martes, 14 de mayo de 2013

La buena compañía.




Viernes, los compañeros invitan a cerveza, no les puedo, ni les quiero defraudar. Llevan mas de dos meses sin cobrar, nos les queda dinero, solo les queda ánimo y, quizá, para pagar la invitación. El mundo de los triunfadores da ganas de vomitar. Acepto su invitación amable y sincera. No haber aceptado hubiese supuesto un desprecio inmerecido que no les sacaría de pobres.

¡Alabada sea Demeter! Hablemos de otros asuntos, naturalmente con el telón de fondo de la odiosa penuria, y bebamos. ¡Qué la fresca y amarga cerveza quite el amargor de las otras penas!. ¡Otra! Pongamos los miedos en modo hibernación. Marga, como la marquesa Eulalia, ríe, ríe, ríe.



Al oir las quejas de sus caballeros
Ríe, ríe, ríe, la divina Eulalia,
Pues son su tesoro las flechas de Eros,
El cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.

¡Ay de quien sus mieles y frases recoja!
¡Ay de quien del canto de su amor se fíe!
Con sus ojos lindos y su boca roja,
La divina Eulalia, ríe, ríe, ríe.

(Era un aire suave, R.Darío, Prosas profanas)

Ríe y pide cerveza y es la reina sola entre un montón de varones, su risa cascabelea y reconforta. Se empieza hablar de todo, confidencias de ayer, expectativas de mañana, la mitad de la hueste ha desertado
Marga, digo con ánimo de torear, ¿nos vamos a los toros?. Pregunto suponiendo una cortés negativa, cuando no una risa de marquesa, de Eulalia que diga: ¡que tontería!.
Marga me sorprende, cualquier mujer lo haría, dice “si”. Un “si” rotundo, redondo, aplomado, absoluto.

Un “sí” tirano que no admite marcha atrás ni componendas y a su sí le doy el pecho y apecho con lo dicho: ¡Vamos!. Margarita no ira sola, irá Mariángeles también, bien por ella, ¿que jugador de ajedrez no se sentiría dichoso de ganar dos damas?

Tiempo de espera, Marga y yo tomamos asiento, alabada sea la rubia diosa, y una cerveza, diosa oye mis plegarias, recuerda lo de la cagalera. Mariángeles se ha ido a vestir de persona, venía vestida de trabajadora. Marga me pregunta quién torea, la verdad es que no lo se, nunca se quien torea, lo veo al llegar a la plaza.

Tratamos de buscar en Internet, no hay modo y yo no llevo las gafas, “Sí, por Dios, seguro que es un perro de aguas de pelo rizado” - “Mi querido amigo, ¿cómo puede estar tan seguro de eso?” Preguntó Watson “Por la sencilla razón de que veo el mismo perro en nuestra entrada” Dijo Holmes. “Tejela, Mora y Nazaré con toros de Los Bayones”, dije con aplomo. “¿Cómo lo sabes?” dijo Marga, “porque lo estoy viendo en la pizarra que anuncia la corrida en el Plus a la puerta del bar”.

Mariángeles se ha vestido a una velocidad impropia de una señora, me daban ganas de rogarla que tardase un poco mas para guardar las formas, Mariángeles, la metamorfosis la favorece, trae la sonrisa en los labios y estos y la garganta secos. ¡Una cerveza mas, por favor! ¡Diosa es tu tarde, honor a ti!.

¿Vamos? ¡Vamos!




La tarde está preciosa, incluso hay ambiente cuando llegamos a la plaza, nadie en la taquilla, excepto los mirones de costumbre, fácil sacar una entrada cerca de las nubes, sin colas ni aglomeraciones, pienso por la pinta que trae la tarde que tres cuartos de entrada algo cortitos.

Señoras, ¿son ustedes de secano o de regadío?, …, entonces hay que abastecerse a precio de prima de riesgo por debajo de los cincuenta puntos básicos, les ofrezco un paseo hasta el Oriente, y al Oriente fuimos a por avituallamiento. Cumplida la logística volvamos a la plaza. ¿De quien son esos jazmines que huelen a gloria? Si no fuese por los toros dan ganas de quedarse en aquel reducto de calle.

¡Mujeres! ¡Seguidme! ¡Al torreón del cuatro! Asaltamos el torreón con facilidad, sin apenas oposición. Arriba en el corredor bullía el ambiente, como, hasta ahora, no había visto en la temporada. Mi ventana estaba abarrotada, imposible acodarse en ella como de costumbre. Chicas: mirad si queréis, si os dejan. Y miraron.

La diosa exige tributo, lo exige rápido y ahora, sin dilación, sin excusas. Si no se paga ahora la gabela se pagará luego y se perderá un toro. Ellas tributan en su oficina fiduciaria y yo en la mia, cada uno en su lugar como manda la decencia

Mariángeles se impacienta, quiere entrar ya, a pesar del sol, ella manda. ¡Margarita, las entradas! Alquilo tres almohadillas al amable y entendido almohadillero del 4 y le saludo con respeto. Marga hurga, explora, sondea su bolso como buena mujer de modo enervante para cualquier varón. El resultado es la nada. La nada de no hay entradas, no las hay en los bolsillos tampoco.

Estamos en el limbo del espectador, ni fuera, ni dentro. Quizá hayan caído en la Agencia Tributaria de Demeter. Allá que va compungida y con poca esperanza. Mariángeles y yo revisamos de nuevo el bolso de la sorpresa, sin ningún éxito. En ese momento una amable pareja se dirige a nosotros con una amable sonrisa. “Dónde está la chica rubia con la que os estabais haciendo fotos hace un momento” preguntan, “¡No me diga que han encontrado ustedes la entradas!” respondo como un gallego. ¿Si? ¡Si! ¡Aleluya!. ¡Muchísimas gracias por su gentileza!

Margarita vuelve apagada, cabizbaja, “¡No te apures, mujer! ¡Tenemos las entradas!. Su cara se ilumina cuando le contamos lo sucedido. ¡Vuelva la alegría y para adentro!. En general la gente de los toros es buena gente, muy educada y amable. Muy lejos de la imagen de subhumanos sin escrúpulos que el PACMA, poco a poco, va haciendo asociar a los aficionados, además el aficionado, aun el simple espectador , tienen a gala ser así, amables y gentiles.

Dentro de la plaza hace calor, hay que escalar, lo hago lento pero con la pericia que da la costumbre, la costumbre de hoy, hubo un tiempo mas feliz en que iba al bajo, Gracias ZP., gracias Rajoy, gracias Rubalcaba. La plaza se presenta a mi vista como un horizonte circular, límite de escenario de un drama por jugarse. Mas de tres cuartos de entrada, no está nada mal.

Ellas me piden, interesadas, el programa, no van a ver los nombres ni el peso de los toros, ni aún la vida de los toreros, van a ver ¡si son guapos!. La deliberación fue corta, la decisión unánime, de ellas, ¡David Mora!. Eso daba a David Mora una ventaja de dos puntos, seguramente tres por simpatía.

Matías Tejela sí estuvo allí no le recuerdo, no recuerdo nada de lo que hiciera o dejara de hacer. David Mora fue volteado pero no cogido, con gran susto por parte de las chicas, cuyo grito me sobresaltó solo un poco mas que los que suele pegar Caballero como comentarista. Se libró David por muy poco e hizo, David, poco mas. Nazaré toreo en moderno, despegado y fuera de cacho templó con verdadero arte. Sus lances resultaban de cartel de toros, esa es la pura verdad, ese toreo le quieren muchos, yo no. Aunque he de reconocerle el mérito de no haberme desagradado del todo. Toros de los Bayones, uno devuelto y poco mas.

Marga, a mi lado, sufría a cada lance, a cada colada, a cada embroque...los toros, aun la corrida mas sosa, esta lo fue, son emocionantes y esa es su grandeza y su razón de ser.

Se acabó.

Ellas salieron francamente contentas, yo también de su compañía, se hicieron ánimo de volver.

¡Gracias por todo, chicas, fue un placer!

Mi Silvia, mi chilena, me está esperando, con una sonrisa, con un beso y con la cena.
¡Te quiero, chilena! ¿Por qué no eres taurina?.

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