¡Ah! ¡La danza! El arte de Isadora
Duncan la diva descalza. ¡La danza! Coto, finca, predio de la grácil
Terpsícore. ¡Bailar! Una mujer bailando es una fracción efímera
de la divina eternidad, fascinante e incomprensible. ¡Danzad
malditos! Haced que el tiempo se pliegue a vuestros giros. Si las
flores soñasen, soñarían que danzan.
Cuentan que ayer, fulminaron la
jubilación del Señor Muñoz Infante, hombre tan ocupado que olvida
su propio cumpleaños, hubo un baile, quizá fuera un baile, una
kermesse, une matinee , en honor del Señor Muñoz Infante, quizá
no, quizá solo fuese una simple casualidad. Baile hubo ¡y que
baile! dicen los que lo dicen y en Twitter lo dicen muchos.
Supongo que a Mister Tracy Tupman y a
Mister Samuel Pickwick les hubiese gustado asistir, de haberlo hecho
hubiesen constatado las costumbres, rancias costumbres, en los
corrales de lo que va quedando de la Plaza de Toros de Madrid,
aunque, posiblemente, Mister Samuel Pickwick se hubiese llevado un
par de hostias, mínimo exigible, por intentar tomar nota de tan
pintorescos affaires.
Se comentó, como he dicho, el baile en
Twitter, fue lo que debe ser un baile: de relumbrón. Un espacio para
lucir los caballeros trajes en tonos claros y la señoras vestidos
cortos, de Martini con ginebra, agitado o mezclado según el
particular gusto. Nadie debió informar al señor Molés de tan
espectacular evento, no lo comentó, eso le honra: es de caballeros
no hacer comentarios sobre ciertos sucedidos en las kermesses.
El baile, desde luego, entra dentro del
espacio Arte y Cultura por derecho propio. Supongo que pueden ustedes
celebrar este aspecto artístico-cultural a modo en el interior de la
jaima-grano casi adlátere al monumento neo-mudéjar, digan que van
de mi parte, a lo mejor les hacen descuento.
El Jaro comentaba ayer en twitter de
manera tosca, soez y maleducada sus impresiones sobre las bondades
morales y espirituales del público de Madrid, esos qué, como en el
Principio de Indeterminación de Heisenberg, saben y no saben de
toros al mismo tiempo o según convenga. Alguien debería recordar al
Señor Navalón, Don David (cualquier respeto es poco tratándose de
taurinos) a quien sirve y de quien cobra. La empresa debería tomar
nota para cuidar a su público.
Ayer se le podía hablar a D. David a
través de su cuenta, con educación, cortesía y diplomacia, yo lo
hice en ese sentido. Hoy, Don David, ha decidido encastillar su
valentía blindando la cuenta.
Los profesionales del toro claman por
un respeto que nunca ofrecen, deberían además de potenciar su
cuerpo con fitness, dietas, juegos y carreras, templar su alma con
ejercicios diarios de humildad, tomando nota del criterio de quienes
le van a ver y corrigiéndose antes de querer corregir. Las
declaraciones del señor Navalón, apuntalan mi creencia en la
necesidad de hacer una reforma urgente y en profundidad de la Ley de
Educación.
En la tarde vino Padilla, vino a
recibir la ovación de poco respetado respetable por su fuerza de
voluntad en su recuperación. Tengo una cierta curiosidad por saber
si, verdaderamente, ofreció al Señor Morante compartir la
incipiente ovación. Si fuese así debo alabar al Señor Morante el
gusto al declinar la invitación.
El Señor Padilla quiso poner
banderillas, lo hizo muy mal. Con todos los respetos y hasta con
doblones de cabeza, creo que el señor Padilla no está para torear
en Madrid. Me temo, respetos al máximo en ese aspecto, que el puesto
que ocupó ayer en la corrida mas importante del año, presencia real
en palco, lo debiera haber ocupado otro torero mejor puesto y
dispuesto.
Todo dispuesto, todo servido: lineas
rojas, contra la costumbre de la plaza, cuesta rebajada, toros
selectos a capricho, manos dispuestas al palmeo, gargantas afinadas
al olé temprano. Todo preparado, se avecinaba la tercera edición de
esta temporada de la morantada.
No me decepcionó la morantada, el
Señor Morante estuvo en su papel, Morante estuvo muy en Morante
acostumbran a decir muchos de ustedes, y el morantismo en el suyo.
Antes de engendrar el pase ya se iba oyendo el olé, el Eeñor
Morante estuvo como siempre, ya digo, aprensivo, precavido, cauto,
prevenido y medroso, tanto que D. Fernando Fernández Román tuvo,
para mantener el cartel, que echar una mentirijilla. Hizo el señor
Morante lo que de verdad sabe hacer con la muleta: abreviar, mató
del repugnante modo acostumbrado. Yo no sentí pellizco alguno, pero
creo que un cabrón de insecto primaveral me picó en esos momentos.
Perpetrado el toro vamos a otra cosa.
Que Talía ama a Morante lo ve
cualquiera, no hay mas que mirar a los ojos a la diosa, como le
envuelve en su manto de seda, como le acuna, como le mima, le
guarece, le protege y le acaricia.
Pero Morante abusa de Talía. Sentado
en el estribo, interpretando que espera a su enemigo, lánguido,
introspectivo, inocente, se diría casi avergonzado de su propia
soledad entre tanta gente, Morante calla, mira y sueña. ¡Qué
fabuloso histrión se ha perdido!.
Casi dio unas verónicas y unas medias
casi sublimes, inconclusas por falta de toro autocopiativo. ¿Quién
elegirá los toros al Señor Morante?. Con la muleta se puso
descaradamente fuera de cacho y aplicó el pico con tanta pasión y
tanto ardor, tanta torería y tanto estilo como cualquiera. “Deje
esas alforjas en consigna, son demasiadas para este viaje”.
Parte del público, ese público del
Principio de Indeterminación, parecía, sin ninguna razón que lo
justificase, estar hasta los huevos de tanta tomadura de pelo, alguno
osó afear la postura al dios. El dios, Morante de la Puebla, ¡en
pié!, todo originalidad, todo elegancia, todo respeto, todo torería
le contestó: “Bajatú” como contestan habitualmente en Madrid
los fehacientemente indocumentados patanes.
“Déjeme, Señor Morante, que me
pongo aunque el toro me mate, para dar de comer a mis hijos, por lo
que usted ha cobrado por sentarse en el estribo” ¿Cuantos pobres
hombres suscribirían esta frase, en esta España de miseria y hambre
a la que nos han traído los que saben?.
¿Sabe Señor Morante? Lo digno, lo
elegante hubiese sido decir: “¡Cobratú!” . No vuelva por aquí.
Casi se me olvida, lo tengo apuntado en
una nota: “hablar de Francia”. De Francia me gusta mucho Alphonse
Daudet, tuve el privilegio y la curiosidad de leer “Lettres de Mon
Moulin” y me encantó.
También adoro a Edith Piaft. (¿Que
coños querría decir yo con la nota?)
Un saludo, con toda la cortesia y
educación que soy capaz de reunir.
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