Amaneció un día hermoso, sol y
algunas nubes, excelente temperatura, ambiente amable. Sabía yo de
las dificultades de mi compañero de fatigas taurinas para ir a la
plaza en la tarde. Su nieta ingresada en el hospital, nada grave
gracias a Dios, le exigía ser el transporte de la familia. La
ausencia de mi hermano abogaba la natural vagancia e indolencia que
me caracterizan domingo a domingo: él suele ser mi transporte.
Se daría un festejo mayor, en la
emboinable catedral del toreo. Festejo mayor titulado “Pre-Feria”,
solo falta que al ultimo lunes de San Isidro se titule “de
farolillos” (¡manda cojones, qué mal copiamos!). Disipó mis
dudas mi esposa, compañera y amiga, con su inefable cachaza chilena:
“¿No tienes lo que hay que tener para ir solito?” Decisión
tomada: Iría.
Los dioses del toreo se apiadaron de mi
soledad y me concedieron in extremis la alegre compañía de mi
hermano, tras unas rocambolescas maniobras automovilísticas que no
vienen al caso. Llegamos al aparcamiento de la Monumental plaza
tapable, pagamos el canon al gorrilla qué nos indicó un lugar en el
desierto, hombre mayor con dificultades motrices, curiosamente no
nos pidió un cigarro, ¿estará dejando de fumar?.
Había que sacar la entrada, sencilla
operación, aunque vista de lejos parece laboriosa en las taquillas puesto que en
ellas se agolpa de todo menos compradores: mirones, carteristas,
reventas, aprovechados...Con las entradas en la mano nos dirigimos a
la puerta habitual, mucho mas cómoda la entrada por ahí que por la
grande, sin tener que pelearse por el programa. La puerta que debiera
estar abierta permanecía cerrada. Raro asunto, ya era la hora hacía
tiempo.
Auguraba yo un triste cuarto de entrada
y me equivoqué, entre cuarto y mitad y media en realidad, me saco
del error un vecino de localidad con el que entablamos charla frente
a dicha puerta, la corrida no se daba a las 6.30 sino a las 7 de la
tarde, él también se había equivocado. Mientras intercambiábamos
impresiones sobre las bondades de la cerveza, alabada sea Demeter, y
la corrida anterior, observábamos las evoluciones de un toro
telescópico, no se asuste Sr. Ordóñez me refiero a una máquina
elevadora, colaborador necesario en la perpetración del tinglado del
Arte y la Cultura, recuerden llevar abrigo y gafas y, sobre todo, la
cartera llena y atada. Toro telescópico que estorbaba el deambular
de los probables espectadores. ¿No había otro momento para trabajar
en el tinglado?.
Rogué a Demeter y a los dioses todos
para que se cayera el chiringuito, no hubo suerte, se conoce que los
dioses en Madrid se echan la siesta. Además, los dioses están hasta
los huevos de tirar chamizos en esa zona y tienen muchas mas cosas
que hacer, por ejemplo dar cagalera a Rajoy y Rubalcaba sin que se
enteren , ¡sed bendecidos, Olímpicos!
Las puertas del coso hermetizable de la
calle de Alcalá se abrieron de par en par para recibir a sus
clientes, pocos clientes a fe pasaron la puerta del torreón del
cuatro, recogimos el programa, agradable sorpresa: el cartel de toros
era de cartel de toros: precioso. Me encantó. En el interior del
programa una curiosidad por al que hubiesen peleado los antiguos
aficionados: ¿Qué tiene mas valor, que da preeminencia? ¿La
alternativa en otro lugar o la confirmación en la sombrajable plaza?
Antiguos aficionado madrileños
hubiesen protestado vehementes: ¡El toricantano 1º y 6º; nunca 1º
y 5º! Pero ahora da igual. Lo realmente importante es el pase de
callejón, el enclasamiento y la toreabilidad.
La ventana que da al patio de caballos
es una atalaya impresionante, uno casi puede leer, casi puede vivir,
los tejemanejes ocultos, las relaciones primarias de una manada
humana. Apenas el poderoso se dirige a los picadores, a los cuales si
se dirige el interesado. El gañote espera con paciencia digna de
otra actividad su pase de callejón, aquel alardea de su libro junto
a una señora, los policías nacionales mean, el jurado que parece al
mando se afana de un lado a otro en cualquiera sabe que, mientras el
mozo de cuadra lleva los atalajes de los caballos de alguacilar el
auxiliar de puyas transporta las varas armadas de a pocas cada vez,
aquel otro operario riega relajado la arena del patio, los
varilargueros se fotografían, al torero frente a la capilla todos le
ignoran. Curioso patio de venta, a veces patio de cuartel, a veces
Venta de Monipodio. ¿El personaje del patio?, ¿La figura central?
¡Anderson Murillo! Sin duda ninguna.
Una vez escalado mi escaño de
protestar, comenzó la corrida, su paseíllo, su tercio de varas
penoso, los dos distractores del toro en el burladero del seis
aburriendo al personal y tratando de desgraciar al toro a base de
hostias contra los pilarotes del burladero: lidia normal. Llegó el
tercio de banderillas, el confirmante confirmó su intención de
hacernos padecer, de su parte, el tercio de banderillas. Hubo un
tiempo en el que el último peón abandonaba el ruedo, se tapaba,
cuando el matador ofrecía las banderillas a la concurrencia y el
tercio, en pleno, era competencia del matador, en ese tiempo el
matador no tomaba el olivo, ni se escondía en el burladero, jugaba
con el toro, hasta pararlo y poderlo. Era otro tiempo.
Esto que relato no hizo del tercio de
banderillas al primer toro el tercio de banderillas de matador mas
lamentable, desde hacía mucho tiempo, en el sombrerable ruedo. No.
La ejecución fue mas execrable aun. Mi madre fue una señora
humilde, muy querida y apreciada, aspectos constatables, ya es mayor
y padece dos de las mas terribles enfermedades de estos tiempos.
Feliz día de la madre a ti, mamá, y a todas las madres.
¡No tenéis madre! Dijo el espectador
a los que aullábamos semejante mierda de tercio. La tengo, no le
quepa duda, pero las madres nada tienen que ver con esta porquería
de tercio. Que el toro se paro de fea manera en los dos primeros
pares, estoy de acuerdo, que no supo su matador solucionar el
problema y que su actuación fue horrenda convenga, contradictor, en
ello, sin que su madre tenga en esto, como ya he dicho para todas,
más que mi felicitación.
Oliva Soto, en el segundo, inició bien
el trasteo, pero se fue apagando hasta la extinción. Aceptable.
Vuelva por aquí, le recibiré con cariño y, aunque no lo crea, con
ilusión.
Llegó Esaú. Publicitado y
autopublicitado en las redes sociales, Esaú cuaja vaquillas como el
que lava, al decir de sus palmeros. Esaú gusta de jugar con los
caballos, los mueve con tacto de rey: al 6 (C6AR, Cf6) no, no, mucho
mejor al 5 (C5CD, Cb5) mejor nos volvemos al 8 (C8R, Ce8) y el toro
fue, que mala leche tiene el toro, a ser picado donde había que
haberle picado. Es bonito y pintoresco mover los caballos, supongo
que lo aprendería de Esplá. Pero semejante acción demuestra las
fuentes del saber de Esaú: Philidor, maestro del arte de trebejar
con belleza y Eugenio D'Ors en el arte de complicar.
Vino Esaú a la puerta, mientras
esperaba de rodillas unos turistas brasileños se hacían una foto de
grupo con un Ipad, esa es la verdad de la emoción. Se están
poniendo ustedes, de acuerdo, pero en esto y en casi todo, se están
poniendo demasiado lejos.
Al acabar la faena, vista la escasez de
aplausos, Esaú se cabreó, supongo que con su picador y con el
público como yo. ¡Picador culpable! (supongo que ya estará usted
acostumbrado). Por cierto que lo de Núñez fue un tuti-fruti
entretenido, unos parecía que iban y no, otros parecía que no e
iban. De todo hubo en la viña del señor, característica común,
todos tomaron las varas a regañadientes a contraquerencia, creo
recordar.
Entre el tuti-fruti y el maremágnum lidiador que se producía casi constante una denuncia: cubran ustedes
a los caballos a la salida, ustedes no están en la plaza para
decorar sino para quitar, por eso están seis de ustedes en el ruedo,
no para tomar el sol. Reconozco que son ustedes muy ornamentales,
pero se espera algo mas. Protegen ustedes tanto a los caballos como
el gorrilla supraescrito, un gorrilla tiene tanto derecho a estar
supraescrito como cualquiera, defiende nuestro coche en el
aparcamiento. Sería deseable y conveniente recordar que el primer
tercio no es un trámite, ni el hermano menor de los otros dos
tercios, sino la exaltación del arrojo y del valor, la constatación
de las ganas de torear y la medida del toro. No es el primer tercio
ese invento moderno exportado a Francia del caballo que va y viene de
Getafe y el toro puesto en Saigón. Por cierto, el primer tercio
también demuestra el grado de conocimiento taurómaco de su
lidiador.
El quinto toro, decíamos ayer, atacó
con fuerza y derribó, derribó a un gran picador de otrora, Anderson
Murillo, por el que siempre sentí un gran respeto y admiración,
quedó Anderson bajo el caballo mientras el burel, por el lado de
las tablas, corneaba al equino sin piedad. Yo temía por Anderson
bajo la mole del caballo. Me indigné, nadie quitó al toro, nadie
fue capaz, como debía, de lucir su habilidad, su arrojo y su torería
en ese dramático momento. No, tuvieron que colear los monosabios.
Toreros:¿No se ponen ustedes ni colorados?. Mi indignación llegó
al paroxismo. Fitness, pesas, paellas, ensaladas, partiditos de
fúbol sala, padel ...¡Un poco mas de torería, coño!
Arenas nos obsequió, nótese que sin
haberle hecho nosotros nada, con un tercio de banderillas casi tan
lamentable como el anterior. En dos pares se escondió en el
burladero, en el otro tomó el olivo de modo muy poco edificante.
Por fin llegó el sexto, alabados sean
los dioses, pero no fue el último, nadie en su sano juicio retiraría
una alabanza a los dioses aunque lo estuviese deseando, a por el
sexto se fue Esaú, a la puerta. El animal daba lástima, se la dio
al Presidente y aunque el pañuelo verde le chirría que ensordece,
lo devolvió.
Y Esaú volvió a la puerta, esta vez
el jabonero estaba bien educado, no conocía a Esaú de nada, no
habían sido presentados y el jabonero no acudió a la cita.
En banderillas ocurrió una curiosa
jugada de billar, uno, ya lo dije, espera de los coletudos actividad
en los quites en el tercio de varas, en el tercio de banderillas es
lo corriente...menos ayer. Ayer el del capote vio que el toro hacía
hilo con el compañero y en lugar de salir a cortar, salió
...corriendo a ganar el burladero antes que el desarmado compañero,
de milagro entraron las dos bolas a tiempo en el mismo agujero.
Indiferencia del respetable.
Esaú sabe que torea bien, sabe que
sabe mas que nadie de toros, que tiene arte para dar, tomar y
convidar a toda la vecindad, se lo dicen sus amigos de twitter y sus
amigos no pueden estar equivocados y no lo están. Esaú, para
desarrollar su arte, se coloca donde quiere: ¡tonto el que no
aplauda! Y desde el mas allá engendra el toreo circular, una serie y
otra y otra dignas de pedestal. ¡Pónganle uno en la Feria del Arte
ese! Esaú concluyo su faena sintiéndose grande e importante ¡Qué
sabremos los lerdos protestantes!.
Ante la petición de oreja de su
familia, decidió dar la vuelta al ruedos, la silbatina era
monumental, pero Esaú no recogía los pitos, sino los aplausos.
Torería.
Alguien propuso el título de la
crónica de la corrida: Presentación y despedida. No.
Mi título es: Self-service.
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