lunes, 14 de octubre de 2013

Fin de Fiesta (El Carnicero loco)

El señor Villasuso me ha diagnosticado: Soy un psicópata, un sociópata, tengo alma de carnicero. No conozco  la acreditación académica que valida la opinión del señor Villasuso, ¿doctor en psicología, quizá?. Arriesgaré yo, sin acreditación académica alguna, basándome únicamente en la experiencia de mas de medio siglo de vida, el diagnóstico del señor Villasuso: un gilipollas, el señor Villasuso me parece un gilipollas (justa reciprocidad). Mi diagnóstico, naturalmente, se somete a segundas opiniones, de personas mas preparadas que yo.

No trataré aquí, ni en ningún lugar, de justificar lo injustificable, mi pasión por ver torear, por sentir la emoción del peligro, del riesgo, de la presencia de la Parca como espectadora atenta al juego de la vida y la muerte, entre un hombre gallardo, valiente, altanero y el tótem viviente de mi tribu, el dios Tauro. Dios potente, sobrecogedor, admirablemente feroz y combativo,el  dios  se aferra a la vida e ignora y desprecia la muerte. De libras y de poder, fiero y tenaz, armado para el combate, el dios se presenta al sacrificio hermoso, admirado y temido. Así gusta la tauromaquia a mi alma psicópata de carnicero.

Me gusta leer la Iliada, desgraciadamente no se griego, pierdo el encanto del verso, pero no la emoción de los sucedidos, gloriosa me pareció la traducción de Pemán, La Iliada canto épico, cruel, terrible: bajan al Hades las almas de los valientes guerreros tras una pedrada en la cabeza o un corte de tendones o un lanzazo brutal bajo la tetilla izquierda...Si por el señor Villasuso fuese, a tenor de su modo de pensar, la Iliada no debiera haber sido escrita (sino para lectores con alma de carnicero) en su lugar, mas amable, mas de andar por casa La Bella Helena (http://www.youtube.com/watch?v=FD4k8_fbPJc  ; muy recomendable). Una opereta para divertimento y solaz de ilustres degustadores de agua de agujeros con colonia potable (con pepino, si es posible)

Se acaba la temporada, nosotros, ingenua imprevisión, llegamos tarde, aparcamiento completo, mi hermano a la busca, hablando de épica, de lugar, yo a la de entradas. Lo mío mas sencillo, menos de media plaza. Perdimos el paseillo: "Llegáis tarde" nos saluda un conocido, "creíamos que no veníais" dice otro entre un coro educado de buenas tardes que extendemos, naturalmente, a los vecinos mejicanos de localidad.

Corrida de 12 de Octubre, día de mi Patria, sin adornos, sin gracia, tan vulgarmente rutinaria como todas las de la temporada. Mi plaza no está de gala, ¿dónde están, Taurodelta, las banderas de España que en días tan señalados cubren las balconadas de gradas y andanadas? guardadas, no sea que se estropeen, que lavarlas cuesta. ¿Dónde las banderillas de gala? ¿Dónde las moñas en vez de las cintas? ¡Bah! a ustedes no les gusta mas que el carnaval de la goyesca. Definitivamente creo que Taurodelta odia a la Plaza de las Ventas.

Hubiese sido hoy, si la gestión de la mentada Taurodelta fuese acorde con sus anuncios, un día memorable, al menos para el Trivial: ¿Torero que confirmó alternativa en Madrid con mas edad? ¡El Pana!. Pero no, Taurodelta es incapaz de entrar en la historia, salvo por intentar poner boina a la plaza. El Pana estaba allí acompañado por una persona y rodeado de un vacío pavoroso (horror vacui) en los altos del 3. "¡Pana: para cuando la confirmación!" Quitándose el sombrero, educado, campechano y altanero con un aspecto que me recordó, disculpen la pareidolia, la estética de Tom Sawyer, saludo e hizo el gesto "la temporada que viene". Mi aplauso en pié y el de alguno de mis vecinos remató la escena. Tributo de pocos que mereció ser de muchos.

¡Viva México, cabrones! ¡Viva Colombia! ¿Viva España? Definitivamente esto no tiene arreglo.

Media entrada en los tendidos, pleno en el callejón. El callejón de las Ventas parece una vía comercial, los unos van a visitar los chiringuitos de los otros, se retiran o entran cuando les place, se esté lidiando o no el toro, algunos están como en su bar favorito, el de las cartas de ginebras y aguas tónicas, con las manos apoyadas en la barrera, como si de la barra se tratara. El aspecto desde fuera, desde el tendido, es el de un montón de "toi-notoi" extraordinario. recorre la barra, de vez en cuando un camarero, con toalla al hombro, a la antigua usanza. Desde allí se hacen, cuando no los hacen los monosabios, los quites mas fabulosos, se dictan las faenas, se desprecia a los paganos...Limpien eso, Taurodelta, aunque sea por lo único que se les recuerde.

Se hacen los quites, dije, que los peones ni saben, ni quieren, ni pueden hacer...pero que deberían. Deberían enfadarse cuando un callejonícola toi, les roba un quite posible, avergonzarse de no llegar, pedir perdón por dejar al compañero a merced, pero no lo hacen. No les contratan para eso, les contratan básicamente para sujetar y dar trastazos al toro, procurando partirles los pitones, contra los pilarotes de los burladeros y para poner banderillas como se pueda, si puede ser en el culo mejor. Los mejores peones son los capaces de no torear, parece. ¡Ni un solo capotazo! ¡maravillosa lidia!. Por supuesto que, amparados en los comuneros de Castilla, digo de Castaño, ya no tienen la obligación de recoger los trastos caídos al suelo, ni de desmonterarse al entregar la montera al matador. ¡Qué la coja él, si quiere!. Dentro de poco veremos a Castaño recogiendo del suelo los capotes de sus subalternos. ¡Si el Paquiro levantase la cabeza!.

Cambiemos el tercio, tercio de varas a la francesa de Molés. Nada de medir la bravura del toro a caballo parado, como se debe, sino a caballo levantado. El Caballo se va a Getafe y ponen al toro en Vladivostok, el toro se entretiene mirando a los boliches, mientras el montado hace una exhibición de monta al sordomudo que da gloria, de Getafe a Alcorcón y vuelta, dando alaridos como un Atila,  haciendo repicar a rebato los estribos, y aupándose en la montura como un Indurain cualquiera. Mientras tanto el toro ha ido avanzando lento, como en el escondite inglés. Quizá se haya distraído con algún gañote con ganas de mear, o sigue pendiente de los boliches. ¡Qué emoción! El montado parece el coche de línea Alcorcón-Getafe,  Getafé-Alcorcón. El toro poco a poco ha llegado al caballo, ¡es el frenesí! ¡Qué precioso juego es el escondite inglés, emociona mas que Bob Esponja!.

En otras ocasiones no ocurre así, el toro se le escapa a los decapadores de burladero y embiste a los montados a su salida al ruedo, naturalmente nadie está allí para protegerlos, para hacer el quite, el quite lo hacen, recordemos, los tois de la barrera. Disculpemos al tercero, tiene tantas obligaciones que no puede cumplir al suya. La última perversión, curiosa por lo lastimosa es indicar, todos somos Esplá, al picador donde debe ponerse y como para picar. ¿No sería mejor que contratasen picadores que conociesen el oficio? ¿O me están tomando el pelo?. Otra curiosidad: hay peones que deberían dejar el oficio por el de mensajeros ¡qué habilidad para correr al toro por dentro del callejón, sin capote, sin tropezar con ningún gañote! ¡Mi aplauso. Otra: Llamar al toro dando manotazos por fuera de la barrera como si se tratase de un cajón flamenco, ¡Ole!. En fin les mandaría a la mierda si no fuese porque aun estoy sopesando  si puede mas la verdad o la educación.

¿La corrida? Toros de ni fu ni fa, el último un novillejo indigno de Madrid. Bolivar aliviado y faciloń, interpretó la tauromaquia 2.0 sin éxito. Ureña las mas de las veces desacoplado gustó mucho a sus partidarios, recibió los parabienes del 7. Tengo suerte de no entender de toros. Sergio Flores toreó, a veces.

Licorero, el choto inválido sexto cerró muy adecuadamente la mierda de temporada que Taurodelta ha ofrecido a los parroquianos. Gracias Taurodelta, es recíproco el cariño. Contra mi costumbre, por invitar a los vecinos a un brindís, no pude ofrecer mi voto a la salida de cada torero: negativo, por supuesto. Brindamos con  cava en el corredor del alto y fuimos obsequiados con un excelente dulce, lo mejor de la corrida, de una de las vecinas. Se acabó, hasta la próxima, si la hubiera.




lunes, 17 de junio de 2013

Reaparición de Fernando Cruz.

Ovación cerrada a Fernando Cruz en su reaparición.

Tristeza y desolación. 

Oreja: Cabreo.

Mas tristeza y mas desolación.

Taurinos están ustedes al fin del fin.

miércoles, 12 de junio de 2013


Manual del Aficionado Avanzado en 22 puntos y dos notas


    1.- Diga con suficiencia “Morante es el mejor” si observa el menor atisbo de contradicción enójese.
    2.- Haga ver que usted estuvo en Nimes viendo a José Tomás, deshágase en epítetos laudatorios. (No necesita saber donde está Nimes, no se meta en jardines)
    3.- En las tertulias deje caer, con suavidad, que en Madrid no se puede torear con arte, esgrima estas tres razones:
a) toro demasiado grande

b) público poco o nada entendido y faltón

c) demasiado viento
    4.- Si estima que las razones dadas del punto 3 son insuficientes o han causado sensación exponga las dos siguientes:
a) El peralte hace que se caigan los toros

                                    b) El ruedo es demasiado grande.

    5.- Una vez en la plaza actúe del siguiente modo:

                                     a) Si esta usted en la sombra: mire a alrededor con suficiencia, gustándose, salude a alguien del tendido de al lado, si conoce a alguien en el callejón llámele la atención por el diminutivo, si no diga con fuerza ¡Pepe! Alguien se llamará Pepe en el callejón con absoluta seguridad.

                                      b) Si usted esta en el sol, permanezca levantado hasta que le llamen la atención como si escudriñara la presencia de cualquiera en la sombra, salude de vez en cuando en esa dirección, no cruce palabra alguna con el público de su localidad.

    6.- Jamás diga nada de los toreros, picadores o banderilleros que no pueda considerarse encomiástico, utilice cumbre y pedazo como si fuesen adjetivos.

    7.- Para no parecer reiterativo y aparentar una cierta cultura no taurina use también, sublime, superior, excelso, magnífico y soberbio.

    8.- Jalee a los toreros de vez en cuando, hágalo por el nombre de pila, diga: ¡Vamos D. José Antonio! Si se trata de Morante. A los demás los puede tratar en diminutivo, v.g: Manzanita. Naturalmente a Fandiño dígale Iván y a El Juli llámele Julián.

    9.- A la salida toro actúe del modo siguiente:

                           a) Si es pequeño y cómodo diga: muy bien presentado

                           b) Si es grande o bien encornado diga:

                                       1) exagerado si no está gordo,
                                       2) gordo infame si lo está.

    10.- Si ve que el toro se cae a pedazos mantenga la calma:

                             a) Si es pequeño afirme: hay que esperar, hay tiempo.

                             b) Si es grande diga:

    1) No puede con los kilos, es un mulo.
    2) O bien, mas en el lenguaje taurino: está atacado de kilos, no es extraño que se caiga.

    En cualquier caso haga ver que no es culpa del ganadero

    11.- Pida la devolución del toro solo estos dos supuestos:

                               a) Lo han inutilizado durante la lidia. Diga: mala suerte, no es culpa de nadie. 
                               b) Es manso. Cállese y mueva la cabeza con pena

    Si alguien cerca de usted dice que no es lo reglamentario a la primera vez envíele a leer el Cossío, a la segunda a freír espárragos, si el sujeto le manda a usted a tomar por culo invoque el respeto que se debe a los toreros.

    Si le ve venir con cara de querer inflarle a hostias llame a la policia, cuando la policía le haya sujetado diga: ¡No se a que vienen a los toros, no tienen ni idea!

    El Cossío es un libro, no hace falta leerle, basta con saber que lo es.

    12.- En el tercio de varas no siempre se aplaude, aplauda cuando vea que lo hace alguien. Si no lo hacen no aplauda. Si ponen al toro de largo tenga paciencia hasta que vaya, cuando lo haga aplauda emocionadísimo, lo demás no importa.

    13.- En banderillas aplauda siempre

                                            a) Si ve que algún banderillero las tira al suelo diga: se ha quedado sin toro
                                             b) Si ve que las ponen a una mano explique: no había mas remedio, hay que hacerlo ligerito

    Recuerde que el tercio de banderillas es el único tercio que hay que hacer deprisa.

    14.-
                                              a) A Fandi y a Ferrera se les aplaude siempre en banderillas sentado en la localidad
                                              b) Adalid se le aplaude en pie.

    15.- Si al terminar el tercio de banderillas una cuadrilla da la vuelta al ruedo es que está toreando Castaño: aplauda con pasión. En este caso puede evitarse aplaudir cuando arrastren al toro.

    16.- Nadie torea fuera de cacho, ni con el pico. Si alguien a su alrededor lo insinúa diga: ¡Bajatú!. Haga el siguiente comentario: ¡Le van a enseñar a *** estos indocumentados a torear!

    (***: nombre de pila en diminutivo del matador, excepto en los casos reseñados)

    17.- Los toreros siempre entrar a matar bien, si la espada no cae en su sitio es culpa del toro que se ha movido, si cae atravesada es mala suerte, nunca aviesa intención. Aplauda el primer intento pase lo que pase.

    18.- Si el oficio de descabellar no resulta lo eficaz que debe no es que el torero no meta la pierna o no sepa descubrir la muerte, es que el toro tiene un hueso supernumerario en la cerviz.

    19.- En cualquier caso proteste el aviso. Aunque ya lleve un cuarto de hora de faena, el aviso es una falta de respeto contra el matador.

    20.- Muerto el toro saque el pañuelo, no lo guarde hasta que no lo hayan arrastrado, piense que el objetivo de usted es conseguir las dos orejas y el rabo para el torero y el indulto para el toro.

    21.- Si las protestas al torero son mayoritarias guarde el pañuelo, échele la culpa al toro o al viento.

    22.- En las tertulias diga: ¡Qué arte! (Como alternativa puede decir duende o pellizco). Y pida que cubran la plaza.

    22.- Pisotee a todo el mundo, después pida respeto.

    Si sigue estas reglas básicas puede considerarse un perfecto aficionado en todas las plazas del orbe taurino.

    Nota1: Aprenda francés, al menos hable en castellano pero con la g en vez de con la r, obtendrá un plus adicional de afición.
    Nota2: Es conveniente ir siempre a la Sombra, cuanto menos contacto con el Sol mejor.

jueves, 6 de junio de 2013

¡Cobratú!




¡Ah! ¡La danza! El arte de Isadora Duncan la diva descalza. ¡La danza! Coto, finca, predio de la grácil Terpsícore. ¡Bailar! Una mujer bailando es una fracción efímera de la divina eternidad, fascinante e incomprensible. ¡Danzad malditos! Haced que el tiempo se pliegue a vuestros giros. Si las flores soñasen, soñarían que danzan.

Cuentan que ayer, fulminaron la jubilación del Señor Muñoz Infante, hombre tan ocupado que olvida su propio cumpleaños, hubo un baile, quizá fuera un baile, una kermesse, une matinee , en honor del Señor Muñoz Infante, quizá no, quizá solo fuese una simple casualidad. Baile hubo ¡y que baile! dicen los que lo dicen y en Twitter lo dicen muchos.


Supongo que a Mister Tracy Tupman y a Mister Samuel Pickwick les hubiese gustado asistir, de haberlo hecho hubiesen constatado las costumbres, rancias costumbres, en los corrales de lo que va quedando de la Plaza de Toros de Madrid, aunque, posiblemente, Mister Samuel Pickwick se hubiese llevado un par de hostias, mínimo exigible, por intentar tomar nota de tan pintorescos affaires.

Se comentó, como he dicho, el baile en Twitter, fue lo que debe ser un baile: de relumbrón. Un espacio para lucir los caballeros trajes en tonos claros y la señoras vestidos cortos, de Martini con ginebra, agitado o mezclado según el particular gusto. Nadie debió informar al señor Molés de tan espectacular evento, no lo comentó, eso le honra: es de caballeros no hacer comentarios sobre ciertos sucedidos en las kermesses.

El baile, desde luego, entra dentro del espacio Arte y Cultura por derecho propio. Supongo que pueden ustedes celebrar este aspecto artístico-cultural a modo en el interior de la jaima-grano casi adlátere al monumento neo-mudéjar, digan que van de mi parte, a lo mejor les hacen descuento.

El Jaro comentaba ayer en twitter de manera tosca, soez y maleducada sus impresiones sobre las bondades morales y espirituales del público de Madrid, esos qué, como en el Principio de Indeterminación de Heisenberg, saben y no saben de toros al mismo tiempo o según convenga. Alguien debería recordar al Señor Navalón, Don David (cualquier respeto es poco tratándose de taurinos) a quien sirve y de quien cobra. La empresa debería tomar nota para cuidar a su público.
Ayer se le podía hablar a D. David a través de su cuenta, con educación, cortesía y diplomacia, yo lo hice en ese sentido. Hoy, Don David, ha decidido encastillar su valentía blindando la cuenta.

Los profesionales del toro claman por un respeto que nunca ofrecen, deberían además de potenciar su cuerpo con fitness, dietas, juegos y carreras, templar su alma con ejercicios diarios de humildad, tomando nota del criterio de quienes le van a ver y corrigiéndose antes de querer corregir. Las declaraciones del señor Navalón, apuntalan mi creencia en la necesidad de hacer una reforma urgente y en profundidad de la Ley de Educación.

En la tarde vino Padilla, vino a recibir la ovación de poco respetado respetable por su fuerza de voluntad en su recuperación. Tengo una cierta curiosidad por saber si, verdaderamente, ofreció al Señor Morante compartir la incipiente ovación. Si fuese así debo alabar al Señor Morante el gusto al declinar la invitación.

El Señor Padilla quiso poner banderillas, lo hizo muy mal. Con todos los respetos y hasta con doblones de cabeza, creo que el señor Padilla no está para torear en Madrid. Me temo, respetos al máximo en ese aspecto, que el puesto que ocupó ayer en la corrida mas importante del año, presencia real en palco, lo debiera haber ocupado otro torero mejor puesto y dispuesto.

Todo dispuesto, todo servido: lineas rojas, contra la costumbre de la plaza, cuesta rebajada, toros selectos a capricho, manos dispuestas al palmeo, gargantas afinadas al olé temprano. Todo preparado, se avecinaba la tercera edición de esta temporada de la morantada.

No me decepcionó la morantada, el Señor Morante estuvo en su papel, Morante estuvo muy en Morante acostumbran a decir muchos de ustedes, y el morantismo en el suyo. Antes de engendrar el pase ya se iba oyendo el olé, el Eeñor Morante estuvo como siempre, ya digo, aprensivo, precavido, cauto, prevenido y medroso, tanto que D. Fernando Fernández Román tuvo, para mantener el cartel, que echar una mentirijilla. Hizo el señor Morante lo que de verdad sabe hacer con la muleta: abreviar, mató del repugnante modo acostumbrado. Yo no sentí pellizco alguno, pero creo que un cabrón de insecto primaveral me picó en esos momentos. Perpetrado el toro vamos a otra cosa.

Que Talía ama a Morante lo ve cualquiera, no hay mas que mirar a los ojos a la diosa, como le envuelve en su manto de seda, como le acuna, como le mima, le guarece, le protege y le acaricia.
Pero Morante abusa de Talía. Sentado en el estribo, interpretando que espera a su enemigo, lánguido, introspectivo, inocente, se diría casi avergonzado de su propia soledad entre tanta gente, Morante calla, mira y sueña. ¡Qué fabuloso histrión se ha perdido!.

Casi dio unas verónicas y unas medias casi sublimes, inconclusas por falta de toro autocopiativo. ¿Quién elegirá los toros al Señor Morante?. Con la muleta se puso descaradamente fuera de cacho y aplicó el pico con tanta pasión y tanto ardor, tanta torería y tanto estilo como cualquiera. “Deje esas alforjas en consigna, son demasiadas para este viaje”.

Parte del público, ese público del Principio de Indeterminación, parecía, sin ninguna razón que lo justificase, estar hasta los huevos de tanta tomadura de pelo, alguno osó afear la postura al dios. El dios, Morante de la Puebla, ¡en pié!, todo originalidad, todo elegancia, todo respeto, todo torería le contestó: “Bajatú” como contestan habitualmente en Madrid los fehacientemente indocumentados patanes.

“Déjeme, Señor Morante, que me pongo aunque el toro me mate, para dar de comer a mis hijos, por lo que usted ha cobrado por sentarse en el estribo” ¿Cuantos pobres hombres suscribirían esta frase, en esta España de miseria y hambre a la que nos han traído los que saben?.

¿Sabe Señor Morante? Lo digno, lo elegante hubiese sido decir: “¡Cobratú!” . No vuelva por aquí.

Casi se me olvida, lo tengo apuntado en una nota: “hablar de Francia”. De Francia me gusta mucho Alphonse Daudet, tuve el privilegio y la curiosidad de leer “Lettres de Mon Moulin” y me encantó.
También adoro a Edith Piaft. (¿Que coños querría decir yo con la nota?)

Un saludo, con toda la cortesia y educación que soy capaz de reunir.



miércoles, 5 de junio de 2013

Helarte y la Kultura




Me incorporé a la transmisión de la corrida de la feria del Arte y la Cultura en varas del segundo toro, (antes que pagar ...¡rastrear!), supongo que me perdí la disertación: Especulaciones acerca del origen de los pantanos de Hampstead, con algunas observaciones sobre la Teoría de los murciélagos” de mister Pickwick y la exposición: “Las mejores Playmates de Play-boy, los últimos 50 años” (cultura y arte) previas a la salida del primer toro, cuya suculenta ingesta de canapés y combinados de ginebra, asociados inescusablemente a estos eventos, espero fuesen del agrado de los espectadores de sombra o gañotes del callejón.

Los tendidos, mas despoblados que los alrededores del pueblo de mi mujer (Antofagasta, desierto de Atacama, Chile), invitaron al optimista cálculo de los comentaristas, excelente la intervención de El Fundi, digna de aplauso, media entrada. Admito barco como animal marino. Lo que no estaba despoblado era el callejón, atestado como una oficina del INEM, el gañote de entrebarreras demuestra poseer unas inquietudes artístico-culturales muy superiores al resto de los mortales.

Entre el gañote supernumerario figuraba y destacaba con la cabeza asomada por encima de la barrera un Mouriño del toreo dando órdenes a todo lo que se movía, tal que un sargento Arencibia pero en pegao.

Yo no entiendo de toros, bien lo saben ustedes que hace mucho tiempo me quitaron los entorchados de aficionado, (para recuperarlos hay que ser un profesional del toreo, la crítica doméstica o haber pasado un domingo en un taller de tauromaquia a menos de doce metros de un chotillo), no puedo apreciar, por tanto, si el voceador en bambalinas estaba ordenando un 4-4-2 presionante o la concesión de una base por bolas.

Este suceso solo demuestra que hacen falta dos delegados, uno solo no puede dar abasto con tanta tarea, propongo a alguien idóneo para el cargo: mi sobrino. El delegado gubernativo no vio, ni oyó al técnico taurómaco en cuestión, puede que el callejón esté en obras, como mañana viene Morante...

En fin, ya saben que hay colesterol bueno y colesterol malo, igual que hay pocero bueno y pocero malo, hay gritón bueno, éste y gritón malo , el de ¡Se va sin torear!.

En otro orden de cosas, el notición no debió ser la demostración estudiantil, en plenas narices del ministro Wert, de la necesidad urgente de la reforma Wert, ni la de que se ha reducido el paro 320 gramos, no. El notición taurino del día fue que ¡Ferrera puso un par cuadrando en la cara!, (admito que puedo estar equivocado), hecho que debiera quedar en los pocos anales que le quedan a la plaza como un hito histórico, junto a la vuelta de los subalternos, máxima expresión del éxito de las clases populares (las que no han visto una carta de ginebras ni en pintura).

A lo mollar, Adame.

Adame se puso a torear, faena a su primero muy bien hilada, toreo erguido, limpio, clásico, hermoso emborronado de muy mala manera con la espada, falta de habilidad o de oficio o ambas cosas, oreja. Premio excesivo que refleja la cultura taurina de los tendidos y la civilización de quién, en otro momento, demostró ser un buen presidente.

La segunda faena fue todavía mejor, muleta agarrada por el medio, citando de largo, tendiendo la suerte, recogiendo la embestida, gobernándola y despidiendo con sobriedad, firmeza y categoría, recordó a alguno de mis interlocutores en twitter, les faltará otra virtud, paciencia no, al primer Cesar Rincón, el de las puertas grandes seguidas. Adame me arrancó un Olé estruendoso, domiciliario que llegó a sobresaltar a mi señora; nació de los mas profundo de mi alma de no-aficionado.

Terminó Adame tan elegante, tan erguido, tan torero como comenzó, trincheras de adorno que lo hicieron. No hubo pellizcos, ni almizcles de clase alguna, gracias a Dios. Hubo toreo de verdad y con ella.

Pero, ¡Ay!, no es torero quien no es matador de toros, Adame falló a espadas. Todo debió quedar en nada. En una salida al tercio a recibir el cariño y el calor de la afición. Adame hizo caso a los profesionales que son los que saben de esto, dio la vuelta al ruedo a petición de su cuadrilla. Me dejó muy mal sabor de boca, dos salidas al tercio hubiesen sobrado para iniciar en un próximo futuro la leyenda de un gran maestro.

Concluyo ofreciéndoles el discoforum cultural: “Desmadre 75, letras para una transición; primera parte: La chorba del Jacinto (jeta1) y, como colofón obligado a una primera corrida del Arte y la Cultura la exposición: “Vida sexual del rorcual azul, habilidades amatorias de los cetáceos árticos, cuya presentación estará a cargo del famoso profesor Cojonciano (de El Jueves) Pueden pasar a la jaima-grano casi adlátere, digan que van de mi parte, a lo mejor les hacen descuento. Voy a por una cerveza, ¡Alabada sea Demeter!

lunes, 3 de junio de 2013

¡Derribad!




A la decadencia le gustan los artificios, las sorpresas, el peralte alisado, los trajes epatantes, las vueltas al ruedo mal ganadas, las orejas regaladas, en fin todo lo que atente contra la tradición, la costumbre, el reglamento o el buen oficio es bienvenido por ella. La decadencia dice popularizar la fiesta, hacerla mas divertida, mas familiar, mas de andar por casa, en detrimento del rito, esencia de la verdad del arte de torear.

La comodidad del espectador moderno y su prisa derivan en no procurarse el conocimiento de su diversión, renegará de lo que aburre, aplaudirá lo que sorprenda, sin parar mientes en las reglas, ni en el espíritu de la disciplina en cuestión. Esto no es del todo verdad en la tauromaquia, la índole gregaria del ser humano hace a la mayoría aunarse con los que aparentan saber, salvo que ello estropee su diversión.

Habrán comprobado, yo lo he hecho, que, a veces, una petición de oreja no atendida conlleva una bronca estrepitosa, razonable o no, al presidente. Pero no una ovación al torero, se les olvida sacarlo a saludar, salvo que las palmas comiencen a surgir de algún lugar interesado.

La petición de oreja es un acto de concordia social, independiente de la actuación del torero, cuando esta se concede hay un no sé que de alivio en la plaza, una satisfacción, gozo, puede que un éxtasis; no es el buen toreo el que aplauden, sino la consecución del premio, en resumen, el público se aplaude a si mismo por haber obtenido la oreja para el torero. Observen las orejas que se conceden en plazas de tercera. Es muy fácil conducir a las masas, solo hay que saber activar los polos de energía.

Decadencia, la plaza de Madrid va hacia la demolición antes que a la ofensiva y maldita tapa de water. Demolición de ese saber que atesoraba su público, de su justicia, de su equidad, de su sentido de las formas, de su elegancia, del gusto por el trabajo bien hecho: de la verdad. Eso está prácticamente en ruinas, ruinas dignas de excursiones a ver lo que fue.

Por unas monedas podéis sentiros aficionados duros del tendido siete, contemplaréis, admirados, sus figuras señeras, domesticadas a base de incursiones a los platós y las paellas con capea de las ganaderías, llevaréis, quizá, pañuelos verdes de dimensiones extremas que airearéis cuando os lo indiquen y luego tertuliaréis frente a ginebras de carta de ginebras y a la tercera quizá os sentiréis un Corrochano, un Díaz-Cañabate o un Alan Poe de andar por casa.

Antes de ayer habéis sentido la emoción del apoteosis de los dioses menores, catarsis autoalimentada, solo comparable a una morantada o al instante final de una vida ilustre. Visteis a esos dioses menores exultantes de gozo, exhibiendo impúdicos su triunfo, mientras los dioses mayores, torero y toro, les contemplaban inactivos. ¡Lo nunca visto!

Lo nunca visto, novedad raíz y matriz de otras muchas que vendrán instigadas por los verdaderos aficionados: Canal +, amante del abono y de hacer nuevos abonados. La decadencia está servida. Los intereses espurios del Sanedrín llevaron a la cruz al Nazareno, ¡A Barrabás, a Barrabás! decían, plenos de verdad y sabiduría.

Para conducir una masa con suavidad los átomos de la misma deben sentirse libres, deben soñar que eligen por sí mismos, no deben pensar haber optado por la única dirección posible, disculpa dada al tomar la peor, sino orgullosos por haber tomado la mejor de ellas. Y esa es la que eligieron: vuelta al ruedo de los subalternos estando el toro en el ruedo. Como los subalternos sabían que iba a suceder. Y de ella sienten, todavía, orgullo.

Frente la pobre vieja neomudejar, la moderna jaima del Arte y la Cultura se ríe y se burla, es un grano que supura, modernidad y estulticia, el sebo de la ignominia. ¡Qué innovaciones perversas, no habrá de soportar el malhadado coso que provengan de ella! La imaginación del decadente carece de límites. Ovación con saludos para el acomodador que ayuda a un abuelo (muy merecidos por otro lado), Salida al tercio del espectador que ha sido capaz de explicar al grupo de argentinos la lidia, sin que ninguno de ellos le demuestre que sabe mas de esto, Vuelta al ruedo del ciudadano alemán que, a bote por toro, se ha gastado mas en cerveza que lo que cuesta la entrada. Por poner ejemplos lógicos.

Los ciudadanos romanos daban de comer carne de esclavo a los caracoles para engordarlos, era todo modernidad y lujo, decadencia en estado puro.

¡Ahorradnos semejante mierda! ¡No hace falta que cubráis la plaza: derribadla! ¡No dejéis ladrillo sobre ladrillo! Haced que sea breve su agonía, antes de verse así, prostituida y vejada: Mejor perder la memoria que guardar permanentemente en ella el recuerdo de una infamia.

¡ACABAD CON ELLA! ¡Qué la Warner y la ÑBA os sean propicias y colmen vuestros arcones!


miércoles, 29 de mayo de 2013

Prestigio






Desganado para escribir he estado tentado de abandonar mi vicio de ver torear. La pena que me produce ver convertida mi plaza en un teatro de variedades y el hastío que me producen algunos taurinos eran las razones, razones sobradas, para alejarme de esta mierda. De momento escribir me consuela y me ayuda a vivir y las ganas de ver torear son superiores a cualquier postura racional.

La temida, otrora, Plaza de Toros de las Ventas, aquella que daba y quitaba, poseedora del marchamo del magisterio es hoy un espectro de sí misma. Un recinto sagrado sin cuidados, alevosamente deteriorado para que el clima, agua y viento, venga en apoyo de los argumentos favorables a la cubrición, a la Monumental hay que cubrirla como si de una burra se tratara, la infame cubrición del monumento neo-mudéjar.

Hicieron saltar alevosamente el aspersor central durante la lidia de un novillo, debe ser divertido, ¡qué se jodan! supongo que pensaría la empresa mientras los novilleros lidiaban en una especie de tina de barro adecuada para la lucha libre de las señoritas. El salto del aspersor pudo haber causado, no como el grito que tanto denuestan, realmente una tragedia. Les da igual, no les importa. Dejemos, por un momento la cobertura, importante no solo para terminar con los toros en Madrid, sino para los teléfonos móviles y los defensas centrales.

Vayamos al tintero, a lo que se me ha quedado en el. No me refiero, aunque debiera, a la nueva y asquerosa suerte del oficio de picar, me refiero a mi memoria, a lo que ha quedado impregnado en ella en estos días y cuyos registros trato de expresar. Agradezco su benevolencia.

Entre los asuntos a relatar mi posición de cabeza alta, erguida, tal y como mi padre me enseño que se debía torear, frente a taurinos y antitaurinos, desprecio a estos últimos por obcecados e insensibles, por maleducados y cenutrios, por intolerantes y porque las conversaciones con ellos se reducen a un sarta de improperios barriobajeros que llegan a aburrir., los taurinos, cuanto mas allegados a los que cobran peor, son peores que estos, como los antitaurinos se creen en posesión de la verdad pero, además, se creen en posesión del valor y la fuerza por haber estado cerca de un cercado o de un pariente taquillero. Me insultan desde ambos bandos con la misma fuerza y con la misma poca gracia. Me defiendo: ayer tuve que llamar gilipollas a un gilipollas, aunque no lo exorcicé por ello.

Me declaro:

No-Aficionado y antitaurinos a mucha honra. (La “s” no es errata)

Trato de ser justo en mis apreciaciones, de decir lo que siento, de dar valor a lo que vale y de despreciar las trampas, las mentiras y los vicios en lo que llego a apreciar del Planeta de los toros. La verdad me la debo a mi mismo y me la pago con largueza. Dicen los taurinos que me menosprecian y que me insultan, me mandaron a leer el Cossio y dudo que ellos lean, que no respeto a los toreros. Falso, no tienen mas que repasar mis escritos. Excepto que despreciar, en el lenguaje de los mirones de cercado o en el de los que tienen un tío taquillero, sea no romperse la camisa ante cualquier faena de vulgar o penosa.

Mi plaza, la plaza que ha perdido la dignidad y no por culpa del viento; ni del gritón; ni del denigrado presidente; ni del torilero barbado, obeso, con traje de torear de primera comunión; orejea sin piedad, orejea que da miedo verla orejear, piden las orejas con ansia, como si no hubiesen deseado otra cosa en su vida, las orejas que antes de ayer no les importaban, pues lo único que importa es pasar frío, helarte y que te duela con cariño, pellizco. Si las orejas no se conceden ¡Braman!.

No braman la penosa presentación de los astados, la vergonzosa suerte de varas, la falta de protección de los caballos, el desorden de la lidia, las banderillas tiradas, el desmoche contra los pilarotes, el estrellato del toro (cumbre del arte), las quitatinas, los apartales, los pases de axila culo en pompa, torear desde detrás de las barreras, irse a los Bajos del Golam con descaro: les da igual.
¡Quieren oreja, coño! Como en los bares de los extrarradios en los años 80.

Don Julio, presidente en cuestión, ejemplo y causa de la necesidad de cubrir la Monumental, con el qué, gracias a Dios, no me une nada, ni siquiera la simpatía, estaba en el callejón, allí, con presentación infame, Molés le arrinconó como a una novia primeriza. D. Julio dijo, desordenadamente tres cosas: que no había mas que un treinta por ciento de pañuelos, que la oreja hubiese sido injusta, venía precedida de un pinchazo , que no antirreglamentaria y que si la hubiese dado ¡Lo que hubiésemos soltado por la boca los que somos como yo! En las tres cosas le vi razón. Molés no se la vio. Molés le demonizó. ¿Recuerdan ustedes a Gordo Cabrón de Austin Powers?. Dije que D. Julio estaba en el callejón y no dije que Molés se admiraba irónicamente de que estuviese allí, ironía y admiración que no puso con Sergio Ramos en el mismo lugar pintando este último mucho menos taurómacamente hablando.

Lo expresado me lleva a una conclusión fundamental, el reglamento debe ser modificado, constará de un solo artículo en el sentido siguiente: “los premios los dará Molés o quien Molés diga que los dé”. Molés da la oreja por cortada “porque si y por que quiero, porque soy Paco el minero”. Yo no. A mi me importan las orejas y a Molés no. ¿qué curioso verdad?.

En otro orden de cosas, no quiero dejar de escribir sobre el atrezzo. Hace tiempo los paseíllos en Madrid, en San Isidro fundamentalmente, se han convertido en tristes desfiles fúnebres. Todo atisbo de marcialidad, de majeza, de “estoy aquí” desapareció hace tiempo. Hoy parece la entrada de funcionarios un martes por la mañana. A mayor contribución los trajes de torear, vestidos los dan en llamar ahora ¿Dónde están las faldas?, de autor.

Si todavía me estoy riendo de los trajes de la goyesca, ¡que medias, Dios mio! El lucido por Morante en su primera penosa actuación en Madrid fue para procurar no mirar, El de Talavante en la epopeya según San Bartolo a los pigmeos era de puerta de Iglesia, de limosna pequeña no sea que le sentase mal.

Deseo a Chechu una pronta, indolora y completa recuperación.

Chechu se presentó con traje de figurante de una adpatación musical de Carmen de teatro alternativo de bajo presupuesto. Horrendo.

Madrid no merece respeto ni por parte de los principales actuantes, es lógico que sea así, el público de las Ventas nos se diferencia en absoluto, salvo un conjunto de medida nula, del público de corrida incruenta en Denver (Colorado). Por eso vienen vestidos de gualtrapas, de pordioseros o de figurantes de music-hall.

Algo me dejo, que no me quiero dejar de este público aleccionado. Aunque no lo parezca estoy de acuerdo, de modo incondicional, con Abellán: Ese grito: “¡Picador....qué malo eres! Como broma podría pasar, que no debiera, una vez; de modo sistemático suena parecido a ese “¡Eheeeeeee...cabrón! Con el que el público balompédico obsequia al porteo rival cada vez que se dispone a sacar en largo. Ciertamente penoso y estúpido grito, dicho está.

Cambio el tercio.

México me gusta, me gustaría ir allí alguna vez en mi vida. No se la causa pero el norte de México ha ejercido siempre una gran fascinación sobre mí. Quizá fuese mexicano en mi vida anterior, siendo así que mi propia gente me ha confundido a veces con uno de allá. Nada tengo contra México y si todo a favor.

Saldivar tuvo la originalísima idea de vestirse mal, no tan lamentable como los reseñados anteriormente pero casi. Vino vestido de subalterno. En un momento dado, tremendo, se arrodilló frente al mefistófeles de opereta que nos cupo en desgracia en su turno y el respetable claudicó. Su faena tuvo mas efectos especiales que una película de Fu-Man-Chu. En lo fundamental nada, aunque lo fundamental es la oreja, oreja que contribuye aun mas al estrechamiento de los lazos de amistad ibérico-aztecas.

No permitas que tu patriotismo de bien nacido supere tu inteligencia. ¡Viva España! ¡Viva México! (pero la oreja de Saldivar fue una castaña pilonga).

Final: El prestigio de las Ventas, nada tiene que ver el nombre con el viento sino con la garrafa y las arenques, tiene aluminosis galopante, demasiado tiempo con tanto ladrillo pasa factura: ¡Qué se lo digan a España!. Propongo hacer lo que Rajoy, demolerla hasta los cimientos para edificar un Centro Multiusos Moderno, con 16 plantas para aparcamiento inferiores, hotel y casino en la planta baja, espacio cómodo y ecológico donde la Warner y la ÑBA puedan realizar, a plena satisfacción sus eventos y piscina, pistas de padel, campo de golf y helipuerto en la azotea.

¡Derruyan ya! ¡no prolonguen la agonía!.

viernes, 24 de mayo de 2013

Morantada



Dicen que un noble personaje defendía con ocasión de una cena la corrección de pedir disculpas siempre que cualquier actuación propia hubiese causado, incomodo, molestias o daño a otra persona, sin haber tenido intención. Defendía lo contrario un aguerrido periodista, invitado al ágape, venía a decir que las excusas, a veces, son mucho mas molestas que el silencio. Otros asuntos mantuvieron alejada la atención de ambos, hasta que el noble, digamos marqués, se levantó con violencia de la mesa y dirigiéndose al periodista le espetó. ¡Que diablos hace sobándome el muslo!. El periodista, sin asomo de arrepentimiento y en tono muy tranquilo dijo: “Disculpe el señor marqués, estaba convencido de que se trataba del muslo de la señora marquesa”.

Morante ofrece una excusa, una sola siempre, de cuya solvencia no duda el morantismo: “Para no torear es mejor abreviar”, una excusa añeja con sabor revenido para los morantistas, en labios de Morante, es un susurro sensual de la ninfa Calypso. Quizá, atendiendo la argumentación del periodista, pudiera ser mejor el silencio, un silencio acompañado de una mirada lánguida, pero sin complejos, una mirada inteligente, limpia de toda ira, de todo resquemor, de todo arrepentimiento, que exprese un sentimiento mas allá de cualquier frase, que cualquier palabra. Una mirada enmarcada por unas guedejas escapadas de una testa tan mal peinada, expresión de una filosofía primordial cercana al absoluto como la vida salvaje se acerca a la verdad.

Una mirada así, Morante la tiene, Morante es mejor actor que muchos cuya cara apenas tiene un registro, unida a un silencio sagrado del cual, el ídolo del pellizco, no sería dueño, sería emperador, haría babear de placer a críticos y palmeros, compañeros, panegiristas y veraneantes del taller de tauromaquia. No sería ya la frase mas cara en los oídos del aficionado de pantalón rosa, verde como variante, chaqueta entallada y clavel en la solapa: “¡Qué media de Morante!” (Morante es especialista en Medias, creo que Di Stefano las anunciaba), ni siquiera: “¡Qué bien habla Morante!”, sino “¡Que bien calla Morante!”. La intensidad orgónica del silencio del demiurgo llegaría a dimensiones cósmicas, un orgasmo en toda regla del ser vivo Universo, validaría sin necesidad de ulterior comprobación las hoy controvertidas teorías del doctor Wilhen Reich.

Hay otra verdad fuera del insigne orbe morantista, una verdad incómoda, una putilla, un fantasma, un alma que pena en la quasi-realidad, diría Charles Fort, pero que exige su trozo efímero de quasi-existencia, Una verdad que grita, aúlla  chilla, sin que se la quiera oír: “Morante no ha toreado, ni ha querido torear, ha traído sus toros debajo del brazo y se ha mostrado incapaz, ha vejado a la plaza, se ha reído de su público y se ha llevado incólume su aura de majestad”.

Hay una forma mejor de excusarse, sin poner caritas, ni afectación de filosofo de la Sorbona, Francia está de moda en el mundo de los toros: “Para no torear mejor no venir,”

Finito dijo que venía a despedirse, luego dijo que no. Espero que en Madrid haya sido lo primero: Adiós, Finito, Adiós. Perera puede dar tantas vueltas al ruedo como desee o como desee Molés. Allá él, como dicen ustedes, a mi los trofeos me dan lo mismo.

El resultado de un choque materia – antimateria no es, necesariamente la nada absoluta, El resultado de contratar a Morante, Finito y Perera es una media y una vuelta. Disfruten

jueves, 23 de mayo de 2013

Manfredi




El grito, obra de Edvar Munch, noruego, me subyuga, me siento atraído por esa ansia visual, inconmensurable, producto del miedo a morir, y por tanto, del miedo a vivir. El grito, en si mismo, es un demonio que el alma exhala en un esfuerzo divino por auto exorcizar a su proferidor. Quien lo emite turba la paz gregaria de la manada, da la alerta y la prepara a conjurar un peligro tenido por cierto. Peligrosos son los gritos como aquel que costó la vida, heroicidad innecesaria, “¡Al abordaje muchachos!” Durante la batalla de Iquique (Chile) a Prat y a dos de sus hombres. El grito viene a ser la nota discordante que quiere imponerse al resto de los poblanos del espacio sonoro, es, por tanto, un dictador, un invasor. Una vez que el grito atraviesa el cerco de los dientes se rompe la armonía y los vivos, las orejas según los egipcios, viven para seguirle o combatirle. Gritos que turban a la turba convirtiendo en indignos a los dignos cuando llaman a aplicar la ley de Lynch. A veces surgen demonios ridículos que acaban por ejecutar a su proferidor, como aquel “¡Viva Coblenza!” Contado por Louis Pawels en “El Retorno de los brujos”. Otras veces son la muerte en si misma, muerte que se abalanza sobre su objetivo de modo irremisible, el demoníaco Kiai paralizante.

Gritos.

No me gusta ir al siete, no comulgo con las prácticas injustas de sus dominadores, ya saben, para todos por igual. Nunca le digo a un torero lo que debe hacer o lo que debió haber hecho, no soy torero, del mismo modo que jamás me permito el lujo de decirle a un cocinero como se cocina ni a un mudancero como se carga una lavadora. Me gusta o no me gusta lo que ponen a mi atención, entonces expreso mi gusto o mi disgusto con mas o menos vehemencia o grito de puro cabreo si me siento estafado. Pero si profiero gritos en los toros y muchos. “¿Por qué están ustedes tocando el culo a mi toro? ¿Por qué lo están despuntado o inflando a hostias en el burladero? ¿Por qué insultan al dios coleándole?” Eso si lo grito, quiero que esos demonios persigan al infractor durante toda la función, al menos hasta que sale por la puerta al terminar (siempre permanezco en la plaza hasta que sale el último de los actuantes y el último de mis diablos, que se esfuma en ese momento).

Ayer gritó uno: ¡Se va sin torear!”, uno de tantos que gritan de modo extemporaneo, buscando un instante de poder, invadiendo extraño la generosa anuencia artificial de la generalidad docta e indocta. Su grito, su demonio, dicen que fue causante de un horrible percance, lo dicen muchos de ustedes, artistas del lenguaje, con epítetos sonoros vulgares, malsonantes que rechazan para sí, afean en otros y de los que se suelen blindar tras los burladeros de la exclusión o del ninguneo. Ya había gritado antes, mucho antes, en 1820, el rondeño Manfredi, si es que era rondeño, expulsando un demonio artero que dicen que le costo la vida a Curro Guillén: “¿A que no lo recibe usted?”, Guillén lo recibió. Manfredi y sus acólitos permanecerán por siempre en el imaginario taurómaco.

Han creado ustedes, enhorabuena, un nuevo demonio de la tauromaquia, un demonio traído a primer plano, causante de todos los males de la fiesta, representante de la inmoralidad de aquellos que silban y no aplauden en la plaza de toros de Madrid, execrable y techable según muchos de ustedes. Desgraciadamente este demonio tiene mucha peor pinta que el torilero obeso con traje de torear de comunión y barba de dos días contra el que bramaban ustedes ayer. “Yo soy aquel que ayer no mas decía...”

Hay un torero herido, es verdad, le deseo una pronta y completa recuperación lo mas indolora y lo menos penosa posible. No me gustan las cogidas, jamás las aplaudo ni pido tras ellas premio alguno, lo que hago es rogar por el torero.

Fandiño no me gustó ayer. No tengo gusto para esto.

lunes, 20 de mayo de 2013

Epopeya



Me siento a ver la epopeya, El Mahabarata, subtitulado en inglés, http://www.youtube.com/watch?v=bdVKve8UbDI. No leo en inglés lo fluido que sería de desear, me entero de menos de la mitad pero me gustan las imágenes, los decorados, el vestuario, las escenas de lucha son tremendamente infantiles, ¿recuerdan los Power Rangers? Los efectos especiales no van a la zaga, sabrosamente inocentes. Binha puede con todo y Arjuna hace virguerías con arco y flechas, ingenuidad no exenta de ornamentación recargada y ostentosa, al igual que el vestuario: ¡Hablamos de dioses, de reyes, de héroes!. Lo tengo que dejar, sintiéndolo, va a comenzar una epopeya, una gesta en directo, anunciada a bombo y platillo hasta con repetitivo comercial, mira que repiten y me repiten los dichosos anuncios. De las epopeyas comunes no se conoce la fecha, esta epopeya tiene fecha y hora 18 de mayo a las 7 de la tarde.

Las epopeyas tienen tendencia, querencia natural a comenzar mal, así comenzó. ¡oh Krisna feliz!, con el oficiante vestido de pordiosero, desaliñado y desmonterado sin venir a cuento. Todo parece dispuesto, los trovadores afinan sus laúdes, preparan su inspiración rogando a las musas. Se han venido contando historias terribles sobre los cornúpetas, terminator-persiodáctilos. Hay quién, como yo, han llegado a pensar que son carnívoros como el caballo de Diego Ventura, Atila del rejoneo. Cuentos de muerte, de contar a la sola luz azul de un hogar en invierno, uros mas fieros que aquel Pandereto que mató a dos leones, quimeras con forma de bóvido, temibles como aquellos que guardaba Gerión o como aquellos otros, alados, que compartían cuadra con los reptilianos sirrush en el bien murado palacio de Asurbanipal, aterradores como cuentos de la Santa Compaña, del Kraken abrazador, del Pájaro de Trueno o del voracísimo Piasa de ultramar. Flexípedes ferocísimos botón de muestra del poder de Mordor ¡San Miguel flamígero nos proteja!

Los clarines, atributos de Fama, llaman a despejar la incognita, ¿será la reencarnación de aquel en el que se convirtió Zeus para raptar artero a la divina Europa?.

La verdad: parece un novillejo.

Al desaliñado oficiante el terror de pezuñas partidas se le atravesó y, justa reciprocidad, el sacerdote tauricida le atravesó. (El segundo capítulo solo es una variante litúrgica del primero, en aras a la brevedad me permito su omisión). El enemigo no era tan imponente, las epopeyas son así, las fuerzas del mal no lo son tanto si se las mira con la mente limpia, la mente de Odín, el Padilla del Valhala o la de Shiva regenerador.

¡Felices inmortales, vosotros que residís en aéreos palacios, decidme (dimelo tu Iris, emisaria de Zeus)! ¿Qué enemigo sutil es mas poderoso en esta gesta? El viento, viento de Toledo, viento del linaje de Poseidón, céfiro creciente! ¡Oh olímpicos que sabéis hacer comprender a los hombres sin hablarles, pues les habláis con sueños y con imágenes! ¿Comprenderán la necesidad urgente de tapar con tapa de water la Monumental? ¿O tendrá Molés, cada vez que llueve, cada vez que se mueve un papel, que insinuarlo hasta la saciedad?.

Menor que el viento, subordinado en maldad, el siete de pendiente eliminación, es también oponente tonante, tonante como tú, Zeus Máximo que portas la égida, cuyos truenos no siempre ecuánimes atronan y cohíben el corazón de los débiles y de los no avisados.

A esta trimurte del mal hay que vencer: novillo, siete y viento.

¡Ah del castillo! ¡Oh el tercero! La faena al tercero, salvo un conjunto de medida nula, olía moderno a romero sintético al natural, ¡dioses del pellizco Romero, Paula y Morante, venid y contemplad!. Y con la izquierda se toreaba y, quizá yo viera alguno bueno pero como no soy aficionado veo mal, poco mas. El delirio, el regocijo. ¡Hermanos: la tarde se ha levantado, oremos! Ya los pañuelos dispuestos, enrojecidas las gargantas, como las de los animadores interesados de Mazinger Z, llega la hora, llega el momento, ¡Atended! ¡Mirad! ¡Soñad!...¡Callad!.
¡Entró, entró! (Diría Juan José Castillo) Pero el animalito, muy méxicano en el tipo, no cayó.
Con el descabello mal y mal y mal, como ven y ven y ven, pero en lamentable.
Y este el es final. Se acabó.

-¡A ver si se cree usted que todas las gestas van ser épicas!
-¡Hombre, yoooo...!
-¡Además, faltan tres capítulos!
-Ya, pero son repeticiones litúrgicas, ya sabe, los omito por brevedad.
-¡Alabada sea Demeter!
-¡Alabada sea!


sábado, 18 de mayo de 2013

Para todos por igual.



Qué pena de plaza, decadente, ha sido prostituida, ha claudicado. Las Ventas cuyo solo nombre hacía temblar y soñar a los toreros, respetada en el orbe taurino ha perdido fuerza, ha perdido el señorío, el señorío, como la honra, solo se pierde una vez.

Vino Morante y vino a aparejar, aparejó el peralte, Taurodelta tragó, parece, según las malas lenguas, Taurodelta no lo desmiente, que tragó luego con algo mas gordo, ¿será verdad que cinco de los toros fueron rechazados y que Morante y Manzanares dijeron que o esos o no toreaban?, ¿será?. Fuera el peralte, fuera el toro, fuera ese público malo que no sabe aplaudir. Páseme la carta de ginebras, por favor.

La plaza, mi plaza, La Monumental de las Ventas, fue ayer un Benidorm gigante, una reunión de snobs aparejados para la ocasión, dispuestos a todo con tal de triunfar, con tal de estar, con tal de aparentar ser lo que no son, y no dudo de su riqueza, dudo de sus afición.

Ayer no hubo toros, impresentables e indecentes novillos se presentaron a la atención del entendido público en productos Calvin Klein, ni el aparejador, ni el apolíneo, ni el gran maestro que confirmó fueron capaces de convencer ni a sus propios incondicionales. No era el peralte, ni era el elefantoro, quizá fuese el viento, ¡taponad esta vergüenza! ¡hacedlo ya! ¡sale un hedor repugnante a toreo moderno de ahí!. No supieron, pecado mortal de la tauromaquia moderna, lidiar a este público de dos orejas.

Algo de disidencia hubo, menos combativos con Morante de lo que en justicia debieron haber sido, casi silentes con el toricantano y algo mas agresivos contra el innovador del carbono al tungsteno. Alguna periodista, en Twitter, expresó su deseo, inconfesable pero confeso, de pegar dos tiros a los del siete, glorioso estilo Stalin, desde luego que eso aliviaría bastante la agonía hacia la total depravación de la pobre Monumental, sería una eutanasia de plaza de toros y un par de homicidios que no vienen al caso desde el punto de vista Pickwick.

El toricantano se mostró activo, deseoso de agradar, sin que me agradase en absoluto, cuestión de gusto por la colocación y el paso al frente, en el segundo se pegó el arrimón, eso se protesta habitualmente a los a los demás toreros, se conoce que Fortes tiene bula pontificia, a él se le consintió. Injusticia con los demás.

Manzanares, altivo, sobrado, alejado del toro hasta donde diesen de si culo y estaquillador, ¿el estaquillador es, también, de material de ciencia ficción?, toreó como solo pueden hacerlo los ases, los demiurgos, los iluminados, los profetas de la nueva tauromaquia, “un mandamiento nuevo os traigo: alejaos del toro para poder ligar”, descargando. ¡Descargad el corazón, hermanos, de las penas de este valle de lágrimas! ¡Creed! (Maestro, arrastro una pena muy pesada: ¡tírala inmediatamente!”)

Mereció Manzanares las tres orejas, el rabo y el indulto, no ya del toro, ¡de la reata, hasta la séptima generación! El carbono poliacrilonitrilo funcionó perfectamente. ¡Ritorna Vincitore!. Cualquier otro torero hubiese escuchado un concierto de Teleman, maestro del viento. Manzanares no. No le dieron nada por culpa de la mala hierba que aun crece en los tendidos.

Morante vino, como dije, a luchar contra los elementos, es decir, contra le peralte y el viento. Ganó la pelea a la dichosa y fatídica cuesta, la empresa se subió la falda. Al viento le ganará, como muy tarde, tres años antes de los Juegos Olímpicos. Ole por Morante, genio, monstruo, fantástico, magistral, ínclito, … ya, ya pasó. El bouque de esta ginebra recuerda el aroma de lago Constanza a comienzos de la primavera ¿no le parece?.

El público de Morante es un público pastueño, embiste siempre por derecho y es de nobleza sin par. Morante comenzó toreando al público con el capote, respondía bien, era digno de verse como las verónicas apartadas, inclonclusas, se jaleaban como si fuesen el summum del arte de torear. Si tuviese que poner un apodo al rey de los toreros del momento, le llamaría “ El Tormenta”, indefectiblemete el olé se oye antes de que se vea el pase. Ya saben, la amenaza es superior a la ejecución según Aarón Ninzowich.

El quite, los tres quites, la monumentalidad en el oficio de torear, risible en cuaquier otro coleta, para el cómodo público de ayer fue lo mas en la profesión. Al caso: El banderillero se ve a merced del toro, cogida segura, el toro, un domecq que hace honor a su casta, se para, de veras que se para, en ese momento Morante sale corriendo como alma que lleva el diablo y tira el capote a la cara al toro, Morante no deja de correr hasta las tablas ¡Qué quite! Cuando vaya a afear esa conducta a los pobres banderilleros, a los toreros de poco pelo o a los novilleros principiantes me acordaré de esto y me callaré. Para todos por igual.

Morante no encontró forma de cortar las orejas al público, no fue culpa suya, sería culpa del viento, mató del repugnante modo acostumbrado y se fue. Dejó mi plaza aplanada, y su honor y su señorío, el de la plaza, vejados. ¡Que grande es Morante!

Ahora que Francia es el referente del conocimiento y del gusto por el toreo no estaría de mas recordar el lema de la Revolución: Libertad, Igualdad, y Fraternidad. Para todos por igual.

¡Oiga, esta ginebra está asquerosa! ¡Sáquenla de la carta! . Cárguelo a gastos de representación, por favor.

martes, 14 de mayo de 2013

La buena compañía.




Viernes, los compañeros invitan a cerveza, no les puedo, ni les quiero defraudar. Llevan mas de dos meses sin cobrar, nos les queda dinero, solo les queda ánimo y, quizá, para pagar la invitación. El mundo de los triunfadores da ganas de vomitar. Acepto su invitación amable y sincera. No haber aceptado hubiese supuesto un desprecio inmerecido que no les sacaría de pobres.

¡Alabada sea Demeter! Hablemos de otros asuntos, naturalmente con el telón de fondo de la odiosa penuria, y bebamos. ¡Qué la fresca y amarga cerveza quite el amargor de las otras penas!. ¡Otra! Pongamos los miedos en modo hibernación. Marga, como la marquesa Eulalia, ríe, ríe, ríe.



Al oir las quejas de sus caballeros
Ríe, ríe, ríe, la divina Eulalia,
Pues son su tesoro las flechas de Eros,
El cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.

¡Ay de quien sus mieles y frases recoja!
¡Ay de quien del canto de su amor se fíe!
Con sus ojos lindos y su boca roja,
La divina Eulalia, ríe, ríe, ríe.

(Era un aire suave, R.Darío, Prosas profanas)

Ríe y pide cerveza y es la reina sola entre un montón de varones, su risa cascabelea y reconforta. Se empieza hablar de todo, confidencias de ayer, expectativas de mañana, la mitad de la hueste ha desertado
Marga, digo con ánimo de torear, ¿nos vamos a los toros?. Pregunto suponiendo una cortés negativa, cuando no una risa de marquesa, de Eulalia que diga: ¡que tontería!.
Marga me sorprende, cualquier mujer lo haría, dice “si”. Un “si” rotundo, redondo, aplomado, absoluto.

Un “sí” tirano que no admite marcha atrás ni componendas y a su sí le doy el pecho y apecho con lo dicho: ¡Vamos!. Margarita no ira sola, irá Mariángeles también, bien por ella, ¿que jugador de ajedrez no se sentiría dichoso de ganar dos damas?

Tiempo de espera, Marga y yo tomamos asiento, alabada sea la rubia diosa, y una cerveza, diosa oye mis plegarias, recuerda lo de la cagalera. Mariángeles se ha ido a vestir de persona, venía vestida de trabajadora. Marga me pregunta quién torea, la verdad es que no lo se, nunca se quien torea, lo veo al llegar a la plaza.

Tratamos de buscar en Internet, no hay modo y yo no llevo las gafas, “Sí, por Dios, seguro que es un perro de aguas de pelo rizado” - “Mi querido amigo, ¿cómo puede estar tan seguro de eso?” Preguntó Watson “Por la sencilla razón de que veo el mismo perro en nuestra entrada” Dijo Holmes. “Tejela, Mora y Nazaré con toros de Los Bayones”, dije con aplomo. “¿Cómo lo sabes?” dijo Marga, “porque lo estoy viendo en la pizarra que anuncia la corrida en el Plus a la puerta del bar”.

Mariángeles se ha vestido a una velocidad impropia de una señora, me daban ganas de rogarla que tardase un poco mas para guardar las formas, Mariángeles, la metamorfosis la favorece, trae la sonrisa en los labios y estos y la garganta secos. ¡Una cerveza mas, por favor! ¡Diosa es tu tarde, honor a ti!.

¿Vamos? ¡Vamos!




La tarde está preciosa, incluso hay ambiente cuando llegamos a la plaza, nadie en la taquilla, excepto los mirones de costumbre, fácil sacar una entrada cerca de las nubes, sin colas ni aglomeraciones, pienso por la pinta que trae la tarde que tres cuartos de entrada algo cortitos.

Señoras, ¿son ustedes de secano o de regadío?, …, entonces hay que abastecerse a precio de prima de riesgo por debajo de los cincuenta puntos básicos, les ofrezco un paseo hasta el Oriente, y al Oriente fuimos a por avituallamiento. Cumplida la logística volvamos a la plaza. ¿De quien son esos jazmines que huelen a gloria? Si no fuese por los toros dan ganas de quedarse en aquel reducto de calle.

¡Mujeres! ¡Seguidme! ¡Al torreón del cuatro! Asaltamos el torreón con facilidad, sin apenas oposición. Arriba en el corredor bullía el ambiente, como, hasta ahora, no había visto en la temporada. Mi ventana estaba abarrotada, imposible acodarse en ella como de costumbre. Chicas: mirad si queréis, si os dejan. Y miraron.

La diosa exige tributo, lo exige rápido y ahora, sin dilación, sin excusas. Si no se paga ahora la gabela se pagará luego y se perderá un toro. Ellas tributan en su oficina fiduciaria y yo en la mia, cada uno en su lugar como manda la decencia

Mariángeles se impacienta, quiere entrar ya, a pesar del sol, ella manda. ¡Margarita, las entradas! Alquilo tres almohadillas al amable y entendido almohadillero del 4 y le saludo con respeto. Marga hurga, explora, sondea su bolso como buena mujer de modo enervante para cualquier varón. El resultado es la nada. La nada de no hay entradas, no las hay en los bolsillos tampoco.

Estamos en el limbo del espectador, ni fuera, ni dentro. Quizá hayan caído en la Agencia Tributaria de Demeter. Allá que va compungida y con poca esperanza. Mariángeles y yo revisamos de nuevo el bolso de la sorpresa, sin ningún éxito. En ese momento una amable pareja se dirige a nosotros con una amable sonrisa. “Dónde está la chica rubia con la que os estabais haciendo fotos hace un momento” preguntan, “¡No me diga que han encontrado ustedes la entradas!” respondo como un gallego. ¿Si? ¡Si! ¡Aleluya!. ¡Muchísimas gracias por su gentileza!

Margarita vuelve apagada, cabizbaja, “¡No te apures, mujer! ¡Tenemos las entradas!. Su cara se ilumina cuando le contamos lo sucedido. ¡Vuelva la alegría y para adentro!. En general la gente de los toros es buena gente, muy educada y amable. Muy lejos de la imagen de subhumanos sin escrúpulos que el PACMA, poco a poco, va haciendo asociar a los aficionados, además el aficionado, aun el simple espectador , tienen a gala ser así, amables y gentiles.

Dentro de la plaza hace calor, hay que escalar, lo hago lento pero con la pericia que da la costumbre, la costumbre de hoy, hubo un tiempo mas feliz en que iba al bajo, Gracias ZP., gracias Rajoy, gracias Rubalcaba. La plaza se presenta a mi vista como un horizonte circular, límite de escenario de un drama por jugarse. Mas de tres cuartos de entrada, no está nada mal.

Ellas me piden, interesadas, el programa, no van a ver los nombres ni el peso de los toros, ni aún la vida de los toreros, van a ver ¡si son guapos!. La deliberación fue corta, la decisión unánime, de ellas, ¡David Mora!. Eso daba a David Mora una ventaja de dos puntos, seguramente tres por simpatía.

Matías Tejela sí estuvo allí no le recuerdo, no recuerdo nada de lo que hiciera o dejara de hacer. David Mora fue volteado pero no cogido, con gran susto por parte de las chicas, cuyo grito me sobresaltó solo un poco mas que los que suele pegar Caballero como comentarista. Se libró David por muy poco e hizo, David, poco mas. Nazaré toreo en moderno, despegado y fuera de cacho templó con verdadero arte. Sus lances resultaban de cartel de toros, esa es la pura verdad, ese toreo le quieren muchos, yo no. Aunque he de reconocerle el mérito de no haberme desagradado del todo. Toros de los Bayones, uno devuelto y poco mas.

Marga, a mi lado, sufría a cada lance, a cada colada, a cada embroque...los toros, aun la corrida mas sosa, esta lo fue, son emocionantes y esa es su grandeza y su razón de ser.

Se acabó.

Ellas salieron francamente contentas, yo también de su compañía, se hicieron ánimo de volver.

¡Gracias por todo, chicas, fue un placer!

Mi Silvia, mi chilena, me está esperando, con una sonrisa, con un beso y con la cena.
¡Te quiero, chilena! ¿Por qué no eres taurina?.