miércoles, 29 de mayo de 2013

Prestigio






Desganado para escribir he estado tentado de abandonar mi vicio de ver torear. La pena que me produce ver convertida mi plaza en un teatro de variedades y el hastío que me producen algunos taurinos eran las razones, razones sobradas, para alejarme de esta mierda. De momento escribir me consuela y me ayuda a vivir y las ganas de ver torear son superiores a cualquier postura racional.

La temida, otrora, Plaza de Toros de las Ventas, aquella que daba y quitaba, poseedora del marchamo del magisterio es hoy un espectro de sí misma. Un recinto sagrado sin cuidados, alevosamente deteriorado para que el clima, agua y viento, venga en apoyo de los argumentos favorables a la cubrición, a la Monumental hay que cubrirla como si de una burra se tratara, la infame cubrición del monumento neo-mudéjar.

Hicieron saltar alevosamente el aspersor central durante la lidia de un novillo, debe ser divertido, ¡qué se jodan! supongo que pensaría la empresa mientras los novilleros lidiaban en una especie de tina de barro adecuada para la lucha libre de las señoritas. El salto del aspersor pudo haber causado, no como el grito que tanto denuestan, realmente una tragedia. Les da igual, no les importa. Dejemos, por un momento la cobertura, importante no solo para terminar con los toros en Madrid, sino para los teléfonos móviles y los defensas centrales.

Vayamos al tintero, a lo que se me ha quedado en el. No me refiero, aunque debiera, a la nueva y asquerosa suerte del oficio de picar, me refiero a mi memoria, a lo que ha quedado impregnado en ella en estos días y cuyos registros trato de expresar. Agradezco su benevolencia.

Entre los asuntos a relatar mi posición de cabeza alta, erguida, tal y como mi padre me enseño que se debía torear, frente a taurinos y antitaurinos, desprecio a estos últimos por obcecados e insensibles, por maleducados y cenutrios, por intolerantes y porque las conversaciones con ellos se reducen a un sarta de improperios barriobajeros que llegan a aburrir., los taurinos, cuanto mas allegados a los que cobran peor, son peores que estos, como los antitaurinos se creen en posesión de la verdad pero, además, se creen en posesión del valor y la fuerza por haber estado cerca de un cercado o de un pariente taquillero. Me insultan desde ambos bandos con la misma fuerza y con la misma poca gracia. Me defiendo: ayer tuve que llamar gilipollas a un gilipollas, aunque no lo exorcicé por ello.

Me declaro:

No-Aficionado y antitaurinos a mucha honra. (La “s” no es errata)

Trato de ser justo en mis apreciaciones, de decir lo que siento, de dar valor a lo que vale y de despreciar las trampas, las mentiras y los vicios en lo que llego a apreciar del Planeta de los toros. La verdad me la debo a mi mismo y me la pago con largueza. Dicen los taurinos que me menosprecian y que me insultan, me mandaron a leer el Cossio y dudo que ellos lean, que no respeto a los toreros. Falso, no tienen mas que repasar mis escritos. Excepto que despreciar, en el lenguaje de los mirones de cercado o en el de los que tienen un tío taquillero, sea no romperse la camisa ante cualquier faena de vulgar o penosa.

Mi plaza, la plaza que ha perdido la dignidad y no por culpa del viento; ni del gritón; ni del denigrado presidente; ni del torilero barbado, obeso, con traje de torear de primera comunión; orejea sin piedad, orejea que da miedo verla orejear, piden las orejas con ansia, como si no hubiesen deseado otra cosa en su vida, las orejas que antes de ayer no les importaban, pues lo único que importa es pasar frío, helarte y que te duela con cariño, pellizco. Si las orejas no se conceden ¡Braman!.

No braman la penosa presentación de los astados, la vergonzosa suerte de varas, la falta de protección de los caballos, el desorden de la lidia, las banderillas tiradas, el desmoche contra los pilarotes, el estrellato del toro (cumbre del arte), las quitatinas, los apartales, los pases de axila culo en pompa, torear desde detrás de las barreras, irse a los Bajos del Golam con descaro: les da igual.
¡Quieren oreja, coño! Como en los bares de los extrarradios en los años 80.

Don Julio, presidente en cuestión, ejemplo y causa de la necesidad de cubrir la Monumental, con el qué, gracias a Dios, no me une nada, ni siquiera la simpatía, estaba en el callejón, allí, con presentación infame, Molés le arrinconó como a una novia primeriza. D. Julio dijo, desordenadamente tres cosas: que no había mas que un treinta por ciento de pañuelos, que la oreja hubiese sido injusta, venía precedida de un pinchazo , que no antirreglamentaria y que si la hubiese dado ¡Lo que hubiésemos soltado por la boca los que somos como yo! En las tres cosas le vi razón. Molés no se la vio. Molés le demonizó. ¿Recuerdan ustedes a Gordo Cabrón de Austin Powers?. Dije que D. Julio estaba en el callejón y no dije que Molés se admiraba irónicamente de que estuviese allí, ironía y admiración que no puso con Sergio Ramos en el mismo lugar pintando este último mucho menos taurómacamente hablando.

Lo expresado me lleva a una conclusión fundamental, el reglamento debe ser modificado, constará de un solo artículo en el sentido siguiente: “los premios los dará Molés o quien Molés diga que los dé”. Molés da la oreja por cortada “porque si y por que quiero, porque soy Paco el minero”. Yo no. A mi me importan las orejas y a Molés no. ¿qué curioso verdad?.

En otro orden de cosas, no quiero dejar de escribir sobre el atrezzo. Hace tiempo los paseíllos en Madrid, en San Isidro fundamentalmente, se han convertido en tristes desfiles fúnebres. Todo atisbo de marcialidad, de majeza, de “estoy aquí” desapareció hace tiempo. Hoy parece la entrada de funcionarios un martes por la mañana. A mayor contribución los trajes de torear, vestidos los dan en llamar ahora ¿Dónde están las faldas?, de autor.

Si todavía me estoy riendo de los trajes de la goyesca, ¡que medias, Dios mio! El lucido por Morante en su primera penosa actuación en Madrid fue para procurar no mirar, El de Talavante en la epopeya según San Bartolo a los pigmeos era de puerta de Iglesia, de limosna pequeña no sea que le sentase mal.

Deseo a Chechu una pronta, indolora y completa recuperación.

Chechu se presentó con traje de figurante de una adpatación musical de Carmen de teatro alternativo de bajo presupuesto. Horrendo.

Madrid no merece respeto ni por parte de los principales actuantes, es lógico que sea así, el público de las Ventas nos se diferencia en absoluto, salvo un conjunto de medida nula, del público de corrida incruenta en Denver (Colorado). Por eso vienen vestidos de gualtrapas, de pordioseros o de figurantes de music-hall.

Algo me dejo, que no me quiero dejar de este público aleccionado. Aunque no lo parezca estoy de acuerdo, de modo incondicional, con Abellán: Ese grito: “¡Picador....qué malo eres! Como broma podría pasar, que no debiera, una vez; de modo sistemático suena parecido a ese “¡Eheeeeeee...cabrón! Con el que el público balompédico obsequia al porteo rival cada vez que se dispone a sacar en largo. Ciertamente penoso y estúpido grito, dicho está.

Cambio el tercio.

México me gusta, me gustaría ir allí alguna vez en mi vida. No se la causa pero el norte de México ha ejercido siempre una gran fascinación sobre mí. Quizá fuese mexicano en mi vida anterior, siendo así que mi propia gente me ha confundido a veces con uno de allá. Nada tengo contra México y si todo a favor.

Saldivar tuvo la originalísima idea de vestirse mal, no tan lamentable como los reseñados anteriormente pero casi. Vino vestido de subalterno. En un momento dado, tremendo, se arrodilló frente al mefistófeles de opereta que nos cupo en desgracia en su turno y el respetable claudicó. Su faena tuvo mas efectos especiales que una película de Fu-Man-Chu. En lo fundamental nada, aunque lo fundamental es la oreja, oreja que contribuye aun mas al estrechamiento de los lazos de amistad ibérico-aztecas.

No permitas que tu patriotismo de bien nacido supere tu inteligencia. ¡Viva España! ¡Viva México! (pero la oreja de Saldivar fue una castaña pilonga).

Final: El prestigio de las Ventas, nada tiene que ver el nombre con el viento sino con la garrafa y las arenques, tiene aluminosis galopante, demasiado tiempo con tanto ladrillo pasa factura: ¡Qué se lo digan a España!. Propongo hacer lo que Rajoy, demolerla hasta los cimientos para edificar un Centro Multiusos Moderno, con 16 plantas para aparcamiento inferiores, hotel y casino en la planta baja, espacio cómodo y ecológico donde la Warner y la ÑBA puedan realizar, a plena satisfacción sus eventos y piscina, pistas de padel, campo de golf y helipuerto en la azotea.

¡Derruyan ya! ¡no prolonguen la agonía!.

viernes, 24 de mayo de 2013

Morantada



Dicen que un noble personaje defendía con ocasión de una cena la corrección de pedir disculpas siempre que cualquier actuación propia hubiese causado, incomodo, molestias o daño a otra persona, sin haber tenido intención. Defendía lo contrario un aguerrido periodista, invitado al ágape, venía a decir que las excusas, a veces, son mucho mas molestas que el silencio. Otros asuntos mantuvieron alejada la atención de ambos, hasta que el noble, digamos marqués, se levantó con violencia de la mesa y dirigiéndose al periodista le espetó. ¡Que diablos hace sobándome el muslo!. El periodista, sin asomo de arrepentimiento y en tono muy tranquilo dijo: “Disculpe el señor marqués, estaba convencido de que se trataba del muslo de la señora marquesa”.

Morante ofrece una excusa, una sola siempre, de cuya solvencia no duda el morantismo: “Para no torear es mejor abreviar”, una excusa añeja con sabor revenido para los morantistas, en labios de Morante, es un susurro sensual de la ninfa Calypso. Quizá, atendiendo la argumentación del periodista, pudiera ser mejor el silencio, un silencio acompañado de una mirada lánguida, pero sin complejos, una mirada inteligente, limpia de toda ira, de todo resquemor, de todo arrepentimiento, que exprese un sentimiento mas allá de cualquier frase, que cualquier palabra. Una mirada enmarcada por unas guedejas escapadas de una testa tan mal peinada, expresión de una filosofía primordial cercana al absoluto como la vida salvaje se acerca a la verdad.

Una mirada así, Morante la tiene, Morante es mejor actor que muchos cuya cara apenas tiene un registro, unida a un silencio sagrado del cual, el ídolo del pellizco, no sería dueño, sería emperador, haría babear de placer a críticos y palmeros, compañeros, panegiristas y veraneantes del taller de tauromaquia. No sería ya la frase mas cara en los oídos del aficionado de pantalón rosa, verde como variante, chaqueta entallada y clavel en la solapa: “¡Qué media de Morante!” (Morante es especialista en Medias, creo que Di Stefano las anunciaba), ni siquiera: “¡Qué bien habla Morante!”, sino “¡Que bien calla Morante!”. La intensidad orgónica del silencio del demiurgo llegaría a dimensiones cósmicas, un orgasmo en toda regla del ser vivo Universo, validaría sin necesidad de ulterior comprobación las hoy controvertidas teorías del doctor Wilhen Reich.

Hay otra verdad fuera del insigne orbe morantista, una verdad incómoda, una putilla, un fantasma, un alma que pena en la quasi-realidad, diría Charles Fort, pero que exige su trozo efímero de quasi-existencia, Una verdad que grita, aúlla  chilla, sin que se la quiera oír: “Morante no ha toreado, ni ha querido torear, ha traído sus toros debajo del brazo y se ha mostrado incapaz, ha vejado a la plaza, se ha reído de su público y se ha llevado incólume su aura de majestad”.

Hay una forma mejor de excusarse, sin poner caritas, ni afectación de filosofo de la Sorbona, Francia está de moda en el mundo de los toros: “Para no torear mejor no venir,”

Finito dijo que venía a despedirse, luego dijo que no. Espero que en Madrid haya sido lo primero: Adiós, Finito, Adiós. Perera puede dar tantas vueltas al ruedo como desee o como desee Molés. Allá él, como dicen ustedes, a mi los trofeos me dan lo mismo.

El resultado de un choque materia – antimateria no es, necesariamente la nada absoluta, El resultado de contratar a Morante, Finito y Perera es una media y una vuelta. Disfruten

jueves, 23 de mayo de 2013

Manfredi




El grito, obra de Edvar Munch, noruego, me subyuga, me siento atraído por esa ansia visual, inconmensurable, producto del miedo a morir, y por tanto, del miedo a vivir. El grito, en si mismo, es un demonio que el alma exhala en un esfuerzo divino por auto exorcizar a su proferidor. Quien lo emite turba la paz gregaria de la manada, da la alerta y la prepara a conjurar un peligro tenido por cierto. Peligrosos son los gritos como aquel que costó la vida, heroicidad innecesaria, “¡Al abordaje muchachos!” Durante la batalla de Iquique (Chile) a Prat y a dos de sus hombres. El grito viene a ser la nota discordante que quiere imponerse al resto de los poblanos del espacio sonoro, es, por tanto, un dictador, un invasor. Una vez que el grito atraviesa el cerco de los dientes se rompe la armonía y los vivos, las orejas según los egipcios, viven para seguirle o combatirle. Gritos que turban a la turba convirtiendo en indignos a los dignos cuando llaman a aplicar la ley de Lynch. A veces surgen demonios ridículos que acaban por ejecutar a su proferidor, como aquel “¡Viva Coblenza!” Contado por Louis Pawels en “El Retorno de los brujos”. Otras veces son la muerte en si misma, muerte que se abalanza sobre su objetivo de modo irremisible, el demoníaco Kiai paralizante.

Gritos.

No me gusta ir al siete, no comulgo con las prácticas injustas de sus dominadores, ya saben, para todos por igual. Nunca le digo a un torero lo que debe hacer o lo que debió haber hecho, no soy torero, del mismo modo que jamás me permito el lujo de decirle a un cocinero como se cocina ni a un mudancero como se carga una lavadora. Me gusta o no me gusta lo que ponen a mi atención, entonces expreso mi gusto o mi disgusto con mas o menos vehemencia o grito de puro cabreo si me siento estafado. Pero si profiero gritos en los toros y muchos. “¿Por qué están ustedes tocando el culo a mi toro? ¿Por qué lo están despuntado o inflando a hostias en el burladero? ¿Por qué insultan al dios coleándole?” Eso si lo grito, quiero que esos demonios persigan al infractor durante toda la función, al menos hasta que sale por la puerta al terminar (siempre permanezco en la plaza hasta que sale el último de los actuantes y el último de mis diablos, que se esfuma en ese momento).

Ayer gritó uno: ¡Se va sin torear!”, uno de tantos que gritan de modo extemporaneo, buscando un instante de poder, invadiendo extraño la generosa anuencia artificial de la generalidad docta e indocta. Su grito, su demonio, dicen que fue causante de un horrible percance, lo dicen muchos de ustedes, artistas del lenguaje, con epítetos sonoros vulgares, malsonantes que rechazan para sí, afean en otros y de los que se suelen blindar tras los burladeros de la exclusión o del ninguneo. Ya había gritado antes, mucho antes, en 1820, el rondeño Manfredi, si es que era rondeño, expulsando un demonio artero que dicen que le costo la vida a Curro Guillén: “¿A que no lo recibe usted?”, Guillén lo recibió. Manfredi y sus acólitos permanecerán por siempre en el imaginario taurómaco.

Han creado ustedes, enhorabuena, un nuevo demonio de la tauromaquia, un demonio traído a primer plano, causante de todos los males de la fiesta, representante de la inmoralidad de aquellos que silban y no aplauden en la plaza de toros de Madrid, execrable y techable según muchos de ustedes. Desgraciadamente este demonio tiene mucha peor pinta que el torilero obeso con traje de torear de comunión y barba de dos días contra el que bramaban ustedes ayer. “Yo soy aquel que ayer no mas decía...”

Hay un torero herido, es verdad, le deseo una pronta y completa recuperación lo mas indolora y lo menos penosa posible. No me gustan las cogidas, jamás las aplaudo ni pido tras ellas premio alguno, lo que hago es rogar por el torero.

Fandiño no me gustó ayer. No tengo gusto para esto.

lunes, 20 de mayo de 2013

Epopeya



Me siento a ver la epopeya, El Mahabarata, subtitulado en inglés, http://www.youtube.com/watch?v=bdVKve8UbDI. No leo en inglés lo fluido que sería de desear, me entero de menos de la mitad pero me gustan las imágenes, los decorados, el vestuario, las escenas de lucha son tremendamente infantiles, ¿recuerdan los Power Rangers? Los efectos especiales no van a la zaga, sabrosamente inocentes. Binha puede con todo y Arjuna hace virguerías con arco y flechas, ingenuidad no exenta de ornamentación recargada y ostentosa, al igual que el vestuario: ¡Hablamos de dioses, de reyes, de héroes!. Lo tengo que dejar, sintiéndolo, va a comenzar una epopeya, una gesta en directo, anunciada a bombo y platillo hasta con repetitivo comercial, mira que repiten y me repiten los dichosos anuncios. De las epopeyas comunes no se conoce la fecha, esta epopeya tiene fecha y hora 18 de mayo a las 7 de la tarde.

Las epopeyas tienen tendencia, querencia natural a comenzar mal, así comenzó. ¡oh Krisna feliz!, con el oficiante vestido de pordiosero, desaliñado y desmonterado sin venir a cuento. Todo parece dispuesto, los trovadores afinan sus laúdes, preparan su inspiración rogando a las musas. Se han venido contando historias terribles sobre los cornúpetas, terminator-persiodáctilos. Hay quién, como yo, han llegado a pensar que son carnívoros como el caballo de Diego Ventura, Atila del rejoneo. Cuentos de muerte, de contar a la sola luz azul de un hogar en invierno, uros mas fieros que aquel Pandereto que mató a dos leones, quimeras con forma de bóvido, temibles como aquellos que guardaba Gerión o como aquellos otros, alados, que compartían cuadra con los reptilianos sirrush en el bien murado palacio de Asurbanipal, aterradores como cuentos de la Santa Compaña, del Kraken abrazador, del Pájaro de Trueno o del voracísimo Piasa de ultramar. Flexípedes ferocísimos botón de muestra del poder de Mordor ¡San Miguel flamígero nos proteja!

Los clarines, atributos de Fama, llaman a despejar la incognita, ¿será la reencarnación de aquel en el que se convirtió Zeus para raptar artero a la divina Europa?.

La verdad: parece un novillejo.

Al desaliñado oficiante el terror de pezuñas partidas se le atravesó y, justa reciprocidad, el sacerdote tauricida le atravesó. (El segundo capítulo solo es una variante litúrgica del primero, en aras a la brevedad me permito su omisión). El enemigo no era tan imponente, las epopeyas son así, las fuerzas del mal no lo son tanto si se las mira con la mente limpia, la mente de Odín, el Padilla del Valhala o la de Shiva regenerador.

¡Felices inmortales, vosotros que residís en aéreos palacios, decidme (dimelo tu Iris, emisaria de Zeus)! ¿Qué enemigo sutil es mas poderoso en esta gesta? El viento, viento de Toledo, viento del linaje de Poseidón, céfiro creciente! ¡Oh olímpicos que sabéis hacer comprender a los hombres sin hablarles, pues les habláis con sueños y con imágenes! ¿Comprenderán la necesidad urgente de tapar con tapa de water la Monumental? ¿O tendrá Molés, cada vez que llueve, cada vez que se mueve un papel, que insinuarlo hasta la saciedad?.

Menor que el viento, subordinado en maldad, el siete de pendiente eliminación, es también oponente tonante, tonante como tú, Zeus Máximo que portas la égida, cuyos truenos no siempre ecuánimes atronan y cohíben el corazón de los débiles y de los no avisados.

A esta trimurte del mal hay que vencer: novillo, siete y viento.

¡Ah del castillo! ¡Oh el tercero! La faena al tercero, salvo un conjunto de medida nula, olía moderno a romero sintético al natural, ¡dioses del pellizco Romero, Paula y Morante, venid y contemplad!. Y con la izquierda se toreaba y, quizá yo viera alguno bueno pero como no soy aficionado veo mal, poco mas. El delirio, el regocijo. ¡Hermanos: la tarde se ha levantado, oremos! Ya los pañuelos dispuestos, enrojecidas las gargantas, como las de los animadores interesados de Mazinger Z, llega la hora, llega el momento, ¡Atended! ¡Mirad! ¡Soñad!...¡Callad!.
¡Entró, entró! (Diría Juan José Castillo) Pero el animalito, muy méxicano en el tipo, no cayó.
Con el descabello mal y mal y mal, como ven y ven y ven, pero en lamentable.
Y este el es final. Se acabó.

-¡A ver si se cree usted que todas las gestas van ser épicas!
-¡Hombre, yoooo...!
-¡Además, faltan tres capítulos!
-Ya, pero son repeticiones litúrgicas, ya sabe, los omito por brevedad.
-¡Alabada sea Demeter!
-¡Alabada sea!


sábado, 18 de mayo de 2013

Para todos por igual.



Qué pena de plaza, decadente, ha sido prostituida, ha claudicado. Las Ventas cuyo solo nombre hacía temblar y soñar a los toreros, respetada en el orbe taurino ha perdido fuerza, ha perdido el señorío, el señorío, como la honra, solo se pierde una vez.

Vino Morante y vino a aparejar, aparejó el peralte, Taurodelta tragó, parece, según las malas lenguas, Taurodelta no lo desmiente, que tragó luego con algo mas gordo, ¿será verdad que cinco de los toros fueron rechazados y que Morante y Manzanares dijeron que o esos o no toreaban?, ¿será?. Fuera el peralte, fuera el toro, fuera ese público malo que no sabe aplaudir. Páseme la carta de ginebras, por favor.

La plaza, mi plaza, La Monumental de las Ventas, fue ayer un Benidorm gigante, una reunión de snobs aparejados para la ocasión, dispuestos a todo con tal de triunfar, con tal de estar, con tal de aparentar ser lo que no son, y no dudo de su riqueza, dudo de sus afición.

Ayer no hubo toros, impresentables e indecentes novillos se presentaron a la atención del entendido público en productos Calvin Klein, ni el aparejador, ni el apolíneo, ni el gran maestro que confirmó fueron capaces de convencer ni a sus propios incondicionales. No era el peralte, ni era el elefantoro, quizá fuese el viento, ¡taponad esta vergüenza! ¡hacedlo ya! ¡sale un hedor repugnante a toreo moderno de ahí!. No supieron, pecado mortal de la tauromaquia moderna, lidiar a este público de dos orejas.

Algo de disidencia hubo, menos combativos con Morante de lo que en justicia debieron haber sido, casi silentes con el toricantano y algo mas agresivos contra el innovador del carbono al tungsteno. Alguna periodista, en Twitter, expresó su deseo, inconfesable pero confeso, de pegar dos tiros a los del siete, glorioso estilo Stalin, desde luego que eso aliviaría bastante la agonía hacia la total depravación de la pobre Monumental, sería una eutanasia de plaza de toros y un par de homicidios que no vienen al caso desde el punto de vista Pickwick.

El toricantano se mostró activo, deseoso de agradar, sin que me agradase en absoluto, cuestión de gusto por la colocación y el paso al frente, en el segundo se pegó el arrimón, eso se protesta habitualmente a los a los demás toreros, se conoce que Fortes tiene bula pontificia, a él se le consintió. Injusticia con los demás.

Manzanares, altivo, sobrado, alejado del toro hasta donde diesen de si culo y estaquillador, ¿el estaquillador es, también, de material de ciencia ficción?, toreó como solo pueden hacerlo los ases, los demiurgos, los iluminados, los profetas de la nueva tauromaquia, “un mandamiento nuevo os traigo: alejaos del toro para poder ligar”, descargando. ¡Descargad el corazón, hermanos, de las penas de este valle de lágrimas! ¡Creed! (Maestro, arrastro una pena muy pesada: ¡tírala inmediatamente!”)

Mereció Manzanares las tres orejas, el rabo y el indulto, no ya del toro, ¡de la reata, hasta la séptima generación! El carbono poliacrilonitrilo funcionó perfectamente. ¡Ritorna Vincitore!. Cualquier otro torero hubiese escuchado un concierto de Teleman, maestro del viento. Manzanares no. No le dieron nada por culpa de la mala hierba que aun crece en los tendidos.

Morante vino, como dije, a luchar contra los elementos, es decir, contra le peralte y el viento. Ganó la pelea a la dichosa y fatídica cuesta, la empresa se subió la falda. Al viento le ganará, como muy tarde, tres años antes de los Juegos Olímpicos. Ole por Morante, genio, monstruo, fantástico, magistral, ínclito, … ya, ya pasó. El bouque de esta ginebra recuerda el aroma de lago Constanza a comienzos de la primavera ¿no le parece?.

El público de Morante es un público pastueño, embiste siempre por derecho y es de nobleza sin par. Morante comenzó toreando al público con el capote, respondía bien, era digno de verse como las verónicas apartadas, inclonclusas, se jaleaban como si fuesen el summum del arte de torear. Si tuviese que poner un apodo al rey de los toreros del momento, le llamaría “ El Tormenta”, indefectiblemete el olé se oye antes de que se vea el pase. Ya saben, la amenaza es superior a la ejecución según Aarón Ninzowich.

El quite, los tres quites, la monumentalidad en el oficio de torear, risible en cuaquier otro coleta, para el cómodo público de ayer fue lo mas en la profesión. Al caso: El banderillero se ve a merced del toro, cogida segura, el toro, un domecq que hace honor a su casta, se para, de veras que se para, en ese momento Morante sale corriendo como alma que lleva el diablo y tira el capote a la cara al toro, Morante no deja de correr hasta las tablas ¡Qué quite! Cuando vaya a afear esa conducta a los pobres banderilleros, a los toreros de poco pelo o a los novilleros principiantes me acordaré de esto y me callaré. Para todos por igual.

Morante no encontró forma de cortar las orejas al público, no fue culpa suya, sería culpa del viento, mató del repugnante modo acostumbrado y se fue. Dejó mi plaza aplanada, y su honor y su señorío, el de la plaza, vejados. ¡Que grande es Morante!

Ahora que Francia es el referente del conocimiento y del gusto por el toreo no estaría de mas recordar el lema de la Revolución: Libertad, Igualdad, y Fraternidad. Para todos por igual.

¡Oiga, esta ginebra está asquerosa! ¡Sáquenla de la carta! . Cárguelo a gastos de representación, por favor.

martes, 14 de mayo de 2013

La buena compañía.




Viernes, los compañeros invitan a cerveza, no les puedo, ni les quiero defraudar. Llevan mas de dos meses sin cobrar, nos les queda dinero, solo les queda ánimo y, quizá, para pagar la invitación. El mundo de los triunfadores da ganas de vomitar. Acepto su invitación amable y sincera. No haber aceptado hubiese supuesto un desprecio inmerecido que no les sacaría de pobres.

¡Alabada sea Demeter! Hablemos de otros asuntos, naturalmente con el telón de fondo de la odiosa penuria, y bebamos. ¡Qué la fresca y amarga cerveza quite el amargor de las otras penas!. ¡Otra! Pongamos los miedos en modo hibernación. Marga, como la marquesa Eulalia, ríe, ríe, ríe.



Al oir las quejas de sus caballeros
Ríe, ríe, ríe, la divina Eulalia,
Pues son su tesoro las flechas de Eros,
El cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.

¡Ay de quien sus mieles y frases recoja!
¡Ay de quien del canto de su amor se fíe!
Con sus ojos lindos y su boca roja,
La divina Eulalia, ríe, ríe, ríe.

(Era un aire suave, R.Darío, Prosas profanas)

Ríe y pide cerveza y es la reina sola entre un montón de varones, su risa cascabelea y reconforta. Se empieza hablar de todo, confidencias de ayer, expectativas de mañana, la mitad de la hueste ha desertado
Marga, digo con ánimo de torear, ¿nos vamos a los toros?. Pregunto suponiendo una cortés negativa, cuando no una risa de marquesa, de Eulalia que diga: ¡que tontería!.
Marga me sorprende, cualquier mujer lo haría, dice “si”. Un “si” rotundo, redondo, aplomado, absoluto.

Un “sí” tirano que no admite marcha atrás ni componendas y a su sí le doy el pecho y apecho con lo dicho: ¡Vamos!. Margarita no ira sola, irá Mariángeles también, bien por ella, ¿que jugador de ajedrez no se sentiría dichoso de ganar dos damas?

Tiempo de espera, Marga y yo tomamos asiento, alabada sea la rubia diosa, y una cerveza, diosa oye mis plegarias, recuerda lo de la cagalera. Mariángeles se ha ido a vestir de persona, venía vestida de trabajadora. Marga me pregunta quién torea, la verdad es que no lo se, nunca se quien torea, lo veo al llegar a la plaza.

Tratamos de buscar en Internet, no hay modo y yo no llevo las gafas, “Sí, por Dios, seguro que es un perro de aguas de pelo rizado” - “Mi querido amigo, ¿cómo puede estar tan seguro de eso?” Preguntó Watson “Por la sencilla razón de que veo el mismo perro en nuestra entrada” Dijo Holmes. “Tejela, Mora y Nazaré con toros de Los Bayones”, dije con aplomo. “¿Cómo lo sabes?” dijo Marga, “porque lo estoy viendo en la pizarra que anuncia la corrida en el Plus a la puerta del bar”.

Mariángeles se ha vestido a una velocidad impropia de una señora, me daban ganas de rogarla que tardase un poco mas para guardar las formas, Mariángeles, la metamorfosis la favorece, trae la sonrisa en los labios y estos y la garganta secos. ¡Una cerveza mas, por favor! ¡Diosa es tu tarde, honor a ti!.

¿Vamos? ¡Vamos!




La tarde está preciosa, incluso hay ambiente cuando llegamos a la plaza, nadie en la taquilla, excepto los mirones de costumbre, fácil sacar una entrada cerca de las nubes, sin colas ni aglomeraciones, pienso por la pinta que trae la tarde que tres cuartos de entrada algo cortitos.

Señoras, ¿son ustedes de secano o de regadío?, …, entonces hay que abastecerse a precio de prima de riesgo por debajo de los cincuenta puntos básicos, les ofrezco un paseo hasta el Oriente, y al Oriente fuimos a por avituallamiento. Cumplida la logística volvamos a la plaza. ¿De quien son esos jazmines que huelen a gloria? Si no fuese por los toros dan ganas de quedarse en aquel reducto de calle.

¡Mujeres! ¡Seguidme! ¡Al torreón del cuatro! Asaltamos el torreón con facilidad, sin apenas oposición. Arriba en el corredor bullía el ambiente, como, hasta ahora, no había visto en la temporada. Mi ventana estaba abarrotada, imposible acodarse en ella como de costumbre. Chicas: mirad si queréis, si os dejan. Y miraron.

La diosa exige tributo, lo exige rápido y ahora, sin dilación, sin excusas. Si no se paga ahora la gabela se pagará luego y se perderá un toro. Ellas tributan en su oficina fiduciaria y yo en la mia, cada uno en su lugar como manda la decencia

Mariángeles se impacienta, quiere entrar ya, a pesar del sol, ella manda. ¡Margarita, las entradas! Alquilo tres almohadillas al amable y entendido almohadillero del 4 y le saludo con respeto. Marga hurga, explora, sondea su bolso como buena mujer de modo enervante para cualquier varón. El resultado es la nada. La nada de no hay entradas, no las hay en los bolsillos tampoco.

Estamos en el limbo del espectador, ni fuera, ni dentro. Quizá hayan caído en la Agencia Tributaria de Demeter. Allá que va compungida y con poca esperanza. Mariángeles y yo revisamos de nuevo el bolso de la sorpresa, sin ningún éxito. En ese momento una amable pareja se dirige a nosotros con una amable sonrisa. “Dónde está la chica rubia con la que os estabais haciendo fotos hace un momento” preguntan, “¡No me diga que han encontrado ustedes la entradas!” respondo como un gallego. ¿Si? ¡Si! ¡Aleluya!. ¡Muchísimas gracias por su gentileza!

Margarita vuelve apagada, cabizbaja, “¡No te apures, mujer! ¡Tenemos las entradas!. Su cara se ilumina cuando le contamos lo sucedido. ¡Vuelva la alegría y para adentro!. En general la gente de los toros es buena gente, muy educada y amable. Muy lejos de la imagen de subhumanos sin escrúpulos que el PACMA, poco a poco, va haciendo asociar a los aficionados, además el aficionado, aun el simple espectador , tienen a gala ser así, amables y gentiles.

Dentro de la plaza hace calor, hay que escalar, lo hago lento pero con la pericia que da la costumbre, la costumbre de hoy, hubo un tiempo mas feliz en que iba al bajo, Gracias ZP., gracias Rajoy, gracias Rubalcaba. La plaza se presenta a mi vista como un horizonte circular, límite de escenario de un drama por jugarse. Mas de tres cuartos de entrada, no está nada mal.

Ellas me piden, interesadas, el programa, no van a ver los nombres ni el peso de los toros, ni aún la vida de los toreros, van a ver ¡si son guapos!. La deliberación fue corta, la decisión unánime, de ellas, ¡David Mora!. Eso daba a David Mora una ventaja de dos puntos, seguramente tres por simpatía.

Matías Tejela sí estuvo allí no le recuerdo, no recuerdo nada de lo que hiciera o dejara de hacer. David Mora fue volteado pero no cogido, con gran susto por parte de las chicas, cuyo grito me sobresaltó solo un poco mas que los que suele pegar Caballero como comentarista. Se libró David por muy poco e hizo, David, poco mas. Nazaré toreo en moderno, despegado y fuera de cacho templó con verdadero arte. Sus lances resultaban de cartel de toros, esa es la pura verdad, ese toreo le quieren muchos, yo no. Aunque he de reconocerle el mérito de no haberme desagradado del todo. Toros de los Bayones, uno devuelto y poco mas.

Marga, a mi lado, sufría a cada lance, a cada colada, a cada embroque...los toros, aun la corrida mas sosa, esta lo fue, son emocionantes y esa es su grandeza y su razón de ser.

Se acabó.

Ellas salieron francamente contentas, yo también de su compañía, se hicieron ánimo de volver.

¡Gracias por todo, chicas, fue un placer!

Mi Silvia, mi chilena, me está esperando, con una sonrisa, con un beso y con la cena.
¡Te quiero, chilena! ¿Por qué no eres taurina?.

sábado, 11 de mayo de 2013

Reiteraciones: primera de la isidrada.


Me dispongo a ver la retransmisión televisiva de la corrida inaugural de la Isidrada. Antes, por casualidad, atiendo un reportaje antiguo de toros, va mostrando los intríngulis del reglamento taurino de 1962, reglamento casi perfecto, que el de Corcuera (Corcuese), promulgado en 1992, vino a derogar y a prostituir. Se quejaba un monosabio de una multa recibida por hacer un quite a un picador, daba demostración por ello de la infinita torpeza de los reglamentadores y de intrínseca maldad del mentado corpus legal. ¡Salvar la vida a un hombre! ¿Qué mayor caridad?.

Imaginaba yo al técnico de las fotocopiadoras del parque de bomberos salvando al sargento de un incendio producido en el propio parque, se sube a la escalera antes que nadie y rescata al mando. ¡El destacamento de bomberos ha quedado como el culo!. La policia que investiga el caso propone varias sanciones para el fotocopiador: por intrusismo profesional, por uso no autorizado de la escalera y por entorpecer la labor de los bomberos. Suscribo las sanciones, no se debe dejar como el culo al cuerpo de bomberos, ni al de subalternos.

Los monosabios no son toreros, no están en la plaza para torear, son mozos de caballos, en el momento en el que actúan debe haber reglamentariamente, salvo causas de fuerza mayor, seis toreros en el ruedo, obligación y honor de los coletudos es hacer el quite a cualquiera de los actuantes en peligro, no son recortadores, para eso tenemos a Rajoy. El reglamento de 1962 prohibía los recortes incluso a los subalternos a los que exigía llevar al toro a una mano y por derecho, salvo, en ciertas circunstancias, indicación de su matador.

Comienza la transmisión del previo de los toros, destacable la explicación artístico-técnica, incluida una sui-géneris teoría de colores, sobre la indumentaria goyesca, ¡qué cachondeo!, concretamente sobe las vomitivas medias negras obligadas a exhibir a Morenito de Aranda el pasado dos de mayo. Se explica el modisto con magisterio, autoridad y conocimiento, a pesar de su aplicada y aplomada perorata a mi me siguen pareciendo una mierda como un castoreño de grande, si siguen innovando de ese modo voy a tener que tomarme un almax cada vez que vaya a los toros.

Destacable, también, la gran opinión que el ganadero tiene de si mismo y de sus toros, opinión que, de confirmarse, es el seguro de una corrida perfecta. Los ganaderos, en general, parecen pertenecer a la clase de Florentino Pérez, Butragueño dixit: son seres superiores.

Había visto yo, a través de la página oficial de las Ventas, el encierro para hoy, bien puesta de leña, gordos los grandes, escurridos los chicos, alguno anovillado de cara, si ustedes, ganaderos, me permiten semejante insulto.

Abierto el portón se inicia el paseíllo, los paeillos en las Ventas suelen ser, mas que desfiles marciales apropiados para lucir la torería, la majeza. La gallardía y la disposición, no pasan de entrada de funcionarios en el Ministerio, tienen el mismo empaque y casi la misma impronta.

Vino mal vestido Urdiales, él sabrá por qué, quizá su modisto quiera explicarnos su arte y demostrar mi pésimo gusto en tanto a vestiduras toreras, quizá no, quizá vistió de subalterno a Urdiales para que pasase un tanto desapercibido. No se.

El primer bichejo en el ruedo, menos trapío me pareció que en vídeo de la plaza, tocan picar y la vergüenza cae sobre los toreros, ¿recuerdan a los bomberos del cuento?, el toro gira y comienza a embestir de tablas para fuera por babor, por el lado descubierto. ¡Salvad al picador! ¡Salvad al caballo! El técnico de fotocopias, rápido como una centella, colea al toro. ¡Deje usted al toro! ¡Hagan ustedes el quite! ¡A la mierda. Coño! ¡Fuera de mi plaza!.

A Molés esto el importa un carajo, se la suda, hablando en plata, apunta, (y todo a media luz, atmósfera interior, el suave terciopelo...) que en esta plaza no gusta que toquen al toro, y (¡qué padre no se siente orgulloso de su hijo!) que en Francia eso no les importa. Personalmente me importa tres cojones lo que les parezca bien o mal a los franceses, taurómacamente hablando. Disculpen mi lenguaje audaz, soez, mal sonante y desvergonzado que refleja el sentir de mi alma de no aficionado madrileño. Madrid, señor Molés, es cátedra y catedral del toreo, no busque, que no encontrará, en el exotismo de los civilizados vecinos afición mas conocedora y apasionada.

La Francia taurina, ha sido educada por ustedes en esa curiosa tauromaquia, ligera, devirtuada, popular y bullanguera que usted propugna transmisión a transmisión, gracias a los dioses de los toros, alabado sea Poseidón, aun no es el público francés el árbitro de la excelencia taurina, lo será con ese empeño que ponen ustedes.

Pasemos de puntillas, no hagamos ruido, seamos considerados con la intención de su modisto al vestirle de subalterno, sobre la actuación de Urdiales. ¡Ahórrenos el mirar para otro lado, no vuelva por aquí! (hay muchas plazas en Francia).

¿Hay algo mas antitaurino que colear a un toro? ¡No! Pero sujetar la cabeza del caballo en plena acción de picar es casi tan antitaurino. ¿Tienen Bula Pontificia los mozos de caballos en las Ventas?
¡Fuera de mi plaza! ¡Váyase usted a Francia, señor mio!.

Al público francés también se la sudará este aspecto de la lidia, a ellos lo que les importa es que el caballo vaya y venga de Getafe y el toro comience su singladura de mercante en Upsala (Suecia), les parece mas que suficiente, idóneo. Al señor Moñés tampoco le importa, no hizo ni mención.

Leandro es un torero de pellizco, Leandro es un torero de pellizco, Leandro es un tororo de pellizco. Leandro conquistó los bajos de El Golam, sí en El Golam hay altos tiene que haber bajos, si no es así hay que denunciar a los geógrafos por discriminadores, Los conquistó por derecho, mas bien por torcido. ¡Fuera de mi plaza! (Francia es un sitio muy bueno para torear).

Leandro es un torero de pellizco, Leandro es un torero de pellizco, Leandro es un torero de pellizco.
¡No hay huevos! ¡No me autohipnotizo! ¡Ayúdame Demeter máxima! (Libaciones a ti). Hartan ustedes, señores del Plus.

Morenito de Aranda quiere hacer las cosas bien y le salen mal, pero Morenito tiene algo muy importante, algo que me impide darle el pasaporte francés, Morenito de Aranda tiene a Luis Carlos Aranda y eso es mucho tener.

Luis Carlos, torero airoso, camina al toro, elegante, poderoso, confiado y suficiente, cuadra sencillo, fácil, en la cara, clava con los dos pies en el suelo y sale, tan torero, tan airoso, tan elegante, tan confiado y poderoso como cuando entró. ¡En pie! ¡Ole!

A la corrida le faltó emoción, Caballero no me sobresaltó ni una sola vez, eso debería ser noticia de portada. Mientras Leandro terminaba de perpetrar de mala manera al pobre astadod, Molés y Caballero se enzarzaban en la descripción, receta, alabanza y costumbre del gazpacho manchego, paradigma del arte culinario castellano, con perdiz, con conejo...Leandro les daba igual, esto aburre, esto no es Francia.

Caballero se hartó a ensalzar ¡Ayudadme para mantener la calma olímpicos dioses inmortales! La presentación del mas anovillado de los bureles, virtud de la arboladura que no de la hechura. Caballero confunde mástiles con estructura.

Terminada la corrida me di una vueltecita por el mentidero de Twitter, allí estaba mi amigo Mijarrilla. Mijarrilla sabe de toros, conoce tipos, encastes, reatas; valora sin emoción, no como yo, la conformación morfológica de los astados y su anatomía. Su probado conocimiento hace de su compañía una fuente inagotable de conocimiento. Mijarrilla, a veces, no sabe ni quien torea y no le importa, va a ver el juego de los toros.

Mijarrilla estaba discutiendo con un presunto ganadero, en Twitter todo es presunto, ganadero que le acusaba de no tener ni idea de toros y no de no conocer el significado de la palabra “Presentación” (olvidado nombre de mujer). Intervine, por supuesto que el presunto me aplicó la misma pomada. Debió leer mi filiación en twitter y me preguntó si yo entendía de toros o de rugby (la verdad es que de ninguna de las dos cosas, ni de la otra cosa). A mí vez le pregunté: ¿Y usted?.

Los ganaderos son seres superiores, tratan al mundo desde la indulgencia, como si el resto de los habitantes del orbe fuésemos sus clientes, en el sentido romano del término. En cierto sentido tienen razón, casi todo su mundo personal suele girar entre asalariados y clientes, los de la paella, la estancia gratuita, los favores...

El ganadero se siente insultado por el mero hecho de dudar de la buena presentación de la corrida lidiada. En general tienen los ganaderos el muelle de la sensibilidad muy flojo, deberían apretárselo un poco.

El presunto amenaza con retirarse largando un extraño adagio: “ El que calla y se retira jode dos veces”. Lo reiteró tres veces antes de que yo me marchase. Aplico su refrán: Él, como mucho, joderá una vez y no muy bien (tres intentos). Me despedí una sola vez pero me temo que el sonsonete en cuestión no dará ningún resultado, de hecho la chilena me mira con conmiseración.

¿El refrán no era: “Quién calla otorga”?. Buenas noches.

lunes, 6 de mayo de 2013

Sel-Service


Amaneció un día hermoso, sol y algunas nubes, excelente temperatura, ambiente amable. Sabía yo de las dificultades de mi compañero de fatigas taurinas para ir a la plaza en la tarde. Su nieta ingresada en el hospital, nada grave gracias a Dios, le exigía ser el transporte de la familia. La ausencia de mi hermano abogaba la natural vagancia e indolencia que me caracterizan domingo a domingo: él suele ser mi transporte.

Se daría un festejo mayor, en la emboinable catedral del toreo. Festejo mayor titulado “Pre-Feria”, solo falta que al ultimo lunes de San Isidro se titule “de farolillos” (¡manda cojones, qué mal copiamos!). Disipó mis dudas mi esposa, compañera y amiga, con su inefable cachaza chilena: “¿No tienes lo que hay que tener para ir solito?” Decisión tomada: Iría.

Los dioses del toreo se apiadaron de mi soledad y me concedieron in extremis la alegre compañía de mi hermano, tras unas rocambolescas maniobras automovilísticas que no vienen al caso. Llegamos al aparcamiento de la Monumental plaza tapable, pagamos el canon al gorrilla qué nos indicó un lugar en el desierto, hombre mayor con dificultades motrices, curiosamente no nos pidió un cigarro, ¿estará dejando de fumar?.

Había que sacar la entrada, sencilla operación, aunque vista de lejos parece laboriosa en las taquillas puesto que en ellas se agolpa de todo menos compradores: mirones, carteristas, reventas, aprovechados...Con las entradas en la mano nos dirigimos a la puerta habitual, mucho mas cómoda la entrada por ahí que por la grande, sin tener que pelearse por el programa. La puerta que debiera estar abierta permanecía cerrada. Raro asunto, ya era la hora hacía tiempo.

Auguraba yo un triste cuarto de entrada y me equivoqué, entre cuarto y mitad y media en realidad, me saco del error un vecino de localidad con el que entablamos charla frente a dicha puerta, la corrida no se daba a las 6.30 sino a las 7 de la tarde, él también se había equivocado. Mientras intercambiábamos impresiones sobre las bondades de la cerveza, alabada sea Demeter, y la corrida anterior, observábamos las evoluciones de un toro telescópico, no se asuste Sr. Ordóñez me refiero a una máquina elevadora, colaborador necesario en la perpetración del tinglado del Arte y la Cultura, recuerden llevar abrigo y gafas y, sobre todo, la cartera llena y atada. Toro telescópico que estorbaba el deambular de los probables espectadores. ¿No había otro momento para trabajar en el tinglado?.

Rogué a Demeter y a los dioses todos para que se cayera el chiringuito, no hubo suerte, se conoce que los dioses en Madrid se echan la siesta. Además, los dioses están hasta los huevos de tirar chamizos en esa zona y tienen muchas mas cosas que hacer, por ejemplo dar cagalera a Rajoy y Rubalcaba sin que se enteren , ¡sed bendecidos, Olímpicos!

Las puertas del coso hermetizable de la calle de Alcalá se abrieron de par en par para recibir a sus clientes, pocos clientes a fe pasaron la puerta del torreón del cuatro, recogimos el programa, agradable sorpresa: el cartel de toros era de cartel de toros: precioso. Me encantó. En el interior del programa una curiosidad por al que hubiesen peleado los antiguos aficionados: ¿Qué tiene mas valor, que da preeminencia? ¿La alternativa en otro lugar o la confirmación en la sombrajable plaza?
Antiguos aficionado madrileños hubiesen protestado vehementes: ¡El toricantano 1º y 6º; nunca 1º y 5º! Pero ahora da igual. Lo realmente importante es el pase de callejón, el enclasamiento y la toreabilidad.

La ventana que da al patio de caballos es una atalaya impresionante, uno casi puede leer, casi puede vivir, los tejemanejes ocultos, las relaciones primarias de una manada humana. Apenas el poderoso se dirige a los picadores, a los cuales si se dirige el interesado. El gañote espera con paciencia digna de otra actividad su pase de callejón, aquel alardea de su libro junto a una señora, los policías nacionales mean, el jurado que parece al mando se afana de un lado a otro en cualquiera sabe que, mientras el mozo de cuadra lleva los atalajes de los caballos de alguacilar el auxiliar de puyas transporta las varas armadas de a pocas cada vez, aquel otro operario riega relajado la arena del patio, los varilargueros se fotografían, al torero frente a la capilla todos le ignoran. Curioso patio de venta, a veces patio de cuartel, a veces Venta de Monipodio. ¿El personaje del patio?, ¿La figura central? ¡Anderson Murillo! Sin duda ninguna.

Una vez escalado mi escaño de protestar, comenzó la corrida, su paseíllo, su tercio de varas penoso, los dos distractores del toro en el burladero del seis aburriendo al personal y tratando de desgraciar al toro a base de hostias contra los pilarotes del burladero: lidia normal. Llegó el tercio de banderillas, el confirmante confirmó su intención de hacernos padecer, de su parte, el tercio de banderillas. Hubo un tiempo en el que el último peón abandonaba el ruedo, se tapaba, cuando el matador ofrecía las banderillas a la concurrencia y el tercio, en pleno, era competencia del matador, en ese tiempo el matador no tomaba el olivo, ni se escondía en el burladero, jugaba con el toro, hasta pararlo y poderlo. Era otro tiempo.

Esto que relato no hizo del tercio de banderillas al primer toro el tercio de banderillas de matador mas lamentable, desde hacía mucho tiempo, en el sombrerable ruedo. No. La ejecución fue mas execrable aun. Mi madre fue una señora humilde, muy querida y apreciada, aspectos constatables, ya es mayor y padece dos de las mas terribles enfermedades de estos tiempos. Feliz día de la madre a ti, mamá, y a todas las madres.

¡No tenéis madre! Dijo el espectador a los que aullábamos semejante mierda de tercio. La tengo, no le quepa duda, pero las madres nada tienen que ver con esta porquería de tercio. Que el toro se paro de fea manera en los dos primeros pares, estoy de acuerdo, que no supo su matador solucionar el problema y que su actuación fue horrenda convenga, contradictor, en ello, sin que su madre tenga en esto, como ya he dicho para todas, más que mi felicitación.

Oliva Soto, en el segundo, inició bien el trasteo, pero se fue apagando hasta la extinción. Aceptable. Vuelva por aquí, le recibiré con cariño y, aunque no lo crea, con ilusión.

Llegó Esaú. Publicitado y autopublicitado en las redes sociales, Esaú cuaja vaquillas como el que lava, al decir de sus palmeros. Esaú gusta de jugar con los caballos, los mueve con tacto de rey: al 6 (C6AR, Cf6) no, no, mucho mejor al 5 (C5CD, Cb5) mejor nos volvemos al 8 (C8R, Ce8) y el toro fue, que mala leche tiene el toro, a ser picado donde había que haberle picado. Es bonito y pintoresco mover los caballos, supongo que lo aprendería de Esplá. Pero semejante acción demuestra las fuentes del saber de Esaú: Philidor, maestro del arte de trebejar con belleza y Eugenio D'Ors en el arte de complicar.

Vino Esaú a la puerta, mientras esperaba de rodillas unos turistas brasileños se hacían una foto de grupo con un Ipad, esa es la verdad de la emoción. Se están poniendo ustedes, de acuerdo, pero en esto y en casi todo, se están poniendo demasiado lejos.

Al acabar la faena, vista la escasez de aplausos, Esaú se cabreó, supongo que con su picador y con el público como yo. ¡Picador culpable! (supongo que ya estará usted acostumbrado). Por cierto que lo de Núñez fue un tuti-fruti entretenido, unos parecía que iban y no, otros parecía que no e iban. De todo hubo en la viña del señor, característica común, todos tomaron las varas a regañadientes a contraquerencia, creo recordar.

Entre el tuti-fruti y el maremágnum lidiador que se producía casi constante una denuncia: cubran ustedes a los caballos a la salida, ustedes no están en la plaza para decorar sino para quitar, por eso están seis de ustedes en el ruedo, no para tomar el sol. Reconozco que son ustedes muy ornamentales, pero se espera algo mas. Protegen ustedes tanto a los caballos como el gorrilla supraescrito, un gorrilla tiene tanto derecho a estar supraescrito como cualquiera, defiende nuestro coche en el aparcamiento. Sería deseable y conveniente recordar que el primer tercio no es un trámite, ni el hermano menor de los otros dos tercios, sino la exaltación del arrojo y del valor, la constatación de las ganas de torear y la medida del toro. No es el primer tercio ese invento moderno exportado a Francia del caballo que va y viene de Getafe y el toro puesto en Saigón. Por cierto, el primer tercio también demuestra el grado de conocimiento taurómaco de su lidiador.

El quinto toro, decíamos ayer, atacó con fuerza y derribó, derribó a un gran picador de otrora, Anderson Murillo, por el que siempre sentí un gran respeto y admiración, quedó Anderson bajo el caballo mientras el burel, por el lado de las tablas, corneaba al equino sin piedad. Yo temía por Anderson bajo la mole del caballo. Me indigné, nadie quitó al toro, nadie fue capaz, como debía, de lucir su habilidad, su arrojo y su torería en ese dramático momento. No, tuvieron que colear los monosabios. Toreros:¿No se ponen ustedes ni colorados?. Mi indignación llegó al paroxismo. Fitness, pesas, paellas, ensaladas, partiditos de fúbol sala, padel ...¡Un poco mas de torería, coño!

Arenas nos obsequió, nótese que sin haberle hecho nosotros nada, con un tercio de banderillas casi tan lamentable como el anterior. En dos pares se escondió en el burladero, en el otro tomó el olivo de modo muy poco edificante.

Por fin llegó el sexto, alabados sean los dioses, pero no fue el último, nadie en su sano juicio retiraría una alabanza a los dioses aunque lo estuviese deseando, a por el sexto se fue Esaú, a la puerta. El animal daba lástima, se la dio al Presidente y aunque el pañuelo verde le chirría que ensordece, lo devolvió.

Y Esaú volvió a la puerta, esta vez el jabonero estaba bien educado, no conocía a Esaú de nada, no habían sido presentados y el jabonero no acudió a la cita.

En banderillas ocurrió una curiosa jugada de billar, uno, ya lo dije, espera de los coletudos actividad en los quites en el tercio de varas, en el tercio de banderillas es lo corriente...menos ayer. Ayer el del capote vio que el toro hacía hilo con el compañero y en lugar de salir a cortar, salió ...corriendo a ganar el burladero antes que el desarmado compañero, de milagro entraron las dos bolas a tiempo en el mismo agujero. Indiferencia del respetable.

Esaú sabe que torea bien, sabe que sabe mas que nadie de toros, que tiene arte para dar, tomar y convidar a toda la vecindad, se lo dicen sus amigos de twitter y sus amigos no pueden estar equivocados y no lo están. Esaú, para desarrollar su arte, se coloca donde quiere: ¡tonto el que no aplauda! Y desde el mas allá engendra el toreo circular, una serie y otra y otra dignas de pedestal. ¡Pónganle uno en la Feria del Arte ese! Esaú concluyo su faena sintiéndose grande e importante ¡Qué sabremos los lerdos protestantes!.

Ante la petición de oreja de su familia, decidió dar la vuelta al ruedos, la silbatina era monumental, pero Esaú no recogía los pitos, sino los aplausos. Torería.

Alguien propuso el título de la crónica de la corrida: Presentación y despedida. No.
Mi título es: Self-service.

viernes, 3 de mayo de 2013

Goyesca.


Iba a los toros, otra vez, con ilusión y sin esperanza, La Feria de la Comunidad de Madrid, corrida de toros goyesca, echaba el telón con su día mas grande, antes, de teloneros, tres novilleros habían jugado una bien presentada y notable novillada de El Montecillo.

Era el día de pisar la arena, el escenario tantas veces contemplado y nunca hollado por mis pies. Lo hice por primera vez, alguna foto para el recuerdo y el propio recuerdo es lo que me llevaré. Allí estaba la banda, perfectamente uniformada, ofreciendo las piezas en buen concierto y allí las calesas, las jardineras, girando bruñidas el ruedo, tiradas por caballos enjaezados, ¡qué hermosos y curiosos los negros frisones, patas de percherón y baja alzada!.

Poblaban los carruajes aurigas y lacayos al pescante, majas y manolos el coche, vestidos mas o menos con tino, mas o menos goyescos, mas o menos de cuando Fernando VII usaba levitón. De repente la megafonía goyesca de la plaza nos invitó a despejar el ruedo, ¿no hubiese sido mejor invitación mediante un pelotón de dragones?. Abandonamos todos al son madrileño del pasacalle “Por la calle de Alcalá” de las Leandras.

Arriba, en el corredor del Alto, apoyados en el quicio del vano que da vista al patio de caballos, departíamos amistosamente sobre lo divino, lo humano, las señoras propias y alguna ajena. La casualidad hizo que viese entrar a Tomás Campuzano, todo señorío y torería paseando esa sonrisa amable que nunca perdió y siempre le caracterizó. Fue a la capilla, supongo que a animar a su pupilo. Recuerdo bien a Tomás Campuzano, le vi torear tantas tardes en aquellos veranos duros, de toros y público feroces, me gratificó verle tan bien. Entre las cosas que se tertuliaban, Luis Carlos Aranda. Dudaba yo, mal informado por culpa propia, su presencia en el coso, me contradecían demostrándome que estaba anunciado cuando me apercibí de él, allí estaba valiente, enjuto veterano, quién no hacia mucho se recuperaba en una UCI. Le jalearon a modo mis interlocutores, él correspondió con agrado. A posteriori me obligo a felicitarle tres veces: una por su recuperación, dos por la evidente mejoría y el éxito de su torero, y tres por los dos monumentales pares de banderillas soplados al segundo con un grado enorme de exposición ¡OLE!.

Contemplaba yo, asi mismo, de modo distraído las evoluciones de los picadores y los movimientos de los mozos de caballos. Curiosos goyescos con castoreño los varilargueros y chocantes goyescos los mozos de caballos con zapatillas de deportes digamos marca Acme, y dió la hora. Todo llega, incluso la hora de empezar los toros, entramos en el sagrado, aunque emboinable, templo de la tauromaquia poco antes de pitar. Apoyado en mi bastón de escalada iba, yo alpinista una vez mas, a alcanzar mi localidad cuando un espectador, contradictor habitual, me interpeló simpático: ¡Llegáis tarde, hoy no podéis protestar!, ¡Ya veremos si podemos! contesté sin amenaza.

Se inició el paseíllo, apagado, sin brillo, sin que los alamares rufulgiesen al sol, remarcando la presencia de los valientes, todo lo contrario, las filas tristes, tocadas de medio queso, mas parecieran dolientes que toreros. Medios quesos que desaparecieron hasta el nunca jamas como si el flautista hubiese dado libertad a a toda su cohorte de roedores.

Media plaza había al deshacerse el paseíllo, mas que media plaza: cuarto y mitad. Buen aspecto presentaba el siete, la sombra estaba desertada por el pelo entero y, en consecuencia, por el medio pelo, ni políticos, ni viejos toreros, ni magistrados, ni folclóricas, ni de las CEOEs, ni de las CEPYMEs, el Gran Mundo no estaba allí. ¡Bastantes problemas tiene el Gran Mundo!. Allá, en los altos del nueve un grupo de majas, de las acarreadas con anterioridad daban la única pincelada goyesca de verdad en un mar de piedra berroqueña y modernidad.

¿El vestuario de los matadores? Lo hubiese diseñado yo, enemigo visceral de estas patochadas, Morenito de Aranda, pasable a pesar de las medias negras; si quitásemos el medio queso, antes de que se lo quitasen ellos mismos o sea muy rápido y pusiésemos un longuiforme cono en su lugar, Ferrera hubiese sido un Augusto perfecto. ¡Gloria al diseñador! ¡Honor al Consejero!, si no nos hubiese dado tiempo sería también un Augusto ...pero sin sombrero. Aguilar lucia una extraña ropa interior de gala de ejecutivo agresivo, mas adecuado para la Picassiana incluso para la Kandinskyana que para la Goyesca. ¡Qué horror, por el amor de Dios!.

Comenzó la lidia y protesté, no recuerdo muy bien por qué, por hacer derrotar al toro contra el burladero o por convertir la lidia en una capea o por alguna tontería de esas, quizá solo para ir calentando la garganta. Una señora me reconvino: ¡Esto no es el siete!, Señora esto es el cuatro que también es un bonito número. Para mis adentros también pensé que el siete tampoco era el siete, pero eso me embarcaba en una discusión teológica mas de ron con Coca-cola que de cerveza.

Ferrera armó su show en banderillas, mal, mal y mal con resultado pésimo y faena vulgar dieron como resultado un asome de orejas por el burladero ente aplausos de sus incondicionales, que eran una barbaridad.

Luis Carlos Aranda, como dije, colocó dos pares a ley y muy expuestos, se desmonteró como no puede ser de otra manera. Morenito estuvo bien con su primero, me gustó su temple y su colocación, mi premio hubiese sido vuelta al ruedo, llegaba raspando a oreja y se la dieron. ¡Bien torero!

Pasemos de puntillas sobre la actuación de Aguilar, no es bueno molestar a un ejecutivo agresivo en ropa interior abstracta.

Ferrera estuvo sublime en el cuarto, tanto que el público, espantado del primer toro, le afeó poner banderillas, las puso, de todos modos, a pesar de la bronca, con la misma habilidad que en el primer toro: mal, mal y mal con capote. No está de mas ir sobrearmado al combate haciendo uno mismo de peón de confianza para colocarse al toro, Alejandro Dumas, mulato, se subía la pescante de su propio coche para aparentar tener un criado negro.

Ferrera, figura, cumbre y pedazo, ofreció su muleta a un espectador, hazlo tu mejor, pareció querer decir o sea: Ferrera es familiar de Bajatú. Reconozco en su faena de muleta algunos largos muletazos engendrados con ventajísima colocación y una maravillosa faena al público. Al público lo toreo de verdad. Oreja a pesar del bajonazo. Oreja de cuajada, figura, cumbre y pedazo. Fenomenal Ferrera le pongo en el Índice para no verle mas.

Morenito toreó al quinto. Sobre Aguilar solo decir: oreja. Lo demás que dijera podría molestar a un ejecutivo agresivo en ropa interior abstracta.

El resumen: tres orejas. Público blando que se venía abajo, Ferrera supo cuidarlo, darle su tiempo y su distancia hasta meterlo en la muleta. ¡Qué pena de plaza!.

Daos prisa en venir, sí tenéis curiosidad, esto se acaba.