Ovación cerrada a Fernando Cruz en su reaparición.
Tristeza y desolación.
Oreja: Cabreo.
Mas tristeza y mas desolación.
Taurinos están ustedes al fin del fin.
miércoles, 12 de junio de 2013
Manual
del Aficionado Avanzado en 22 puntos y dos notas
1.- Diga con suficiencia “Morante
es el mejor” si observa el menor atisbo de contradicción
enójese.
2.- Haga ver que usted estuvo en Nimes
viendo a José Tomás, deshágase en epítetos laudatorios. (No
necesita saber donde está Nimes, no se meta en jardines)
3.- En las tertulias deje caer, con
suavidad, que en Madrid no se puede torear con arte, esgrima estas
tres razones:
a) toro demasiado grande
b) público poco o nada entendido y faltón
c) demasiado viento
4.- Si estima que las razones dadas
del punto 3 son insuficientes o han causado sensación exponga las
dos siguientes:
a) El peralte hace que se caigan los toros
b) El ruedo es demasiado
grande.
5.- Una vez en la plaza actúe del
siguiente modo:
a) Si esta usted en la
sombra: mire a alrededor con suficiencia, gustándose, salude a
alguien del tendido de al lado, si conoce a alguien en el callejón
llámele la atención por el diminutivo, si no diga con fuerza
¡Pepe! Alguien se llamará Pepe en el callejón con absoluta
seguridad.
b)Si usted esta en el
sol, permanezca levantado hasta que le llamen la atención como
si escudriñara la presencia de cualquiera en la sombra, salude de
vez en cuando en esa dirección, no cruce palabra alguna con el
público de su localidad.
6.- Jamás diga nada de los toreros,
picadores o banderilleros que no pueda considerarse encomiástico,
utilice cumbre y pedazo como si fuesen adjetivos.
7.- Para no parecer reiterativo y
aparentar una cierta cultura no taurina use también, sublime,
superior, excelso, magnífico y soberbio.
8.- Jalee a los toreros de vez en
cuando, hágalo por el nombre de pila, diga: ¡Vamos D. José
Antonio! Si se trata de Morante. A los demás los puede tratar
en diminutivo, v.g: Manzanita. Naturalmente a Fandiño
dígale Iván y a El Juli llámele Julián.
9.- A la salida toro actúe del modo
siguiente:
a) Si es pequeño y
cómodo diga: muy bien presentado
b) Si es grande o bien encornado
diga:
1) exagerado si no está
gordo,
2) gordo infame si lo está.
10.- Si ve que el
toro se cae a pedazos mantenga la calma:
a) Si es pequeño afirme: hay
que esperar, hay tiempo.
b) Si es grande diga:
1) No puede con los
kilos, es un mulo.
2) O bien, mas en el lenguaje
taurino: está atacado de kilos, no es extraño que se caiga.
En cualquier caso haga ver que no
es culpa del ganadero
11.- Pida la devolución del toro solo
estos dos supuestos:
a) Lo han inutilizado durante la
lidia. Diga: mala suerte, no es culpa de nadie.
b) Es manso. Cállese y mueva la
cabeza con pena
Si alguien cerca de usted dice que
no es lo reglamentario a la primera vez envíele a
leer el Cossío, a la segunda a freír
espárragos, si el sujeto le manda a usted a tomar por culo
invoque el respeto que se debe a los toreros.
Si le ve venir con cara de querer
inflarle a hostias llame a la policia, cuando la policía le haya
sujetado diga: ¡No se a que vienen a los toros, no tienen ni
idea!
El Cossío es un libro, no hace
falta leerle, basta con saber que lo es.
12.- En el tercio de varas no siempre
se aplaude, aplauda cuando vea que lo hace alguien. Si no lo
hacen no aplauda. Si ponen al toro de largo tenga paciencia
hasta que vaya, cuando lo haga aplauda emocionadísimo, lo
demás no importa.
13.- En banderillas aplauda siempre
a) Si ve que algún banderillero
las tira al suelo diga: se ha quedado sin toro
b) Si ve que las ponen a una mano
explique: no había mas remedio, hay que hacerlo ligerito
Recuerde que el tercio de
banderillas es el único tercio que hay que hacer deprisa.
14.-
a) A Fandi y a Ferrera se les
aplaude siempre en banderillas sentado en la localidad
b) Adalid se le aplaude en pie.
15.- Si al terminar el tercio de
banderillas una cuadrilla da la vuelta al ruedo es que está
toreando Castaño: aplauda con pasión. En este caso puede evitarse
aplaudir cuando arrastren al toro.
16.- Nadie torea fuera de cacho, ni
con el pico. Si alguien a su alrededor lo insinúa diga: ¡Bajatú!.
Haga el siguiente comentario: ¡Le van a enseñar a *** estos
indocumentados a torear!
(***: nombre
de pila en diminutivo del matador, excepto en los casos reseñados)
17.- Los toreros siempre entrar a
matar bien, si la espada no cae en su sitio es culpa del toro que se
ha movido, si cae atravesada es mala suerte, nunca aviesa intención.
Aplauda el primer intento pase lo que pase.
18.- Si el oficio de descabellar no
resulta lo eficaz que debe no es que el torero no meta la pierna o
no sepa descubrir la muerte, es que el toro tiene un hueso
supernumerario en la cerviz.
19.- En cualquier caso proteste el
aviso. Aunque ya lleve un cuarto de hora de faena, el aviso es
una falta de respeto contra el matador.
20.- Muerto el toro saque el pañuelo,
no lo guarde hasta que no lo hayan arrastrado, piense que el
objetivo de usted es conseguir las dos orejas y el rabo para el
torero y el indulto para el toro.
21.- Si las protestas al torero son
mayoritarias guarde el pañuelo, échele la culpa al toro o al
viento.
22.- En las tertulias diga: ¡Qué
arte! (Como alternativa puede decir duende o pellizco). Y
pida que cubran la plaza.
22.- Pisotee a todo el mundo, después
pida respeto.
Si sigue estas reglas básicas puede
considerarse un perfecto aficionado en todas las plazas del orbe
taurino.
Nota1: Aprenda francés, al menos
hable en castellano pero con la g en vez de con la r, obtendrá un
plus adicional de afición.
Nota2: Es conveniente ir siempre a la
Sombra, cuanto menos contacto con el Sol mejor.
¡Ah! ¡La danza! El arte de Isadora
Duncan la diva descalza. ¡La danza! Coto, finca, predio de la grácil
Terpsícore. ¡Bailar! Una mujer bailando es una fracción efímera
de la divina eternidad, fascinante e incomprensible. ¡Danzad
malditos! Haced que el tiempo se pliegue a vuestros giros. Si las
flores soñasen, soñarían que danzan.
Cuentan que ayer, fulminaron la
jubilación del Señor Muñoz Infante, hombre tan ocupado que olvida
su propio cumpleaños, hubo un baile, quizá fuera un baile, una
kermesse, une matinee , en honor del Señor Muñoz Infante, quizá
no, quizá solo fuese una simple casualidad. Baile hubo ¡y que
baile! dicen los que lo dicen y en Twitter lo dicen muchos.
Supongo que a Mister Tracy Tupman y a
Mister Samuel Pickwick les hubiese gustado asistir, de haberlo hecho
hubiesen constatado las costumbres, rancias costumbres, en los
corrales de lo que va quedando de la Plaza de Toros de Madrid,
aunque, posiblemente, Mister Samuel Pickwick se hubiese llevado un
par de hostias, mínimo exigible, por intentar tomar nota de tan
pintorescos affaires.
Se comentó, como he dicho, el baile en
Twitter, fue lo que debe ser un baile: de relumbrón. Un espacio para
lucir los caballeros trajes en tonos claros y la señoras vestidos
cortos, de Martini con ginebra, agitado o mezclado según el
particular gusto. Nadie debió informar al señor Molés de tan
espectacular evento, no lo comentó, eso le honra: es de caballeros
no hacer comentarios sobre ciertos sucedidos en las kermesses.
El baile, desde luego, entra dentro del
espacio Arte y Cultura por derecho propio. Supongo que pueden ustedes
celebrar este aspecto artístico-cultural a modo en el interior de la
jaima-grano casi adlátere al monumento neo-mudéjar, digan que van
de mi parte, a lo mejor les hacen descuento.
El Jaro comentaba ayer en twitter de
manera tosca, soez y maleducada sus impresiones sobre las bondades
morales y espirituales del público de Madrid, esos qué, como en el
Principio de Indeterminación de Heisenberg, saben y no saben de
toros al mismo tiempo o según convenga. Alguien debería recordar al
Señor Navalón, Don David (cualquier respeto es poco tratándose de
taurinos) a quien sirve y de quien cobra. La empresa debería tomar
nota para cuidar a su público.
Ayer se le podía hablar a D. David a
través de su cuenta, con educación, cortesía y diplomacia, yo lo
hice en ese sentido. Hoy, Don David, ha decidido encastillar su
valentía blindando la cuenta.
Los profesionales del toro claman por
un respeto que nunca ofrecen, deberían además de potenciar su
cuerpo con fitness, dietas, juegos y carreras, templar su alma con
ejercicios diarios de humildad, tomando nota del criterio de quienes
le van a ver y corrigiéndose antes de querer corregir. Las
declaraciones del señor Navalón, apuntalan mi creencia en la
necesidad de hacer una reforma urgente y en profundidad de la Ley de
Educación.
En la tarde vino Padilla, vino a
recibir la ovación de poco respetado respetable por su fuerza de
voluntad en su recuperación. Tengo una cierta curiosidad por saber
si, verdaderamente, ofreció al Señor Morante compartir la
incipiente ovación. Si fuese así debo alabar al Señor Morante el
gusto al declinar la invitación.
El Señor Padilla quiso poner
banderillas, lo hizo muy mal. Con todos los respetos y hasta con
doblones de cabeza, creo que el señor Padilla no está para torear
en Madrid. Me temo, respetos al máximo en ese aspecto, que el puesto
que ocupó ayer en la corrida mas importante del año, presencia real
en palco, lo debiera haber ocupado otro torero mejor puesto y
dispuesto.
Todo dispuesto, todo servido: lineas
rojas, contra la costumbre de la plaza, cuesta rebajada, toros
selectos a capricho, manos dispuestas al palmeo, gargantas afinadas
al olé temprano. Todo preparado, se avecinaba la tercera edición de
esta temporada de la morantada.
No me decepcionó la morantada, el
Señor Morante estuvo en su papel, Morante estuvo muy en Morante
acostumbran a decir muchos de ustedes, y el morantismo en el suyo.
Antes de engendrar el pase ya se iba oyendo el olé, el Eeñor
Morante estuvo como siempre, ya digo, aprensivo, precavido, cauto,
prevenido y medroso, tanto que D. Fernando Fernández Román tuvo,
para mantener el cartel, que echar una mentirijilla. Hizo el señor
Morante lo que de verdad sabe hacer con la muleta: abreviar, mató
del repugnante modo acostumbrado. Yo no sentí pellizco alguno, pero
creo que un cabrón de insecto primaveral me picó en esos momentos.
Perpetrado el toro vamos a otra cosa.
Que Talía ama a Morante lo ve
cualquiera, no hay mas que mirar a los ojos a la diosa, como le
envuelve en su manto de seda, como le acuna, como le mima, le
guarece, le protege y le acaricia.
Pero Morante abusa de Talía. Sentado
en el estribo, interpretando que espera a su enemigo, lánguido,
introspectivo, inocente, se diría casi avergonzado de su propia
soledad entre tanta gente, Morante calla, mira y sueña. ¡Qué
fabuloso histrión se ha perdido!.
Casi dio unas verónicas y unas medias
casi sublimes, inconclusas por falta de toro autocopiativo. ¿Quién
elegirá los toros al Señor Morante?. Con la muleta se puso
descaradamente fuera de cacho y aplicó el pico con tanta pasión y
tanto ardor, tanta torería y tanto estilo como cualquiera. “Deje
esas alforjas en consigna, son demasiadas para este viaje”.
Parte del público, ese público del
Principio de Indeterminación, parecía, sin ninguna razón que lo
justificase, estar hasta los huevos de tanta tomadura de pelo, alguno
osó afear la postura al dios. El dios, Morante de la Puebla, ¡en
pié!, todo originalidad, todo elegancia, todo respeto, todo torería
le contestó: “Bajatú” como contestan habitualmente en Madrid
los fehacientemente indocumentados patanes.
“Déjeme, Señor Morante, que me
pongo aunque el toro me mate, para dar de comer a mis hijos, por lo
que usted ha cobrado por sentarse en el estribo” ¿Cuantos pobres
hombres suscribirían esta frase, en esta España de miseria y hambre
a la que nos han traído los que saben?.
¿Sabe Señor Morante? Lo digno, lo
elegante hubiese sido decir: “¡Cobratú!” . No vuelva por aquí.
Casi se me olvida, lo tengo apuntado en
una nota: “hablar de Francia”. De Francia me gusta mucho Alphonse
Daudet, tuve el privilegio y la curiosidad de leer “Lettres de Mon
Moulin” y me encantó.
También adoro a Edith Piaft. (¿Que
coños querría decir yo con la nota?)
Un saludo, con toda la cortesia y
educación que soy capaz de reunir.
Me
incorporé
a la transmisión de la corrida de la feria del Arte y la Cultura en
varas del segundo toro, (antes
que pagar ...¡rastrear!),
supongo que me perdí
la disertación: “Especulaciones
acerca del origen de los pantanosde
Hampstead, con algunas observaciones sobre la Teoría de los
murciélagos”
de mister Pickwick y la exposición: “Las mejores Playmates de
Play-boy, los últimos 50 años” (cultura y arte) previas a la
salida del primer toro, cuya suculenta ingesta de canapés y
combinados de ginebra, asociados inescusablemente a estos eventos,
espero fuesen
del agrado de los espectadores de sombra o gañotes del callejón.
Los
tendidos, mas despoblados que los alrededores del pueblo de mi mujer
(Antofagasta, desierto de Atacama, Chile), invitaron al optimista
cálculo de los comentaristas, excelente la intervención de El
Fundi, digna de aplauso, media entrada. Admito barco como animal
marino. Lo que no estaba despoblado era el callejón, atestado como
una oficina del INEM, el gañote de entrebarreras demuestra poseer
unas inquietudes artístico-culturales muy superiores al resto de los
mortales.
Entre el
gañote supernumerario figuraba y destacaba con la cabeza asomada por
encima de la barrera un Mouriño del toreo dando órdenes a todo lo
que se movía, tal que un sargento Arencibia pero en pegao.
Yo no
entiendo de toros, bien lo saben ustedes que hace mucho tiempo me
quitaron los entorchados de aficionado, (para recuperarlos hay que
ser un profesional del toreo, la crítica doméstica o haber pasado
un domingo en un taller de tauromaquia a menos de doce metros de un
chotillo), no puedo apreciar, por tanto, si el voceador en bambalinas
estaba ordenando un 4-4-2 presionante o la concesión de una base por
bolas.
Este
suceso solo demuestra que hacen falta dos delegados, uno solo no
puede dar abasto con tanta tarea, propongo a alguien idóneo para el
cargo: mi sobrino. El delegado gubernativo no vio, ni oyó al técnico
taurómaco en cuestión, puede que el callejón esté en obras, como
mañana viene Morante...
En fin, ya
saben que hay colesterol bueno y colesterol malo, igual que hay
pocero bueno y pocero malo, hay gritón bueno, éste y gritón malo ,
el de ¡Se va sin torear!.
En otro
orden de cosas, el notición no debió ser la demostración
estudiantil, en plenas narices del ministro Wert, de la necesidad
urgente de la reforma Wert, ni la de que se ha reducido el paro 320
gramos, no. El notición taurino del día fue que ¡Ferrera puso un
par cuadrando en la cara!, (admito que puedo estar equivocado), hecho
que debiera quedar en los pocos anales que le quedan a la plaza como
un hito histórico, junto a la vuelta de los subalternos, máxima
expresión del éxito de las clases populares (las que no han visto
una carta de ginebras ni en pintura).
A lo
mollar, Adame.
Adame se
puso a torear, faena a su primero muy bien hilada, toreo erguido,
limpio, clásico, hermoso emborronado de muy mala manera con la
espada, falta de habilidad o de oficio o ambas cosas, oreja. Premio
excesivo que refleja la cultura taurina de los tendidos y la
civilización de quién, en otro momento, demostró ser un buen
presidente.
La segunda
faena fue todavía mejor, muleta agarrada por el medio, citando de
largo, tendiendo la suerte, recogiendo la embestida, gobernándola y
despidiendo con sobriedad, firmeza y categoría, recordó a alguno de
mis interlocutores en twitter, les faltará otra virtud, paciencia
no, al primer Cesar Rincón, el de las puertas grandes seguidas.
Adame me arrancó un Olé estruendoso, domiciliario que llegó a
sobresaltar a mi señora; nació de los mas profundo de mi alma de
no-aficionado.
Terminó
Adame tan elegante, tan erguido, tan torero como comenzó, trincheras
de adorno que lo hicieron. No hubo pellizcos, ni almizcles de clase
alguna, gracias a Dios. Hubo toreo de verdad y con ella.
Pero,
¡Ay!, no es torero quien no es matador de toros, Adame falló a
espadas. Todo debió quedar en nada. En una salida al tercio a
recibir el cariño y el calor de la afición. Adame hizo caso a los
profesionales que son los que saben de esto, dio la vuelta al ruedo a
petición de su cuadrilla. Me dejó muy mal sabor de boca, dos
salidas al tercio hubiesen sobrado para iniciar en un próximo futuro
la leyenda de un gran maestro.
Concluyo
ofreciéndoles el discoforum cultural: “Desmadre 75, letras para
una transición; primera parte: La chorba del Jacinto (jeta1) y, como
colofón obligado a una primera corrida del Arte y la Cultura la
exposición: “Vida sexual del rorcual azul, habilidades amatorias
de los cetáceos árticos, cuya presentación estará a cargo del
famoso profesor Cojonciano (de El Jueves) Pueden pasar a la
jaima-grano casi adlátere, digan que van de mi parte, a lo mejor les
hacen descuento. Voy a por una cerveza, ¡Alabada sea Demeter!
A la decadencia le gustan los
artificios, las sorpresas, el peralte alisado, los trajes epatantes,
las vueltas al ruedo mal ganadas, las orejas regaladas, en fin todo
lo que atente contra la tradición, la costumbre, el reglamento o el
buen oficio es bienvenido por ella. La decadencia dice popularizar la
fiesta, hacerla mas divertida, mas familiar, mas de andar por casa,
en detrimento del rito, esencia de la verdad del arte de torear.
La comodidad del espectador moderno y
su prisa derivan en no procurarse el conocimiento de su diversión,
renegará de lo que aburre, aplaudirá lo que sorprenda, sin parar
mientes en las reglas, ni en el espíritu de la disciplina en
cuestión. Esto no es del todo verdad en la tauromaquia, la índole
gregaria del ser humano hace a la mayoría aunarse con los que
aparentan saber, salvo que ello estropee su diversión.
Habrán comprobado, yo lo he hecho,
que, a veces, una petición de oreja no atendida conlleva una bronca
estrepitosa, razonable o no, al presidente. Pero no una ovación al
torero, se les olvida sacarlo a saludar, salvo que las palmas
comiencen a surgir de algún lugar interesado.
La petición de oreja es un acto de
concordia social, independiente de la actuación del torero, cuando
esta se concede hay un no sé que de alivio en la plaza, una
satisfacción, gozo, puede que un éxtasis; no es el buen toreo el
que aplauden, sino la consecución del premio, en resumen, el público
se aplaude a si mismo por haber obtenido la oreja para el torero.
Observen las orejas que se conceden en plazas de tercera. Es muy
fácil conducir a las masas, solo hay que saber activar los polos de
energía.
Decadencia, la plaza de Madrid va hacia
la demolición antes que a la ofensiva y maldita tapa de water.
Demolición de ese saber que atesoraba su público, de su justicia,
de su equidad, de su sentido de las formas, de su elegancia, del
gusto por el trabajo bien hecho: de la verdad. Eso está
prácticamente en ruinas, ruinas dignas de excursiones a ver lo que
fue.
Por unas monedas podéis sentiros
aficionados duros del tendido siete, contemplaréis, admirados, sus
figuras señeras, domesticadas a base de incursiones a los platós y
las paellas con capea de las ganaderías, llevaréis, quizá, pañuelos
verdes de dimensiones extremas que airearéis cuando os lo indiquen y
luego tertuliaréis frente a ginebras de carta de ginebras y a la
tercera quizá os sentiréis un Corrochano, un Díaz-Cañabate o un
Alan Poe de andar por casa.
Antes de ayer habéis sentido la
emoción del apoteosis de los dioses menores, catarsis
autoalimentada, solo comparable a una morantada o al instante final
de una vida ilustre. Visteis a esos dioses menores exultantes de gozo,
exhibiendo impúdicos su triunfo, mientras los dioses mayores, torero
y toro, les contemplaban inactivos. ¡Lo nunca visto!
Lo nunca visto, novedad raíz y matriz
de otras muchas que vendrán instigadas por los verdaderos
aficionados: Canal +, amante del abono y de hacer nuevos abonados. La
decadencia está servida. Los intereses espurios del Sanedrín
llevaron a la cruz al Nazareno, ¡A Barrabás, a Barrabás! decían,
plenos de verdad y sabiduría.
Para conducir una masa con suavidad los
átomos de la misma deben sentirse libres, deben soñar que eligen
por sí mismos, no deben pensar haber optado por la única dirección
posible, disculpa dada al tomar la peor, sino orgullosos por haber
tomado la mejor de ellas. Y esa es la que eligieron: vuelta al ruedo
de los subalternos estando el toro en el ruedo. Como los subalternos
sabían que iba a suceder. Y de ella sienten, todavía, orgullo.
Frente la pobre vieja neomudejar, la
moderna jaima del Arte y la Cultura se ríe y se burla, es un grano
que supura, modernidad y estulticia, el sebo de la ignominia. ¡Qué
innovaciones perversas, no habrá de soportar el malhadado coso que
provengan de ella! La imaginación del decadente carece de límites.
Ovación con saludos para el acomodador que ayuda a un abuelo (muy
merecidos por otro lado), Salida al tercio del espectador que ha sido
capaz de explicar al grupo de argentinos la lidia, sin que ninguno de
ellos le demuestre que sabe mas de esto, Vuelta al ruedo del ciudadano
alemán que, a bote por toro, se ha gastado mas en cerveza que lo que
cuesta la entrada. Por poner ejemplos lógicos.
Los ciudadanos romanos daban de comer
carne de esclavo a los caracoles para engordarlos, era todo
modernidad y lujo, decadencia en estado puro.
¡Ahorradnos semejante mierda! ¡No
hace falta que cubráis la plaza: derribadla! ¡No dejéis ladrillo
sobre ladrillo! Haced que sea breve su agonía, antes de verse así,
prostituida y vejada: Mejor perder la memoria que guardar
permanentemente en ella el recuerdo de una infamia.
¡ACABAD CON ELLA! ¡Qué la Warner y
la ÑBA os sean propicias y colmen vuestros arcones!