Viernes,
los compañeros invitan a cerveza, no les puedo, ni les quiero
defraudar. Llevan mas de dos meses sin cobrar, nos les queda dinero,
solo les queda ánimo y, quizá, para pagar la invitación. El mundo
de los triunfadores da ganas de vomitar. Acepto su invitación amable
y sincera. No haber aceptado hubiese supuesto un desprecio inmerecido
que no les sacaría de pobres.
¡Alabada
sea Demeter! Hablemos de otros asuntos, naturalmente con el telón de
fondo de la odiosa penuria, y bebamos. ¡Qué la fresca y amarga
cerveza quite el amargor de las otras penas!. ¡Otra! Pongamos los
miedos en modo hibernación. Marga, como la marquesa Eulalia, ríe,
ríe, ríe.
Al
oir las quejas de sus caballeros
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Ríe,
ríe, ríe, la divina Eulalia,
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Pues
son su tesoro las flechas de Eros,
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El
cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.
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¡Ay de quien sus mieles y frases recoja!
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¡Ay
de quien del canto de su amor se fíe!
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Con
sus ojos lindos y su boca roja,
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La
divina Eulalia, ríe, ríe, ríe.
(Era un aire suave, R.Darío, Prosas profanas)
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Marga,
digo con ánimo de torear, ¿nos vamos a los toros?. Pregunto
suponiendo una cortés negativa, cuando no una risa de marquesa, de
Eulalia que diga: ¡que tontería!.
Marga
me sorprende, cualquier mujer lo haría, dice “si”. Un “si”
rotundo, redondo, aplomado, absoluto.
Un
“sí” tirano que no admite marcha atrás ni componendas y a su sí
le doy el pecho y apecho con lo dicho: ¡Vamos!. Margarita no ira
sola, irá Mariángeles también, bien por ella, ¿que jugador de
ajedrez no se sentiría dichoso de ganar dos damas?
Tiempo
de espera, Marga y yo tomamos asiento, alabada sea la rubia diosa, y
una cerveza, diosa oye mis plegarias, recuerda lo de la cagalera.
Mariángeles se ha ido a vestir de persona, venía vestida de
trabajadora. Marga me pregunta quién torea, la verdad es que no lo
se, nunca se quien torea, lo veo al llegar a la plaza.
Tratamos
de buscar en Internet, no hay modo y yo no llevo las gafas, “Sí,
por Dios, seguro que es un perro de aguas de pelo rizado” - “Mi
querido amigo, ¿cómo puede estar tan seguro de eso?” Preguntó
Watson “Por la sencilla razón de que veo el mismo perro en nuestra
entrada” Dijo Holmes. “Tejela, Mora y Nazaré con toros de Los
Bayones”, dije con aplomo. “¿Cómo lo sabes?” dijo Marga,
“porque lo estoy viendo en la pizarra que anuncia la corrida en el
Plus a la puerta del bar”.
Mariángeles
se ha vestido a una velocidad impropia de una señora, me daban ganas
de rogarla que tardase un poco mas para guardar las formas,
Mariángeles, la metamorfosis la favorece, trae la sonrisa en los
labios y estos y la garganta secos. ¡Una cerveza mas, por favor!
¡Diosa es tu tarde, honor a ti!.
¿Vamos?
¡Vamos!
La
tarde está preciosa, incluso hay ambiente cuando llegamos a la
plaza, nadie en la taquilla, excepto los mirones de costumbre, fácil
sacar una entrada cerca de las nubes, sin colas ni aglomeraciones,
pienso por la pinta que trae la tarde que tres cuartos de entrada
algo cortitos.
Señoras,
¿son ustedes de secano o de regadío?, …, entonces hay que
abastecerse a precio de prima de riesgo por debajo de los cincuenta
puntos básicos, les ofrezco un paseo hasta el Oriente, y al Oriente
fuimos a por avituallamiento. Cumplida la logística volvamos a la
plaza. ¿De quien son esos jazmines que huelen a gloria? Si no fuese
por los toros dan ganas de quedarse en aquel reducto de calle.
¡Mujeres!
¡Seguidme! ¡Al torreón del cuatro! Asaltamos el torreón con
facilidad, sin apenas oposición. Arriba en el corredor bullía el
ambiente, como, hasta ahora, no había visto en la temporada. Mi
ventana estaba abarrotada, imposible acodarse en ella como de
costumbre. Chicas: mirad si queréis, si os dejan. Y miraron.
La
diosa exige tributo, lo exige rápido y ahora, sin dilación, sin
excusas. Si no se paga ahora la gabela se pagará luego y se perderá
un toro. Ellas tributan en su oficina fiduciaria y yo en la mia, cada
uno en su lugar como manda la decencia
Mariángeles
se impacienta, quiere entrar ya, a pesar del sol, ella manda.
¡Margarita, las entradas! Alquilo tres almohadillas al amable y
entendido almohadillero del 4 y le saludo con respeto. Marga hurga,
explora, sondea su bolso como buena mujer de modo enervante para
cualquier varón. El resultado es la nada. La nada de no hay
entradas, no las hay en los bolsillos tampoco.
Estamos
en el limbo del espectador, ni fuera, ni dentro. Quizá hayan caído
en la Agencia Tributaria de Demeter. Allá que va compungida y con
poca esperanza. Mariángeles y yo revisamos de nuevo el bolso de la
sorpresa, sin ningún éxito. En ese momento una amable pareja se
dirige a nosotros con una amable sonrisa. “Dónde está la chica
rubia con la que os estabais haciendo fotos hace un momento”
preguntan, “¡No me diga que han encontrado ustedes la entradas!”
respondo como un gallego. ¿Si? ¡Si! ¡Aleluya!. ¡Muchísimas
gracias por su gentileza!
Margarita
vuelve apagada, cabizbaja, “¡No te apures, mujer! ¡Tenemos las
entradas!. Su cara se ilumina cuando le contamos lo sucedido. ¡Vuelva
la alegría y para adentro!. En general la gente de los toros es
buena gente, muy educada y amable. Muy lejos de la imagen de
subhumanos sin escrúpulos que el PACMA, poco a poco, va haciendo
asociar a los aficionados, además el aficionado, aun el simple
espectador , tienen a gala ser así, amables y gentiles.
Dentro
de la plaza hace calor, hay que escalar, lo hago lento pero con la
pericia que da la costumbre, la costumbre de hoy, hubo un tiempo mas
feliz en que iba al bajo, Gracias ZP., gracias Rajoy, gracias
Rubalcaba. La plaza se presenta a mi vista como un horizonte
circular, límite de escenario de un drama por jugarse. Mas de tres
cuartos de entrada, no está nada mal.
Ellas
me piden, interesadas, el programa, no van a ver los nombres ni el
peso de los toros, ni aún la vida de los toreros, van a ver ¡si son
guapos!. La deliberación fue corta, la decisión unánime, de ellas,
¡David Mora!. Eso daba a David Mora una ventaja de dos puntos,
seguramente tres por simpatía.
Matías
Tejela sí estuvo allí no le recuerdo, no recuerdo nada de lo que
hiciera o dejara de hacer. David Mora fue volteado pero no cogido,
con gran susto por parte de las chicas, cuyo grito me sobresaltó
solo un poco mas que los que suele pegar Caballero como comentarista.
Se libró David por muy poco e hizo, David, poco mas. Nazaré toreo
en moderno, despegado y fuera de cacho templó con verdadero arte.
Sus lances resultaban de cartel de toros, esa es la pura verdad, ese
toreo le quieren muchos, yo no. Aunque he de reconocerle el mérito
de no haberme desagradado del todo. Toros de los Bayones, uno
devuelto y poco mas.
Marga,
a mi lado, sufría a cada lance, a cada colada, a cada
embroque...los toros, aun la corrida mas sosa, esta lo fue, son
emocionantes y esa es su grandeza y su razón de ser.
Se
acabó.
Ellas
salieron francamente contentas, yo también de su compañía, se
hicieron ánimo de volver.
¡Gracias
por todo, chicas, fue un placer!
Mi
Silvia, mi chilena, me está esperando, con una sonrisa, con un beso
y con la cena.
¡Te
quiero, chilena! ¿Por qué no eres taurina?.
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