El señor Villasuso me ha diagnosticado: Soy un psicópata, un sociópata, tengo alma de carnicero. No conozco la acreditación académica que valida la opinión del señor Villasuso, ¿doctor en psicología, quizá?. Arriesgaré yo, sin acreditación académica alguna, basándome únicamente en la experiencia de mas de medio siglo de vida, el diagnóstico del señor Villasuso: un gilipollas, el señor Villasuso me parece un gilipollas (justa reciprocidad). Mi diagnóstico, naturalmente, se somete a segundas opiniones, de personas mas preparadas que yo.
No trataré aquí, ni en ningún lugar, de justificar lo injustificable, mi pasión por ver torear, por sentir la emoción del peligro, del riesgo, de la presencia de la Parca como espectadora atenta al juego de la vida y la muerte, entre un hombre gallardo, valiente, altanero y el tótem viviente de mi tribu, el dios Tauro. Dios potente, sobrecogedor, admirablemente feroz y combativo,el dios se aferra a la vida e ignora y desprecia la muerte. De libras y de poder, fiero y tenaz, armado para el combate, el dios se presenta al sacrificio hermoso, admirado y temido. Así gusta la tauromaquia a mi alma psicópata de carnicero.
Me gusta leer la Iliada, desgraciadamente no se griego, pierdo el encanto del verso, pero no la emoción de los sucedidos, gloriosa me pareció la traducción de Pemán, La Iliada canto épico, cruel, terrible: bajan al Hades las almas de los valientes guerreros tras una pedrada en la cabeza o un corte de tendones o un lanzazo brutal bajo la tetilla izquierda...Si por el señor Villasuso fuese, a tenor de su modo de pensar, la Iliada no debiera haber sido escrita (sino para lectores con alma de carnicero) en su lugar, mas amable, mas de andar por casa La Bella Helena (http://www.youtube.com/watch?v=FD4k8_fbPJc ; muy recomendable). Una opereta para divertimento y solaz de ilustres degustadores de agua de agujeros con colonia potable (con pepino, si es posible)
Se acaba la temporada, nosotros, ingenua imprevisión, llegamos tarde, aparcamiento completo, mi hermano a la busca, hablando de épica, de lugar, yo a la de entradas. Lo mío mas sencillo, menos de media plaza. Perdimos el paseillo: "Llegáis tarde" nos saluda un conocido, "creíamos que no veníais" dice otro entre un coro educado de buenas tardes que extendemos, naturalmente, a los vecinos mejicanos de localidad.
Corrida de 12 de Octubre, día de mi Patria, sin adornos, sin gracia, tan vulgarmente rutinaria como todas las de la temporada. Mi plaza no está de gala, ¿dónde están, Taurodelta, las banderas de España que en días tan señalados cubren las balconadas de gradas y andanadas? guardadas, no sea que se estropeen, que lavarlas cuesta. ¿Dónde las banderillas de gala? ¿Dónde las moñas en vez de las cintas? ¡Bah! a ustedes no les gusta mas que el carnaval de la goyesca. Definitivamente creo que Taurodelta odia a la Plaza de las Ventas.
Hubiese sido hoy, si la gestión de la mentada Taurodelta fuese acorde con sus anuncios, un día memorable, al menos para el Trivial: ¿Torero que confirmó alternativa en Madrid con mas edad? ¡El Pana!. Pero no, Taurodelta es incapaz de entrar en la historia, salvo por intentar poner boina a la plaza. El Pana estaba allí acompañado por una persona y rodeado de un vacío pavoroso (horror vacui) en los altos del 3. "¡Pana: para cuando la confirmación!" Quitándose el sombrero, educado, campechano y altanero con un aspecto que me recordó, disculpen la pareidolia, la estética de Tom Sawyer, saludo e hizo el gesto "la temporada que viene". Mi aplauso en pié y el de alguno de mis vecinos remató la escena. Tributo de pocos que mereció ser de muchos.
¡Viva México, cabrones! ¡Viva Colombia! ¿Viva España? Definitivamente esto no tiene arreglo.
Media entrada en los tendidos, pleno en el callejón. El callejón de las Ventas parece una vía comercial, los unos van a visitar los chiringuitos de los otros, se retiran o entran cuando les place, se esté lidiando o no el toro, algunos están como en su bar favorito, el de las cartas de ginebras y aguas tónicas, con las manos apoyadas en la barrera, como si de la barra se tratara. El aspecto desde fuera, desde el tendido, es el de un montón de "toi-notoi" extraordinario. recorre la barra, de vez en cuando un camarero, con toalla al hombro, a la antigua usanza. Desde allí se hacen, cuando no los hacen los monosabios, los quites mas fabulosos, se dictan las faenas, se desprecia a los paganos...Limpien eso, Taurodelta, aunque sea por lo único que se les recuerde.
Se hacen los quites, dije, que los peones ni saben, ni quieren, ni pueden hacer...pero que deberían. Deberían enfadarse cuando un callejonícola toi, les roba un quite posible, avergonzarse de no llegar, pedir perdón por dejar al compañero a merced, pero no lo hacen. No les contratan para eso, les contratan básicamente para sujetar y dar trastazos al toro, procurando partirles los pitones, contra los pilarotes de los burladeros y para poner banderillas como se pueda, si puede ser en el culo mejor. Los mejores peones son los capaces de no torear, parece. ¡Ni un solo capotazo! ¡maravillosa lidia!. Por supuesto que, amparados en los comuneros de Castilla, digo de Castaño, ya no tienen la obligación de recoger los trastos caídos al suelo, ni de desmonterarse al entregar la montera al matador. ¡Qué la coja él, si quiere!. Dentro de poco veremos a Castaño recogiendo del suelo los capotes de sus subalternos. ¡Si el Paquiro levantase la cabeza!.
Cambiemos el tercio, tercio de varas a la francesa de Molés. Nada de medir la bravura del toro a caballo parado, como se debe, sino a caballo levantado. El Caballo se va a Getafe y ponen al toro en Vladivostok, el toro se entretiene mirando a los boliches, mientras el montado hace una exhibición de monta al sordomudo que da gloria, de Getafe a Alcorcón y vuelta, dando alaridos como un Atila, haciendo repicar a rebato los estribos, y aupándose en la montura como un Indurain cualquiera. Mientras tanto el toro ha ido avanzando lento, como en el escondite inglés. Quizá se haya distraído con algún gañote con ganas de mear, o sigue pendiente de los boliches. ¡Qué emoción! El montado parece el coche de línea Alcorcón-Getafe, Getafé-Alcorcón. El toro poco a poco ha llegado al caballo, ¡es el frenesí! ¡Qué precioso juego es el escondite inglés, emociona mas que Bob Esponja!.
En otras ocasiones no ocurre así, el toro se le escapa a los decapadores de burladero y embiste a los montados a su salida al ruedo, naturalmente nadie está allí para protegerlos, para hacer el quite, el quite lo hacen, recordemos, los tois de la barrera. Disculpemos al tercero, tiene tantas obligaciones que no puede cumplir al suya. La última perversión, curiosa por lo lastimosa es indicar, todos somos Esplá, al picador donde debe ponerse y como para picar. ¿No sería mejor que contratasen picadores que conociesen el oficio? ¿O me están tomando el pelo?. Otra curiosidad: hay peones que deberían dejar el oficio por el de mensajeros ¡qué habilidad para correr al toro por dentro del callejón, sin capote, sin tropezar con ningún gañote! ¡Mi aplauso. Otra: Llamar al toro dando manotazos por fuera de la barrera como si se tratase de un cajón flamenco, ¡Ole!. En fin les mandaría a la mierda si no fuese porque aun estoy sopesando si puede mas la verdad o la educación.
¿La corrida? Toros de ni fu ni fa, el último un novillejo indigno de Madrid. Bolivar aliviado y faciloń, interpretó la tauromaquia 2.0 sin éxito. Ureña las mas de las veces desacoplado gustó mucho a sus partidarios, recibió los parabienes del 7. Tengo suerte de no entender de toros. Sergio Flores toreó, a veces.
Licorero, el choto inválido sexto cerró muy adecuadamente la mierda de temporada que Taurodelta ha ofrecido a los parroquianos. Gracias Taurodelta, es recíproco el cariño. Contra mi costumbre, por invitar a los vecinos a un brindís, no pude ofrecer mi voto a la salida de cada torero: negativo, por supuesto. Brindamos con cava en el corredor del alto y fuimos obsequiados con un excelente dulce, lo mejor de la corrida, de una de las vecinas. Se acabó, hasta la próxima, si la hubiera.
lunes, 14 de octubre de 2013
lunes, 17 de junio de 2013
Reaparición de Fernando Cruz.
Ovación cerrada a Fernando Cruz en su reaparición.
Tristeza y desolación.
Oreja: Cabreo.
Mas tristeza y mas desolación.
Taurinos están ustedes al fin del fin.
miércoles, 12 de junio de 2013
Manual
del Aficionado Avanzado en 22 puntos y dos notas
1.- Diga con suficiencia “Morante
es el mejor” si observa el menor atisbo de contradicción
enójese.
2.- Haga ver que usted estuvo en Nimes
viendo a José Tomás, deshágase en epítetos laudatorios. (No
necesita saber donde está Nimes, no se meta en jardines)
3.- En las tertulias deje caer, con
suavidad, que en Madrid no se puede torear con arte, esgrima estas
tres razones:
a) toro demasiado grande
b) público poco o nada entendido y faltón
c) demasiado viento
4.- Si estima que las razones dadas
del punto 3 son insuficientes o han causado sensación exponga las
dos siguientes:
a) El peralte hace que se caigan los toros
b) El ruedo es demasiado
grande.
5.- Una vez en la plaza actúe del
siguiente modo:
a) Si esta usted en la
sombra: mire a alrededor con suficiencia, gustándose, salude a
alguien del tendido de al lado, si conoce a alguien en el callejón
llámele la atención por el diminutivo, si no diga con fuerza
¡Pepe! Alguien se llamará Pepe en el callejón con absoluta
seguridad.
b) Si usted esta en el
sol, permanezca levantado hasta que le llamen la atención como
si escudriñara la presencia de cualquiera en la sombra, salude de
vez en cuando en esa dirección, no cruce palabra alguna con el
público de su localidad.
6.- Jamás diga nada de los toreros,
picadores o banderilleros que no pueda considerarse encomiástico,
utilice cumbre y pedazo como si fuesen adjetivos.
7.- Para no parecer reiterativo y
aparentar una cierta cultura no taurina use también, sublime,
superior, excelso, magnífico y soberbio.
8.- Jalee a los toreros de vez en
cuando, hágalo por el nombre de pila, diga: ¡Vamos D. José
Antonio! Si se trata de Morante. A los demás los puede tratar
en diminutivo, v.g: Manzanita. Naturalmente a Fandiño
dígale Iván y a El Juli llámele Julián.
9.- A la salida toro actúe del modo
siguiente:
a) Si es pequeño y
cómodo diga: muy bien presentado
b) Si es grande o bien encornado
diga:
1) exagerado si no está
gordo,
2) gordo infame si lo está.
10.- Si ve que el
toro se cae a pedazos mantenga la calma:
a) Si es pequeño afirme: hay
que esperar, hay tiempo.
b) Si es grande diga:
1) No puede con los
kilos, es un mulo.
2) O bien, mas en el lenguaje
taurino: está atacado de kilos, no es extraño que se caiga.
En cualquier caso haga ver que no
es culpa del ganadero
11.- Pida la devolución del toro solo
estos dos supuestos:
a) Lo han inutilizado durante la
lidia. Diga: mala suerte, no es culpa de nadie.
b) Es manso. Cállese y mueva la
cabeza con pena
Si alguien cerca de usted dice que
no es lo reglamentario a la primera vez envíele a
leer el Cossío, a la segunda a freír
espárragos, si el sujeto le manda a usted a tomar por culo
invoque el respeto que se debe a los toreros.
Si le ve venir con cara de querer
inflarle a hostias llame a la policia, cuando la policía le haya
sujetado diga: ¡No se a que vienen a los toros, no tienen ni
idea!
El Cossío es un libro, no hace
falta leerle, basta con saber que lo es.
12.- En el tercio de varas no siempre
se aplaude, aplauda cuando vea que lo hace alguien. Si no lo
hacen no aplauda. Si ponen al toro de largo tenga paciencia
hasta que vaya, cuando lo haga aplauda emocionadísimo, lo
demás no importa.
13.- En banderillas aplauda siempre
a) Si ve que algún banderillero
las tira al suelo diga: se ha quedado sin toro
b) Si ve que las ponen a una mano
explique: no había mas remedio, hay que hacerlo ligerito
Recuerde que el tercio de
banderillas es el único tercio que hay que hacer deprisa.
14.-
a) A Fandi y a Ferrera se les
aplaude siempre en banderillas sentado en la localidad
b) Adalid se le aplaude en pie.
15.- Si al terminar el tercio de
banderillas una cuadrilla da la vuelta al ruedo es que está
toreando Castaño: aplauda con pasión. En este caso puede evitarse
aplaudir cuando arrastren al toro.
16.- Nadie torea fuera de cacho, ni
con el pico. Si alguien a su alrededor lo insinúa diga: ¡Bajatú!.
Haga el siguiente comentario: ¡Le van a enseñar a *** estos
indocumentados a torear!
(***: nombre
de pila en diminutivo del matador, excepto en los casos reseñados)
17.- Los toreros siempre entrar a
matar bien, si la espada no cae en su sitio es culpa del toro que se
ha movido, si cae atravesada es mala suerte, nunca aviesa intención.
Aplauda el primer intento pase lo que pase.
18.- Si el oficio de descabellar no
resulta lo eficaz que debe no es que el torero no meta la pierna o
no sepa descubrir la muerte, es que el toro tiene un hueso
supernumerario en la cerviz.
19.- En cualquier caso proteste el
aviso. Aunque ya lleve un cuarto de hora de faena, el aviso es
una falta de respeto contra el matador.
20.- Muerto el toro saque el pañuelo,
no lo guarde hasta que no lo hayan arrastrado, piense que el
objetivo de usted es conseguir las dos orejas y el rabo para el
torero y el indulto para el toro.
21.- Si las protestas al torero son
mayoritarias guarde el pañuelo, échele la culpa al toro o al
viento.
22.- En las tertulias diga: ¡Qué
arte! (Como alternativa puede decir duende o pellizco). Y
pida que cubran la plaza.
22.- Pisotee a todo el mundo, después
pida respeto.
Si sigue estas reglas básicas puede
considerarse un perfecto aficionado en todas las plazas del orbe
taurino.
Nota1: Aprenda francés, al menos
hable en castellano pero con la g en vez de con la r, obtendrá un
plus adicional de afición.
Nota2: Es conveniente ir siempre a la
Sombra, cuanto menos contacto con el Sol mejor.
jueves, 6 de junio de 2013
¡Cobratú!
¡Ah! ¡La danza! El arte de Isadora
Duncan la diva descalza. ¡La danza! Coto, finca, predio de la grácil
Terpsícore. ¡Bailar! Una mujer bailando es una fracción efímera
de la divina eternidad, fascinante e incomprensible. ¡Danzad
malditos! Haced que el tiempo se pliegue a vuestros giros. Si las
flores soñasen, soñarían que danzan.
Cuentan que ayer, fulminaron la
jubilación del Señor Muñoz Infante, hombre tan ocupado que olvida
su propio cumpleaños, hubo un baile, quizá fuera un baile, una
kermesse, une matinee , en honor del Señor Muñoz Infante, quizá
no, quizá solo fuese una simple casualidad. Baile hubo ¡y que
baile! dicen los que lo dicen y en Twitter lo dicen muchos.
Supongo que a Mister Tracy Tupman y a
Mister Samuel Pickwick les hubiese gustado asistir, de haberlo hecho
hubiesen constatado las costumbres, rancias costumbres, en los
corrales de lo que va quedando de la Plaza de Toros de Madrid,
aunque, posiblemente, Mister Samuel Pickwick se hubiese llevado un
par de hostias, mínimo exigible, por intentar tomar nota de tan
pintorescos affaires.
Se comentó, como he dicho, el baile en
Twitter, fue lo que debe ser un baile: de relumbrón. Un espacio para
lucir los caballeros trajes en tonos claros y la señoras vestidos
cortos, de Martini con ginebra, agitado o mezclado según el
particular gusto. Nadie debió informar al señor Molés de tan
espectacular evento, no lo comentó, eso le honra: es de caballeros
no hacer comentarios sobre ciertos sucedidos en las kermesses.
El baile, desde luego, entra dentro del
espacio Arte y Cultura por derecho propio. Supongo que pueden ustedes
celebrar este aspecto artístico-cultural a modo en el interior de la
jaima-grano casi adlátere al monumento neo-mudéjar, digan que van
de mi parte, a lo mejor les hacen descuento.
El Jaro comentaba ayer en twitter de
manera tosca, soez y maleducada sus impresiones sobre las bondades
morales y espirituales del público de Madrid, esos qué, como en el
Principio de Indeterminación de Heisenberg, saben y no saben de
toros al mismo tiempo o según convenga. Alguien debería recordar al
Señor Navalón, Don David (cualquier respeto es poco tratándose de
taurinos) a quien sirve y de quien cobra. La empresa debería tomar
nota para cuidar a su público.
Ayer se le podía hablar a D. David a
través de su cuenta, con educación, cortesía y diplomacia, yo lo
hice en ese sentido. Hoy, Don David, ha decidido encastillar su
valentía blindando la cuenta.
Los profesionales del toro claman por
un respeto que nunca ofrecen, deberían además de potenciar su
cuerpo con fitness, dietas, juegos y carreras, templar su alma con
ejercicios diarios de humildad, tomando nota del criterio de quienes
le van a ver y corrigiéndose antes de querer corregir. Las
declaraciones del señor Navalón, apuntalan mi creencia en la
necesidad de hacer una reforma urgente y en profundidad de la Ley de
Educación.
En la tarde vino Padilla, vino a
recibir la ovación de poco respetado respetable por su fuerza de
voluntad en su recuperación. Tengo una cierta curiosidad por saber
si, verdaderamente, ofreció al Señor Morante compartir la
incipiente ovación. Si fuese así debo alabar al Señor Morante el
gusto al declinar la invitación.
El Señor Padilla quiso poner
banderillas, lo hizo muy mal. Con todos los respetos y hasta con
doblones de cabeza, creo que el señor Padilla no está para torear
en Madrid. Me temo, respetos al máximo en ese aspecto, que el puesto
que ocupó ayer en la corrida mas importante del año, presencia real
en palco, lo debiera haber ocupado otro torero mejor puesto y
dispuesto.
Todo dispuesto, todo servido: lineas
rojas, contra la costumbre de la plaza, cuesta rebajada, toros
selectos a capricho, manos dispuestas al palmeo, gargantas afinadas
al olé temprano. Todo preparado, se avecinaba la tercera edición de
esta temporada de la morantada.
No me decepcionó la morantada, el
Señor Morante estuvo en su papel, Morante estuvo muy en Morante
acostumbran a decir muchos de ustedes, y el morantismo en el suyo.
Antes de engendrar el pase ya se iba oyendo el olé, el Eeñor
Morante estuvo como siempre, ya digo, aprensivo, precavido, cauto,
prevenido y medroso, tanto que D. Fernando Fernández Román tuvo,
para mantener el cartel, que echar una mentirijilla. Hizo el señor
Morante lo que de verdad sabe hacer con la muleta: abreviar, mató
del repugnante modo acostumbrado. Yo no sentí pellizco alguno, pero
creo que un cabrón de insecto primaveral me picó en esos momentos.
Perpetrado el toro vamos a otra cosa.
Que Talía ama a Morante lo ve
cualquiera, no hay mas que mirar a los ojos a la diosa, como le
envuelve en su manto de seda, como le acuna, como le mima, le
guarece, le protege y le acaricia.
Pero Morante abusa de Talía. Sentado
en el estribo, interpretando que espera a su enemigo, lánguido,
introspectivo, inocente, se diría casi avergonzado de su propia
soledad entre tanta gente, Morante calla, mira y sueña. ¡Qué
fabuloso histrión se ha perdido!.
Casi dio unas verónicas y unas medias
casi sublimes, inconclusas por falta de toro autocopiativo. ¿Quién
elegirá los toros al Señor Morante?. Con la muleta se puso
descaradamente fuera de cacho y aplicó el pico con tanta pasión y
tanto ardor, tanta torería y tanto estilo como cualquiera. “Deje
esas alforjas en consigna, son demasiadas para este viaje”.
Parte del público, ese público del
Principio de Indeterminación, parecía, sin ninguna razón que lo
justificase, estar hasta los huevos de tanta tomadura de pelo, alguno
osó afear la postura al dios. El dios, Morante de la Puebla, ¡en
pié!, todo originalidad, todo elegancia, todo respeto, todo torería
le contestó: “Bajatú” como contestan habitualmente en Madrid
los fehacientemente indocumentados patanes.
“Déjeme, Señor Morante, que me
pongo aunque el toro me mate, para dar de comer a mis hijos, por lo
que usted ha cobrado por sentarse en el estribo” ¿Cuantos pobres
hombres suscribirían esta frase, en esta España de miseria y hambre
a la que nos han traído los que saben?.
¿Sabe Señor Morante? Lo digno, lo
elegante hubiese sido decir: “¡Cobratú!” . No vuelva por aquí.
Casi se me olvida, lo tengo apuntado en
una nota: “hablar de Francia”. De Francia me gusta mucho Alphonse
Daudet, tuve el privilegio y la curiosidad de leer “Lettres de Mon
Moulin” y me encantó.
También adoro a Edith Piaft. (¿Que
coños querría decir yo con la nota?)
Un saludo, con toda la cortesia y
educación que soy capaz de reunir.
miércoles, 5 de junio de 2013
Helarte y la Kultura
Me
incorporé
a la transmisión de la corrida de la feria del Arte y la Cultura en
varas del segundo toro, (antes
que pagar ...¡rastrear!),
supongo que me perdí
la disertación: “Especulaciones
acerca del origen de los pantanos de
Hampstead, con algunas observaciones sobre la Teoría de los
murciélagos”
de mister Pickwick y la exposición: “Las mejores Playmates de
Play-boy, los últimos 50 años” (cultura y arte) previas a la
salida del primer toro, cuya suculenta ingesta de canapés y
combinados de ginebra, asociados inescusablemente a estos eventos,
espero fuesen
del agrado de los espectadores de sombra o gañotes del callejón.
Los
tendidos, mas despoblados que los alrededores del pueblo de mi mujer
(Antofagasta, desierto de Atacama, Chile), invitaron al optimista
cálculo de los comentaristas, excelente la intervención de El
Fundi, digna de aplauso, media entrada. Admito barco como animal
marino. Lo que no estaba despoblado era el callejón, atestado como
una oficina del INEM, el gañote de entrebarreras demuestra poseer
unas inquietudes artístico-culturales muy superiores al resto de los
mortales.
Entre el
gañote supernumerario figuraba y destacaba con la cabeza asomada por
encima de la barrera un Mouriño del toreo dando órdenes a todo lo
que se movía, tal que un sargento Arencibia pero en pegao.
Yo no
entiendo de toros, bien lo saben ustedes que hace mucho tiempo me
quitaron los entorchados de aficionado, (para recuperarlos hay que
ser un profesional del toreo, la crítica doméstica o haber pasado
un domingo en un taller de tauromaquia a menos de doce metros de un
chotillo), no puedo apreciar, por tanto, si el voceador en bambalinas
estaba ordenando un 4-4-2 presionante o la concesión de una base por
bolas.
Este
suceso solo demuestra que hacen falta dos delegados, uno solo no
puede dar abasto con tanta tarea, propongo a alguien idóneo para el
cargo: mi sobrino. El delegado gubernativo no vio, ni oyó al técnico
taurómaco en cuestión, puede que el callejón esté en obras, como
mañana viene Morante...
En fin, ya
saben que hay colesterol bueno y colesterol malo, igual que hay
pocero bueno y pocero malo, hay gritón bueno, éste y gritón malo ,
el de ¡Se va sin torear!.
En otro
orden de cosas, el notición no debió ser la demostración
estudiantil, en plenas narices del ministro Wert, de la necesidad
urgente de la reforma Wert, ni la de que se ha reducido el paro 320
gramos, no. El notición taurino del día fue que ¡Ferrera puso un
par cuadrando en la cara!, (admito que puedo estar equivocado), hecho
que debiera quedar en los pocos anales que le quedan a la plaza como
un hito histórico, junto a la vuelta de los subalternos, máxima
expresión del éxito de las clases populares (las que no han visto
una carta de ginebras ni en pintura).
A lo
mollar, Adame.
Adame se
puso a torear, faena a su primero muy bien hilada, toreo erguido,
limpio, clásico, hermoso emborronado de muy mala manera con la
espada, falta de habilidad o de oficio o ambas cosas, oreja. Premio
excesivo que refleja la cultura taurina de los tendidos y la
civilización de quién, en otro momento, demostró ser un buen
presidente.
La segunda
faena fue todavía mejor, muleta agarrada por el medio, citando de
largo, tendiendo la suerte, recogiendo la embestida, gobernándola y
despidiendo con sobriedad, firmeza y categoría, recordó a alguno de
mis interlocutores en twitter, les faltará otra virtud, paciencia
no, al primer Cesar Rincón, el de las puertas grandes seguidas.
Adame me arrancó un Olé estruendoso, domiciliario que llegó a
sobresaltar a mi señora; nació de los mas profundo de mi alma de
no-aficionado.
Terminó
Adame tan elegante, tan erguido, tan torero como comenzó, trincheras
de adorno que lo hicieron. No hubo pellizcos, ni almizcles de clase
alguna, gracias a Dios. Hubo toreo de verdad y con ella.
Pero,
¡Ay!, no es torero quien no es matador de toros, Adame falló a
espadas. Todo debió quedar en nada. En una salida al tercio a
recibir el cariño y el calor de la afición. Adame hizo caso a los
profesionales que son los que saben de esto, dio la vuelta al ruedo a
petición de su cuadrilla. Me dejó muy mal sabor de boca, dos
salidas al tercio hubiesen sobrado para iniciar en un próximo futuro
la leyenda de un gran maestro.
Concluyo
ofreciéndoles el discoforum cultural: “Desmadre 75, letras para
una transición; primera parte: La chorba del Jacinto (jeta1) y, como
colofón obligado a una primera corrida del Arte y la Cultura la
exposición: “Vida sexual del rorcual azul, habilidades amatorias
de los cetáceos árticos, cuya presentación estará a cargo del
famoso profesor Cojonciano (de El Jueves) Pueden pasar a la
jaima-grano casi adlátere, digan que van de mi parte, a lo mejor les
hacen descuento. Voy a por una cerveza, ¡Alabada sea Demeter!
lunes, 3 de junio de 2013
¡Derribad!
A la decadencia le gustan los
artificios, las sorpresas, el peralte alisado, los trajes epatantes,
las vueltas al ruedo mal ganadas, las orejas regaladas, en fin todo
lo que atente contra la tradición, la costumbre, el reglamento o el
buen oficio es bienvenido por ella. La decadencia dice popularizar la
fiesta, hacerla mas divertida, mas familiar, mas de andar por casa,
en detrimento del rito, esencia de la verdad del arte de torear.
La comodidad del espectador moderno y
su prisa derivan en no procurarse el conocimiento de su diversión,
renegará de lo que aburre, aplaudirá lo que sorprenda, sin parar
mientes en las reglas, ni en el espíritu de la disciplina en
cuestión. Esto no es del todo verdad en la tauromaquia, la índole
gregaria del ser humano hace a la mayoría aunarse con los que
aparentan saber, salvo que ello estropee su diversión.
Habrán comprobado, yo lo he hecho,
que, a veces, una petición de oreja no atendida conlleva una bronca
estrepitosa, razonable o no, al presidente. Pero no una ovación al
torero, se les olvida sacarlo a saludar, salvo que las palmas
comiencen a surgir de algún lugar interesado.
La petición de oreja es un acto de
concordia social, independiente de la actuación del torero, cuando
esta se concede hay un no sé que de alivio en la plaza, una
satisfacción, gozo, puede que un éxtasis; no es el buen toreo el
que aplauden, sino la consecución del premio, en resumen, el público
se aplaude a si mismo por haber obtenido la oreja para el torero.
Observen las orejas que se conceden en plazas de tercera. Es muy
fácil conducir a las masas, solo hay que saber activar los polos de
energía.
Decadencia, la plaza de Madrid va hacia
la demolición antes que a la ofensiva y maldita tapa de water.
Demolición de ese saber que atesoraba su público, de su justicia,
de su equidad, de su sentido de las formas, de su elegancia, del
gusto por el trabajo bien hecho: de la verdad. Eso está
prácticamente en ruinas, ruinas dignas de excursiones a ver lo que
fue.
Por unas monedas podéis sentiros
aficionados duros del tendido siete, contemplaréis, admirados, sus
figuras señeras, domesticadas a base de incursiones a los platós y
las paellas con capea de las ganaderías, llevaréis, quizá, pañuelos
verdes de dimensiones extremas que airearéis cuando os lo indiquen y
luego tertuliaréis frente a ginebras de carta de ginebras y a la
tercera quizá os sentiréis un Corrochano, un Díaz-Cañabate o un
Alan Poe de andar por casa.
Antes de ayer habéis sentido la
emoción del apoteosis de los dioses menores, catarsis
autoalimentada, solo comparable a una morantada o al instante final
de una vida ilustre. Visteis a esos dioses menores exultantes de gozo,
exhibiendo impúdicos su triunfo, mientras los dioses mayores, torero
y toro, les contemplaban inactivos. ¡Lo nunca visto!
Lo nunca visto, novedad raíz y matriz
de otras muchas que vendrán instigadas por los verdaderos
aficionados: Canal +, amante del abono y de hacer nuevos abonados. La
decadencia está servida. Los intereses espurios del Sanedrín
llevaron a la cruz al Nazareno, ¡A Barrabás, a Barrabás! decían,
plenos de verdad y sabiduría.
Para conducir una masa con suavidad los
átomos de la misma deben sentirse libres, deben soñar que eligen
por sí mismos, no deben pensar haber optado por la única dirección
posible, disculpa dada al tomar la peor, sino orgullosos por haber
tomado la mejor de ellas. Y esa es la que eligieron: vuelta al ruedo
de los subalternos estando el toro en el ruedo. Como los subalternos
sabían que iba a suceder. Y de ella sienten, todavía, orgullo.
Frente la pobre vieja neomudejar, la
moderna jaima del Arte y la Cultura se ríe y se burla, es un grano
que supura, modernidad y estulticia, el sebo de la ignominia. ¡Qué
innovaciones perversas, no habrá de soportar el malhadado coso que
provengan de ella! La imaginación del decadente carece de límites.
Ovación con saludos para el acomodador que ayuda a un abuelo (muy
merecidos por otro lado), Salida al tercio del espectador que ha sido
capaz de explicar al grupo de argentinos la lidia, sin que ninguno de
ellos le demuestre que sabe mas de esto, Vuelta al ruedo del ciudadano
alemán que, a bote por toro, se ha gastado mas en cerveza que lo que
cuesta la entrada. Por poner ejemplos lógicos.
Los ciudadanos romanos daban de comer
carne de esclavo a los caracoles para engordarlos, era todo
modernidad y lujo, decadencia en estado puro.
¡Ahorradnos semejante mierda! ¡No
hace falta que cubráis la plaza: derribadla! ¡No dejéis ladrillo
sobre ladrillo! Haced que sea breve su agonía, antes de verse así,
prostituida y vejada: Mejor perder la memoria que guardar
permanentemente en ella el recuerdo de una infamia.
¡ACABAD CON ELLA! ¡Qué la Warner y
la ÑBA os sean propicias y colmen vuestros arcones!
miércoles, 29 de mayo de 2013
Prestigio
Desganado para escribir he estado
tentado de abandonar mi vicio de ver torear. La pena que me produce
ver convertida mi plaza en un teatro de variedades y el hastío que
me producen algunos taurinos eran las razones, razones sobradas, para
alejarme de esta mierda. De momento escribir me consuela y me ayuda a
vivir y las ganas de ver torear son superiores a cualquier postura
racional.
La temida, otrora, Plaza de Toros de las
Ventas, aquella que daba y quitaba, poseedora del marchamo del
magisterio es hoy un espectro de sí misma. Un recinto sagrado sin
cuidados, alevosamente deteriorado para que el clima, agua y viento,
venga en apoyo de los argumentos favorables a la cubrición, a la
Monumental hay que cubrirla como si de una burra se tratara, la
infame cubrición del monumento neo-mudéjar.
Hicieron saltar alevosamente el
aspersor central durante la lidia de un novillo, debe ser divertido,
¡qué se jodan! supongo que pensaría la empresa mientras los
novilleros lidiaban en una especie de tina de barro adecuada para la
lucha libre de las señoritas. El salto del aspersor pudo haber
causado, no como el grito que tanto denuestan, realmente una
tragedia. Les da igual, no les importa. Dejemos, por un momento la
cobertura, importante no solo para terminar con los toros en Madrid,
sino para los teléfonos móviles y los defensas centrales.
Vayamos al tintero, a lo que se me ha
quedado en el. No me refiero, aunque debiera, a la nueva y asquerosa
suerte del oficio de picar, me refiero a mi memoria, a lo que ha
quedado impregnado en ella en estos días y cuyos registros trato de
expresar. Agradezco su benevolencia.
Entre los asuntos a relatar mi posición
de cabeza alta, erguida, tal y como mi padre me enseño que se debía
torear, frente a taurinos y antitaurinos, desprecio a estos últimos
por obcecados e insensibles, por maleducados y cenutrios, por
intolerantes y porque las conversaciones con ellos se reducen a un
sarta de improperios barriobajeros que llegan a aburrir., los
taurinos, cuanto mas allegados a los que cobran peor, son peores que
estos, como los antitaurinos se creen en posesión de la verdad pero,
además, se creen en posesión del valor y la fuerza por haber estado
cerca de un cercado o de un pariente taquillero. Me insultan desde
ambos bandos con la misma fuerza y con la misma poca gracia. Me
defiendo: ayer tuve que llamar gilipollas a un gilipollas, aunque no
lo exorcicé por ello.
Me declaro:
No-Aficionado y antitaurinos a mucha
honra. (La
“s” no es errata)
Trato
de ser justo en mis apreciaciones, de decir lo que siento, de dar
valor a lo que vale y de despreciar las trampas, las mentiras y los
vicios en lo que llego a apreciar del Planeta de los toros. La verdad
me la debo a mi mismo y me la pago con largueza. Dicen los taurinos
que me menosprecian y que me insultan, me mandaron a leer el Cossio y
dudo que ellos lean, que no respeto a los toreros. Falso, no tienen
mas que repasar mis escritos. Excepto
que despreciar, en el lenguaje de los mirones de cercado o en el
de los que tienen un tío taquillero, sea no romperse la camisa ante
cualquier faena de vulgar o penosa.
Mi plaza, la plaza que ha perdido la dignidad y no por culpa del
viento; ni del gritón; ni del denigrado presidente; ni del torilero
barbado, obeso, con traje de torear de primera comunión; orejea sin
piedad, orejea que da miedo verla orejear, piden las orejas con
ansia, como si no hubiesen deseado otra cosa en su vida, las orejas
que antes de ayer no les importaban, pues lo único que importa es
pasar frío, helarte y que te duela con cariño, pellizco. Si las
orejas no se conceden ¡Braman!.
No braman la penosa presentación de los astados, la vergonzosa
suerte de varas, la falta de protección de los caballos, el desorden
de la lidia, las banderillas tiradas, el desmoche contra los
pilarotes, el estrellato del toro (cumbre del arte), las quitatinas,
los apartales, los pases de axila culo en pompa, torear desde detrás
de las barreras, irse a los Bajos del Golam con descaro: les da
igual.
¡Quieren oreja, coño! Como en los bares de los extrarradios en los
años 80.
Don Julio, presidente en cuestión, ejemplo y causa de la necesidad
de cubrir la Monumental, con el qué, gracias a Dios, no me une nada,
ni siquiera la simpatía, estaba en el callejón, allí, con
presentación infame, Molés le arrinconó como a una novia
primeriza. D. Julio dijo, desordenadamente tres cosas: que no había
mas que un treinta por ciento de pañuelos, que la oreja hubiese sido
injusta, venía precedida de un pinchazo , que no antirreglamentaria
y que si la hubiese dado ¡Lo que hubiésemos soltado por la boca los
que somos como yo! En las tres cosas le vi razón. Molés no se la
vio. Molés le demonizó. ¿Recuerdan ustedes a Gordo Cabrón de
Austin Powers?. Dije que D. Julio estaba en el callejón y no dije
que Molés se admiraba irónicamente de que estuviese allí, ironía
y admiración que no puso con Sergio Ramos en el mismo lugar pintando
este último mucho menos taurómacamente hablando.
Lo expresado me lleva a una conclusión fundamental, el reglamento
debe ser modificado, constará de un solo artículo en el sentido
siguiente: “los premios los dará Molés o quien Molés diga que
los dé”. Molés da la oreja por cortada “porque si y por que
quiero, porque soy Paco el minero”. Yo no. A mi me importan las
orejas y a Molés no. ¿qué curioso verdad?.
En otro orden de cosas, no quiero dejar de escribir sobre el atrezzo.
Hace tiempo los paseíllos en Madrid, en San Isidro fundamentalmente,
se han convertido en tristes desfiles fúnebres. Todo atisbo de
marcialidad, de majeza, de “estoy aquí” desapareció hace
tiempo. Hoy parece la entrada de funcionarios un martes por la
mañana. A mayor contribución los trajes de torear, vestidos los dan
en llamar ahora ¿Dónde están las faldas?, de autor.
Si todavía me estoy riendo de los trajes de la goyesca, ¡que
medias, Dios mio! El lucido por Morante en su primera penosa
actuación en Madrid fue para procurar no mirar, El de Talavante en
la epopeya según San Bartolo a los pigmeos era de puerta de Iglesia,
de limosna pequeña no sea que le sentase mal.
Deseo a Chechu una pronta, indolora y completa recuperación.
Chechu se presentó con traje de figurante de una adpatación musical
de Carmen de teatro alternativo de bajo presupuesto. Horrendo.
Madrid no merece respeto ni por parte de los principales actuantes,
es lógico que sea así, el público de las Ventas nos se diferencia
en absoluto, salvo un conjunto de medida nula, del público de
corrida incruenta en Denver (Colorado). Por eso vienen vestidos de
gualtrapas, de pordioseros o de figurantes de music-hall.
Algo me dejo, que no me quiero dejar de este público aleccionado.
Aunque no lo parezca estoy de acuerdo, de modo incondicional, con
Abellán: Ese grito: “¡Picador....qué malo eres! Como broma
podría pasar, que no debiera, una vez; de modo sistemático suena
parecido a ese “¡Eheeeeeee...cabrón! Con el que el público
balompédico obsequia al porteo rival cada vez que se dispone a sacar
en largo. Ciertamente penoso y estúpido grito, dicho está.
Cambio el tercio.
México me gusta, me gustaría ir allí alguna vez en mi vida. No se
la causa pero el norte de México ha ejercido siempre una gran
fascinación sobre mí. Quizá fuese mexicano en mi vida anterior,
siendo así que mi propia gente me ha confundido a veces con uno de
allá. Nada tengo contra México y si todo a favor.
Saldivar tuvo la originalísima idea de vestirse mal, no tan
lamentable como los reseñados anteriormente pero casi. Vino vestido
de subalterno. En un momento dado, tremendo, se arrodilló frente al
mefistófeles de opereta que nos cupo en desgracia en su turno y el
respetable claudicó. Su faena tuvo mas efectos especiales que una
película de Fu-Man-Chu. En lo fundamental nada, aunque lo fundamental
es la oreja, oreja que contribuye aun mas al estrechamiento de los
lazos de amistad ibérico-aztecas.
No permitas que tu patriotismo de bien nacido supere tu inteligencia.
¡Viva España! ¡Viva México! (pero la oreja de Saldivar fue una
castaña pilonga).
Final: El prestigio de las Ventas, nada tiene que ver el nombre con
el viento sino con la garrafa y las arenques, tiene aluminosis
galopante, demasiado tiempo con tanto ladrillo pasa factura: ¡Qué
se lo digan a España!. Propongo hacer lo que Rajoy, demolerla hasta
los cimientos para edificar un Centro Multiusos Moderno, con 16
plantas para aparcamiento inferiores, hotel y casino en la planta
baja, espacio cómodo y ecológico donde la Warner y la ÑBA puedan
realizar, a plena satisfacción sus eventos y piscina, pistas de
padel, campo de golf y helipuerto en la azotea.
¡Derruyan ya! ¡no prolonguen la agonía!.
viernes, 24 de mayo de 2013
Morantada
Dicen que un noble personaje defendía
con ocasión de una cena la corrección de pedir disculpas siempre
que cualquier actuación propia hubiese causado, incomodo, molestias
o daño a otra persona, sin haber tenido intención. Defendía lo
contrario un aguerrido periodista, invitado al ágape, venía a decir
que las excusas, a veces, son mucho mas molestas que el silencio.
Otros asuntos mantuvieron alejada la atención de ambos, hasta que el
noble, digamos marqués, se levantó con violencia de la mesa y
dirigiéndose al periodista le espetó. ¡Que diablos hace sobándome
el muslo!. El periodista, sin asomo de arrepentimiento y en tono muy
tranquilo dijo: “Disculpe el señor marqués, estaba convencido de
que se trataba del muslo de la señora marquesa”.
Morante ofrece una excusa, una sola
siempre, de cuya solvencia no duda el morantismo: “Para no torear
es mejor abreviar”, una excusa añeja con sabor revenido para los
morantistas, en labios de Morante, es un susurro sensual de la ninfa
Calypso. Quizá, atendiendo la argumentación del periodista, pudiera
ser mejor el silencio, un silencio acompañado de una mirada
lánguida, pero sin complejos, una mirada inteligente, limpia de toda
ira, de todo resquemor, de todo arrepentimiento, que exprese un
sentimiento mas allá de cualquier frase, que cualquier palabra. Una
mirada enmarcada por unas guedejas escapadas de una testa tan mal
peinada, expresión de una filosofía primordial cercana al absoluto
como la vida salvaje se acerca a la verdad.
Una mirada así, Morante la tiene,
Morante es mejor actor que muchos cuya cara apenas tiene un registro,
unida a un silencio sagrado del cual, el ídolo del pellizco, no
sería dueño, sería emperador, haría babear de placer a críticos
y palmeros, compañeros, panegiristas y veraneantes del taller de
tauromaquia. No sería ya la frase mas cara en los oídos del
aficionado de pantalón rosa, verde como variante, chaqueta entallada
y clavel en la solapa: “¡Qué media de Morante!” (Morante es
especialista en Medias, creo que Di Stefano las anunciaba), ni
siquiera: “¡Qué bien habla Morante!”, sino “¡Que bien calla
Morante!”. La intensidad orgónica del silencio del demiurgo
llegaría a dimensiones cósmicas, un orgasmo en toda regla del ser
vivo Universo, validaría sin necesidad de ulterior comprobación las
hoy controvertidas teorías del doctor Wilhen Reich.
Hay otra verdad fuera del insigne orbe
morantista, una verdad incómoda, una putilla, un fantasma, un alma
que pena en la quasi-realidad, diría Charles Fort, pero que exige su
trozo efímero de quasi-existencia, Una verdad que grita, aúlla
chilla, sin que se la quiera oír: “Morante no ha toreado, ni ha
querido torear, ha traído sus toros debajo del brazo y se ha
mostrado incapaz, ha vejado a la plaza, se ha reído de su público y
se ha llevado incólume su aura de majestad”.
Hay una forma mejor de excusarse, sin
poner caritas, ni afectación de filosofo de la Sorbona, Francia está
de moda en el mundo de los toros: “Para no torear mejor no venir,”
Finito dijo que venía a despedirse,
luego dijo que no. Espero que en Madrid haya sido lo primero: Adiós,
Finito, Adiós. Perera puede dar tantas vueltas al ruedo como desee o
como desee Molés. Allá él, como dicen ustedes, a mi los trofeos me
dan lo mismo.
El resultado de un choque materia –
antimateria no es, necesariamente la nada absoluta, El resultado de
contratar a Morante, Finito y Perera es una media y una vuelta.
Disfruten
jueves, 23 de mayo de 2013
Manfredi
El grito, obra de Edvar Munch, noruego,
me subyuga, me siento atraído por esa ansia visual, inconmensurable,
producto del miedo a morir, y por tanto, del miedo a vivir. El grito,
en si mismo, es un demonio que el alma exhala en un esfuerzo divino
por auto exorcizar a su proferidor. Quien lo emite turba la paz
gregaria de la manada, da la alerta y la prepara a conjurar un
peligro tenido por cierto. Peligrosos son los gritos como aquel que
costó la vida, heroicidad innecesaria, “¡Al abordaje
muchachos!” Durante la batalla de Iquique (Chile) a Prat y
a dos de sus hombres. El grito viene a ser la nota discordante que
quiere imponerse al resto de los poblanos del espacio sonoro, es, por
tanto, un dictador, un invasor. Una vez que el grito atraviesa el
cerco de los dientes se rompe la armonía y los vivos, las orejas
según los egipcios, viven para seguirle o combatirle. Gritos que
turban a la turba convirtiendo en indignos a los dignos cuando llaman
a aplicar la ley de Lynch. A veces surgen demonios ridículos que
acaban por ejecutar a su proferidor, como aquel “¡Viva
Coblenza!” Contado por Louis Pawels en “El Retorno de los
brujos”. Otras veces son la muerte en si misma, muerte que se
abalanza sobre su objetivo de modo irremisible, el demoníaco Kiai
paralizante.
Gritos.
No me gusta ir al siete, no comulgo con
las prácticas injustas de sus dominadores, ya saben, para todos por
igual. Nunca le digo a un torero lo que debe hacer o lo que debió
haber hecho, no soy torero, del mismo modo que jamás me permito el
lujo de decirle a un cocinero como se cocina ni a un mudancero como
se carga una lavadora. Me gusta o no me gusta lo que ponen a mi
atención, entonces expreso mi gusto o mi disgusto con mas o menos
vehemencia o grito de puro cabreo si me siento estafado. Pero si
profiero gritos en los toros y muchos. “¿Por qué están
ustedes tocando el culo a mi toro? ¿Por qué lo están despuntado o
inflando a hostias en el burladero? ¿Por qué insultan al dios
coleándole?” Eso si lo grito, quiero que esos demonios
persigan al infractor durante toda la función, al menos hasta que
sale por la puerta al terminar (siempre permanezco en la plaza hasta
que sale el último de los actuantes y el último de mis diablos, que
se esfuma en ese momento).
Ayer gritó uno: “¡Se
va sin torear!”, uno de tantos que gritan de modo
extemporaneo, buscando un instante de poder, invadiendo extraño la
generosa anuencia artificial de la generalidad docta e indocta. Su
grito, su demonio, dicen que fue causante de un horrible percance, lo
dicen muchos de ustedes, artistas del lenguaje, con epítetos sonoros
vulgares, malsonantes que rechazan para sí, afean en otros y de los
que se suelen blindar tras los burladeros de la exclusión o del
ninguneo. Ya había gritado antes, mucho antes, en 1820, el rondeño
Manfredi, si es que era rondeño, expulsando un demonio artero que
dicen que le costo la vida a Curro Guillén: “¿A que no lo
recibe usted?”, Guillén lo recibió. Manfredi y sus
acólitos permanecerán por siempre en el imaginario taurómaco.
Han creado ustedes, enhorabuena, un
nuevo demonio de la tauromaquia, un demonio traído a primer plano,
causante de todos los males de la fiesta, representante de la
inmoralidad de aquellos que silban y no aplauden en la plaza de toros
de Madrid, execrable y techable según muchos de ustedes.
Desgraciadamente este demonio tiene mucha peor pinta que el torilero
obeso con traje de torear de comunión y barba de dos días contra el
que bramaban ustedes ayer. “Yo soy aquel que ayer no mas
decía...”
Hay un torero herido, es verdad, le
deseo una pronta y completa recuperación lo mas indolora y lo menos
penosa posible. No me gustan las cogidas, jamás las aplaudo ni pido
tras ellas premio alguno, lo que hago es rogar por el torero.
Fandiño no me gustó ayer. No tengo
gusto para esto.
lunes, 20 de mayo de 2013
Epopeya
Me siento a ver la epopeya, El
Mahabarata, subtitulado en inglés,
http://www.youtube.com/watch?v=bdVKve8UbDI.
No leo en inglés lo fluido que sería de desear, me entero de menos
de la mitad pero me gustan las imágenes, los decorados, el
vestuario, las escenas de lucha son tremendamente infantiles,
¿recuerdan los Power Rangers? Los efectos especiales no van a la
zaga, sabrosamente inocentes. Binha puede con todo y Arjuna hace
virguerías con arco y flechas, ingenuidad no exenta de ornamentación
recargada y ostentosa, al igual que el vestuario: ¡Hablamos de
dioses, de reyes, de héroes!. Lo tengo que dejar, sintiéndolo, va a
comenzar una epopeya, una gesta en directo, anunciada a bombo y
platillo hasta con repetitivo comercial, mira que repiten y me
repiten los dichosos anuncios. De las epopeyas comunes no se conoce
la fecha, esta epopeya tiene fecha y hora 18 de mayo a las 7 de la
tarde.
Las epopeyas tienen tendencia,
querencia natural a comenzar mal, así comenzó. ¡oh Krisna feliz!,
con el oficiante vestido de pordiosero, desaliñado y desmonterado
sin venir a cuento. Todo parece dispuesto, los trovadores afinan sus
laúdes, preparan su inspiración rogando a las musas. Se han venido
contando historias terribles sobre los cornúpetas,
terminator-persiodáctilos. Hay quién, como yo, han llegado a pensar
que son carnívoros como el caballo de Diego Ventura, Atila del
rejoneo. Cuentos de muerte, de contar a la sola luz azul de un hogar
en invierno, uros mas fieros que aquel Pandereto que mató a dos
leones, quimeras con forma de bóvido, temibles como aquellos que
guardaba Gerión o como aquellos otros, alados, que compartían
cuadra con los reptilianos sirrush en el bien murado palacio de
Asurbanipal, aterradores como cuentos de la Santa Compaña, del
Kraken abrazador, del Pájaro de Trueno o del voracísimo Piasa de
ultramar. Flexípedes ferocísimos botón de muestra del poder de
Mordor ¡San Miguel flamígero nos proteja!
Los clarines, atributos de Fama, llaman
a despejar la incognita, ¿será la reencarnación de aquel en el que
se convirtió Zeus para raptar artero a la divina Europa?.
La
verdad: parece un novillejo.
Al desaliñado oficiante el terror de
pezuñas partidas se le atravesó y, justa reciprocidad, el sacerdote
tauricida le atravesó. (El segundo capítulo solo es una variante
litúrgica del primero, en aras a la brevedad me permito su omisión).
El enemigo no era tan imponente, las epopeyas son así, las fuerzas
del mal no lo son tanto si se las mira con la mente limpia, la mente
de Odín, el Padilla del Valhala o la de Shiva regenerador.
¡Felices inmortales, vosotros que
residís en aéreos palacios, decidme (dimelo tu Iris, emisaria de
Zeus)! ¿Qué enemigo sutil es mas poderoso en esta gesta? El viento,
viento de Toledo, viento del linaje de Poseidón, céfiro creciente!
¡Oh olímpicos que sabéis hacer comprender a los hombres sin
hablarles, pues les habláis con sueños y con imágenes!
¿Comprenderán la necesidad urgente de tapar con tapa de water la
Monumental? ¿O tendrá Molés, cada vez que llueve, cada vez que se
mueve un papel, que insinuarlo hasta la saciedad?.
Menor que el viento, subordinado en
maldad, el siete de pendiente eliminación, es también oponente
tonante, tonante como tú, Zeus Máximo que portas la égida, cuyos
truenos no siempre ecuánimes atronan y cohíben el corazón de los
débiles y de los no avisados.
A esta trimurte del mal hay que vencer:
novillo, siete y viento.
¡Ah del castillo! ¡Oh el tercero! La
faena al tercero, salvo un conjunto de medida nula, olía moderno a
romero sintético al natural, ¡dioses del pellizco Romero, Paula y
Morante, venid y contemplad!. Y con la izquierda se toreaba y, quizá
yo viera alguno bueno pero como no soy aficionado veo mal, poco mas.
El delirio, el regocijo. ¡Hermanos: la tarde se ha levantado,
oremos! Ya los pañuelos dispuestos, enrojecidas las gargantas, como
las de los animadores interesados de Mazinger Z, llega la hora, llega
el momento, ¡Atended! ¡Mirad! ¡Soñad!...¡Callad!.
¡Entró, entró! (Diría Juan José
Castillo) Pero el animalito, muy méxicano en el tipo, no cayó.
Con el descabello mal y mal y mal, como
ven y ven y ven, pero en lamentable.
Y este el es final. Se acabó.
-¡A ver si se cree usted que todas las
gestas van ser épicas!
-¡Hombre, yoooo...!
-¡Además, faltan tres capítulos!
-Ya, pero son repeticiones litúrgicas,
ya sabe, los omito por brevedad.
-¡Alabada sea Demeter!
-¡Alabada sea!
sábado, 18 de mayo de 2013
Para todos por igual.
Qué pena de plaza, decadente, ha sido
prostituida, ha claudicado. Las Ventas cuyo solo nombre hacía
temblar y soñar a los toreros, respetada en el orbe taurino ha
perdido fuerza, ha perdido el señorío, el señorío, como la honra,
solo se pierde una vez.
Vino Morante y vino a aparejar, aparejó
el peralte, Taurodelta tragó, parece, según las malas lenguas,
Taurodelta no lo desmiente, que tragó luego con algo mas gordo,
¿será verdad que cinco de los toros fueron rechazados y que
Morante y Manzanares dijeron que o esos o no toreaban?, ¿será?.
Fuera el peralte, fuera el toro, fuera ese público malo que no sabe
aplaudir. Páseme la carta de ginebras, por favor.
La plaza, mi plaza, La Monumental de
las Ventas, fue ayer un Benidorm gigante, una reunión de snobs
aparejados para la ocasión, dispuestos a todo con tal de triunfar,
con tal de estar, con tal de aparentar ser lo que no son, y no dudo
de su riqueza, dudo de sus afición.
Ayer no hubo toros, impresentables e
indecentes novillos se presentaron a la atención del entendido
público en productos Calvin Klein, ni el aparejador, ni el apolíneo,
ni el gran maestro que confirmó fueron capaces de convencer ni a sus
propios incondicionales. No era el peralte, ni era el elefantoro,
quizá fuese el viento, ¡taponad esta vergüenza! ¡hacedlo ya!
¡sale un hedor repugnante a toreo moderno de ahí!. No supieron,
pecado mortal de la tauromaquia moderna, lidiar a este público de
dos orejas.
Algo de disidencia hubo, menos
combativos con Morante de lo que en justicia debieron haber sido,
casi silentes con el toricantano y algo mas agresivos contra el
innovador del carbono al tungsteno. Alguna periodista, en Twitter,
expresó su deseo, inconfesable pero confeso, de pegar dos tiros a
los del siete, glorioso estilo Stalin, desde luego que eso aliviaría
bastante la agonía hacia la total depravación de la pobre
Monumental, sería una eutanasia de plaza de toros y un par de
homicidios que no vienen al caso desde el punto de vista Pickwick.
El toricantano se mostró activo,
deseoso de agradar, sin que me agradase en absoluto, cuestión de
gusto por la colocación y el paso al frente, en el segundo se pegó
el arrimón, eso se protesta habitualmente a los a los demás
toreros, se conoce que Fortes tiene bula pontificia, a él se le
consintió. Injusticia con los demás.
Manzanares, altivo, sobrado, alejado
del toro hasta donde diesen de si culo y estaquillador, ¿el
estaquillador es, también, de material de ciencia ficción?, toreó
como solo pueden hacerlo los ases, los demiurgos, los iluminados, los
profetas de la nueva tauromaquia, “un mandamiento nuevo os traigo:
alejaos del toro para poder ligar”, descargando. ¡Descargad el
corazón, hermanos, de las penas de este valle de lágrimas! ¡Creed!
(Maestro, arrastro una pena muy pesada: ¡tírala inmediatamente!”)
Mereció Manzanares las tres orejas, el
rabo y el indulto, no ya del toro, ¡de la reata, hasta la séptima
generación! El carbono poliacrilonitrilo funcionó perfectamente.
¡Ritorna Vincitore!. Cualquier otro torero hubiese escuchado un
concierto de Teleman, maestro del viento. Manzanares no. No le dieron
nada por culpa de la mala hierba que aun crece en los tendidos.
Morante vino, como dije, a luchar
contra los elementos, es decir, contra le peralte y el viento. Ganó
la pelea a la dichosa y fatídica cuesta, la empresa se subió la
falda. Al viento le ganará, como muy tarde, tres años antes de los
Juegos Olímpicos. Ole por Morante, genio, monstruo, fantástico,
magistral, ínclito, … ya, ya pasó. El bouque de esta ginebra
recuerda el aroma de lago Constanza a comienzos de la primavera ¿no
le parece?.
El público de Morante es un público
pastueño, embiste siempre por derecho y es de nobleza sin par.
Morante comenzó toreando al público con el capote, respondía
bien, era digno de verse como las verónicas apartadas, inclonclusas,
se jaleaban como si fuesen el summum del arte de torear. Si tuviese
que poner un apodo al rey de los toreros del momento, le llamaría “
El Tormenta”, indefectiblemete el olé se oye antes de que se vea
el pase. Ya saben, la amenaza es superior a la ejecución según
Aarón Ninzowich.
El quite, los tres quites, la
monumentalidad en el oficio de torear, risible en cuaquier otro
coleta, para el cómodo público de ayer fue lo mas en la profesión.
Al caso: El banderillero se ve a merced del toro, cogida segura, el
toro, un domecq que hace honor a su casta, se para, de veras que se
para, en ese momento Morante sale corriendo como alma que lleva el
diablo y tira el capote a la cara al toro, Morante no deja de correr
hasta las tablas ¡Qué quite! Cuando vaya a afear esa conducta a los
pobres banderilleros, a los toreros de poco pelo o a los novilleros
principiantes me acordaré de esto y me callaré. Para todos por
igual.
Morante no encontró forma de cortar
las orejas al público, no fue culpa suya, sería culpa del viento,
mató del repugnante modo acostumbrado y se fue. Dejó mi plaza
aplanada, y su honor y su señorío, el de la plaza, vejados. ¡Que
grande es Morante!
Ahora que Francia es el referente del
conocimiento y del gusto por el toreo no estaría de mas recordar el
lema de la Revolución: Libertad, Igualdad, y Fraternidad. Para
todos por igual.
¡Oiga, esta ginebra está asquerosa!
¡Sáquenla de la carta! . Cárguelo a gastos de representación, por
favor.
martes, 14 de mayo de 2013
La buena compañía.
Viernes,
los compañeros invitan a cerveza, no les puedo, ni les quiero
defraudar. Llevan mas de dos meses sin cobrar, nos les queda dinero,
solo les queda ánimo y, quizá, para pagar la invitación. El mundo
de los triunfadores da ganas de vomitar. Acepto su invitación amable
y sincera. No haber aceptado hubiese supuesto un desprecio inmerecido
que no les sacaría de pobres.
¡Alabada
sea Demeter! Hablemos de otros asuntos, naturalmente con el telón de
fondo de la odiosa penuria, y bebamos. ¡Qué la fresca y amarga
cerveza quite el amargor de las otras penas!. ¡Otra! Pongamos los
miedos en modo hibernación. Marga, como la marquesa Eulalia, ríe,
ríe, ríe.
Al
oir las quejas de sus caballeros
|
Ríe,
ríe, ríe, la divina Eulalia,
|
Pues
son su tesoro las flechas de Eros,
|
El
cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.
|
|
¡Ay de quien sus mieles y frases recoja!
|
¡Ay
de quien del canto de su amor se fíe!
|
Con
sus ojos lindos y su boca roja,
|
La
divina Eulalia, ríe, ríe, ríe.
(Era un aire suave, R.Darío, Prosas profanas)
|
Marga,
digo con ánimo de torear, ¿nos vamos a los toros?. Pregunto
suponiendo una cortés negativa, cuando no una risa de marquesa, de
Eulalia que diga: ¡que tontería!.
Marga
me sorprende, cualquier mujer lo haría, dice “si”. Un “si”
rotundo, redondo, aplomado, absoluto.
Un
“sí” tirano que no admite marcha atrás ni componendas y a su sí
le doy el pecho y apecho con lo dicho: ¡Vamos!. Margarita no ira
sola, irá Mariángeles también, bien por ella, ¿que jugador de
ajedrez no se sentiría dichoso de ganar dos damas?
Tiempo
de espera, Marga y yo tomamos asiento, alabada sea la rubia diosa, y
una cerveza, diosa oye mis plegarias, recuerda lo de la cagalera.
Mariángeles se ha ido a vestir de persona, venía vestida de
trabajadora. Marga me pregunta quién torea, la verdad es que no lo
se, nunca se quien torea, lo veo al llegar a la plaza.
Tratamos
de buscar en Internet, no hay modo y yo no llevo las gafas, “Sí,
por Dios, seguro que es un perro de aguas de pelo rizado” - “Mi
querido amigo, ¿cómo puede estar tan seguro de eso?” Preguntó
Watson “Por la sencilla razón de que veo el mismo perro en nuestra
entrada” Dijo Holmes. “Tejela, Mora y Nazaré con toros de Los
Bayones”, dije con aplomo. “¿Cómo lo sabes?” dijo Marga,
“porque lo estoy viendo en la pizarra que anuncia la corrida en el
Plus a la puerta del bar”.
Mariángeles
se ha vestido a una velocidad impropia de una señora, me daban ganas
de rogarla que tardase un poco mas para guardar las formas,
Mariángeles, la metamorfosis la favorece, trae la sonrisa en los
labios y estos y la garganta secos. ¡Una cerveza mas, por favor!
¡Diosa es tu tarde, honor a ti!.
¿Vamos?
¡Vamos!
La
tarde está preciosa, incluso hay ambiente cuando llegamos a la
plaza, nadie en la taquilla, excepto los mirones de costumbre, fácil
sacar una entrada cerca de las nubes, sin colas ni aglomeraciones,
pienso por la pinta que trae la tarde que tres cuartos de entrada
algo cortitos.
Señoras,
¿son ustedes de secano o de regadío?, …, entonces hay que
abastecerse a precio de prima de riesgo por debajo de los cincuenta
puntos básicos, les ofrezco un paseo hasta el Oriente, y al Oriente
fuimos a por avituallamiento. Cumplida la logística volvamos a la
plaza. ¿De quien son esos jazmines que huelen a gloria? Si no fuese
por los toros dan ganas de quedarse en aquel reducto de calle.
¡Mujeres!
¡Seguidme! ¡Al torreón del cuatro! Asaltamos el torreón con
facilidad, sin apenas oposición. Arriba en el corredor bullía el
ambiente, como, hasta ahora, no había visto en la temporada. Mi
ventana estaba abarrotada, imposible acodarse en ella como de
costumbre. Chicas: mirad si queréis, si os dejan. Y miraron.
La
diosa exige tributo, lo exige rápido y ahora, sin dilación, sin
excusas. Si no se paga ahora la gabela se pagará luego y se perderá
un toro. Ellas tributan en su oficina fiduciaria y yo en la mia, cada
uno en su lugar como manda la decencia
Mariángeles
se impacienta, quiere entrar ya, a pesar del sol, ella manda.
¡Margarita, las entradas! Alquilo tres almohadillas al amable y
entendido almohadillero del 4 y le saludo con respeto. Marga hurga,
explora, sondea su bolso como buena mujer de modo enervante para
cualquier varón. El resultado es la nada. La nada de no hay
entradas, no las hay en los bolsillos tampoco.
Estamos
en el limbo del espectador, ni fuera, ni dentro. Quizá hayan caído
en la Agencia Tributaria de Demeter. Allá que va compungida y con
poca esperanza. Mariángeles y yo revisamos de nuevo el bolso de la
sorpresa, sin ningún éxito. En ese momento una amable pareja se
dirige a nosotros con una amable sonrisa. “Dónde está la chica
rubia con la que os estabais haciendo fotos hace un momento”
preguntan, “¡No me diga que han encontrado ustedes la entradas!”
respondo como un gallego. ¿Si? ¡Si! ¡Aleluya!. ¡Muchísimas
gracias por su gentileza!
Margarita
vuelve apagada, cabizbaja, “¡No te apures, mujer! ¡Tenemos las
entradas!. Su cara se ilumina cuando le contamos lo sucedido. ¡Vuelva
la alegría y para adentro!. En general la gente de los toros es
buena gente, muy educada y amable. Muy lejos de la imagen de
subhumanos sin escrúpulos que el PACMA, poco a poco, va haciendo
asociar a los aficionados, además el aficionado, aun el simple
espectador , tienen a gala ser así, amables y gentiles.
Dentro
de la plaza hace calor, hay que escalar, lo hago lento pero con la
pericia que da la costumbre, la costumbre de hoy, hubo un tiempo mas
feliz en que iba al bajo, Gracias ZP., gracias Rajoy, gracias
Rubalcaba. La plaza se presenta a mi vista como un horizonte
circular, límite de escenario de un drama por jugarse. Mas de tres
cuartos de entrada, no está nada mal.
Ellas
me piden, interesadas, el programa, no van a ver los nombres ni el
peso de los toros, ni aún la vida de los toreros, van a ver ¡si son
guapos!. La deliberación fue corta, la decisión unánime, de ellas,
¡David Mora!. Eso daba a David Mora una ventaja de dos puntos,
seguramente tres por simpatía.
Matías
Tejela sí estuvo allí no le recuerdo, no recuerdo nada de lo que
hiciera o dejara de hacer. David Mora fue volteado pero no cogido,
con gran susto por parte de las chicas, cuyo grito me sobresaltó
solo un poco mas que los que suele pegar Caballero como comentarista.
Se libró David por muy poco e hizo, David, poco mas. Nazaré toreo
en moderno, despegado y fuera de cacho templó con verdadero arte.
Sus lances resultaban de cartel de toros, esa es la pura verdad, ese
toreo le quieren muchos, yo no. Aunque he de reconocerle el mérito
de no haberme desagradado del todo. Toros de los Bayones, uno
devuelto y poco mas.
Marga,
a mi lado, sufría a cada lance, a cada colada, a cada
embroque...los toros, aun la corrida mas sosa, esta lo fue, son
emocionantes y esa es su grandeza y su razón de ser.
Se
acabó.
Ellas
salieron francamente contentas, yo también de su compañía, se
hicieron ánimo de volver.
¡Gracias
por todo, chicas, fue un placer!
Mi
Silvia, mi chilena, me está esperando, con una sonrisa, con un beso
y con la cena.
¡Te
quiero, chilena! ¿Por qué no eres taurina?.
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