.13
Cédula de Identificación de No Aficionado

Comisión de este País de Entendidos, Enterados, Voceros, Palmeros, Pagaos, Pegaos y Portadores de Pantalones Rosa.

Por la presente certificamos que D.  

Ha sido excluido de la Comunidad de Aficionados a la Fiesta de los Toros

Por una o varias de las siguientes causas marcadas con una “X”

  • No haber aplaudido desde hace mas de tres festejos
  • No ser devoto de Padilla
  • Pedir el toro integro, con volumen, peso, cuajo, arboladura y fiereza
  • Considerar manso al toro que huye de la pelea, no al que da problemas.
  • Haber expresado su deseo de ver parar el toro con el capote
  • Considerar que citar a la voz no es elegante
  • Considerar que poner el toro en Siberia y llevar el caballo a Getafe y volverlo a traer no es torear a caballo
  • Protestar al peonaje por no cubrir al caballo de la puerta
  • Protestar al peonaje por citar desde detrás de la barrera o el burladero
  • Protestar por picar poco o por no picar
  • Protestar a la torería por no acudir rápido al quite
  • Considerar un desdoro el quite hecho por un monosabio o por un aficionado que debiera haber hecho uno de los toreros.
  • Considerar que no torear no es lidiar
  • No aplaudir las chicuelinas movidas
  • Haber expresado su hartazgo de gaoneras, lopecinas y demás hermosas florituras
  • Renegar de las banderillas de El Fandi
  • No aplaudir los pares de banderillas con salto
  • Haber solicitado al banderillero hacerlo de dentro a fuera o al sesgo al toro manso
  • Protestar las huidas y el modo de entrar a matar de Morante
  • No suponer que Finito tiene mucho arte
  • No considerar a José Tomás si no torea en Madrid, en San Isidro y con competencia
  • Protestar el toreo movido, al hilo, aprovechando o detrás de los cuernos
  • Seguir protestando al toro inválido durante las pausas de la faena de muleta
  • Considerar un desdoro del matador el hecho de tomar el olivo
  • No emocionarse con el cante flamenco durante la faena
  • Considerar que machetear a un invalido es detestable
  • Considerar la forma de matar de El Juli ajena a las reglas del arte
  • Afear el gesto al torero que solicita el aplauso
  • Afear el gesto al torero que no toma el descabello para despenar rápidamente al animal
  • Protestar para que se de el aviso a la hora exacta
  • Protestar a veces las salidas a saludar al tercio o las vueltas al ruedo
  • No tener en cuenta y no aplaudir las gestas, gestos, hazañas y epopeyas hasta que no se producen
  • Reírse de las Pinzonianas, Goyescas, Picassianas, Medievales, Huertanas y otras formas pintorescas de torear
  • Hacer responsable al matador de la conducta impropia de los integrantes de cuadrilla
Contra esta resolución no cabe apelación posible

El de la Paella                         El de la chaqueta Entallada                  El Gañote del callejón

El del Clavel                                             El del Romero                                    El del Güisqui

VºBº   Bajatú