lunes, 22 de abril de 2013

Usía; tercera de las de la furgoneta.




Usía

Se caían, daban con su anatomía en el suelo, con estrépito, sin posibilidad de enmienda. Usía lo veía y callaba. La primera sardina se tambaleaba ¡qué magnífica sardina! De esas se cuajan veinte, los legendarios toreros, todos los días en los tentaderos, después de haber corrido veinte kilómetros, jugado una partidita de padel, y un partido de fútbol ¿será verdad que la carne de ese bicho, a la parrilla, no sabe a toro sino a sardina? A ver si algún día me invita un ganadero y lo compruebo, (Los banderillero calientan ahora, hacen estiramientos con mucho arte balompédico). Y Usía que sabe mas que nosotros, sabe porque ha estudiado, probablemente en un colegio de pago y sabe porque está asesorado. ¡Qué sabremos nosotros, oh dioses inmortales felices en vuestras estancias celestes, harapientos vociferantes, que no sepa Usía!

El minimalismo, una forma de arte para paladares educados, Usía fue educado, sin duda, si no fuese así, no hubiese sido Usía, no como los cafres beligerantes incapaces de la sensibilidad de comprender la excelsa verdad del mínimo arte, Usía comprende y se deleita con esta forma minimal de realidad. El novillo, híbrido de sifonáptero y de pilchardus, era mínimo, muy en el tipo del arte minimal de cuyas características era ejemplo sin par. No recordaba yo un animal tan mínimo en la techable plaza monumental, anunciado sin pudor y soltado sin protestas. Progresa la educación en el taponable coso, cada día hay mejores aficionados, cada día mejor educados en la tauromaquia 2.0 y el arte minimal. La educación no tiene precio, deber ser apreciada y yo la aprecio. Usía mantuvo en la plaza al mínimo ejemplar, sin hacer aspavientos como corresponde a la autoridad. El novillero interpretaba la 2.0 con arte y habilidad, pulsando los registros, acariciándolos mimando cada momento, utilizando cada herramienta taurómaca a su disposición: lejos, de perfil, descargando, aprovechando, hasta que la mínima expresión del bóvido rodaba por el suelo "¡C'est charmante ce toreador! Et je connais bien sur la tauromaquie, ¡Ne oubliez pas que je suis francaise, monsieur!" Salía el torero, como está mandado, blandiendo la espada al irse de la cara, la llevaba a una criticable posición de alto de reprobable esgrima y alabable tauromaquia 2.0, era un alto cruzado, llevaba en la punta la inscripción “aplausos” en ithildin renovado , como en la puerta de Moria, de tal modo que solo los aficionados y los corazones puros pudieran observarlo, puro corazón de puro aficionado como el de Usía, que aplaudiría si otro Usía lo hubiese hecho, aun no es el tiempo de que los presidentes aplaudan: ya saldrá la versión 3.0. Un perfecto bajonazo despacho la vida del microbiano.

Soltaron al segundo y se venía abajo, se desplomaba. Pero allí estaban bregando capaces los subalternos para cuidarlo, entre ellos Montoliú y allí estaba Usía para mantenerlo ¡Loor a Usía sagacísimo! Montoliú ocupaba la escena, la tenía toda para él, el excelente, el soberbio ejemplar de la noble estirpe de Isildur...(Perdón esto era para otro artículo alabatorio-taurino) implosionaba de modo astronómico. Montoliú lidiaba. No se si estaría o no estaría el genio, el monstruo, bueno entre los mejores de la 2.0.: Rivera Ordóñez, entre el nutrido gañote de la sombra, en el callejón, pero su sombra ya planeaba sobre las cabezas de los vendedores del concesionario. Faena sosa, ligera, deconstruida, muy del gusto del comensal moderno y del moderno aficionado. Pidieron la oreja los cultivados degustadores, oreja que Usía, a pesar de Usía, no pudo conceder. La presencia insultante de un buen número de feroces maleducados no-aficionados 2.0 lo impidió. ¡Hay que echarlos de las plazas! ¡Así no hay quien se divierta! ¿No puede, Usía, hacer nada al respecto?.

Los grandísimos aficionados, como Usía, tienen mas cosas en la cabeza que las que pudiéramos soñar los tristes y zafios alienados del impacto gutural, por eso, y solo por eso, casi se les olvida sacar a saludar al novillero, ¡Al maestro! Para el que solicitaron galardón (galardón que aunque ustedes, aficionados, lo pidan vehementes no les importa ni interesa). Hubo petición de vuelta al ruedo (por parte de su banderillero) abortada a base de pulmón por los no aficionados, los malditos infrahumanos.

Dejo a plumas mas competentes, mas insignes, mas habituadas al contacto con las paellas en las ganaderías y con mayor capacidad de loa, la reseña fiel, el tercero implosionaba también, de los toros tercero y cuarto

Llegó la hora del recuento, el recuento es fundamental en cualquier operación.
¿Cuántas cervezas quedan? ¡informe de munición! ¡Dos! ¡yo también dos!. Alabada sea Demeter, no hemos de ponernos a media ración, sigamos con el relato.

Del laberinto al treinta, salió el quinto, Quinto Máximo, un torito. Allí estuvo Montoliú ocupando plaza y atención para soplar un par superior de la antigua tauromaquia ¿quién la quiere? ¡Bah! Apenas hubo respuesta. El torito se rompió, pobre torito, se partió una pata y quedó inútil, terrible, odiosa estampa a la que se habrán lanzado con innegable placer, sedientos de sangre, las voraces pirañas antitaurinas. Los fenomenales aficionados requieren del novillero la inmediatez del alivio, sea como fuere, sin demora, de un sartenazo olímpico, ¡Oh dioses inmortales, cuidado con las salpicaduras! Carnaza de antitaurino. Sabe la esplendida afición que no es necesario preparar al toro a la hora de matar para hacerlo con un mínimo de seguridad...y de dignidad. La dignidad ya la tiene Usía y los doctos aficionados ¿A qué mas?. Y cayó el toro, Vishnu acoja su avatara en el paraíso de los bravos.

La sombra había llegado, gracias y primicias del último bote a los inmortales todos; del mismo modo que el aire de la ciudad hace a sus habitantes libres, la sombra de las plazas de toros hace a sus ubicados, aficionados por ciencia infusa, En la sombra planeaba una sombra, la sombra del ido sin pena de los no aficionados, revoloteaba rapaz las cabezas de los jurados del concesionario.

Llegaba el acto final, Usía estaría cansado de tanto mantener, de tanto sujetar, y el novillote del acto final dio en implosionar tantas veces que era negación per se, de la teoría del big bang. Usía, ¡qué grande es Usía! Dió en mantener de nuevo pero no pudo ser, llegado a banderillas Usía lo devolvió: ¡Mas sabrá Usía que nosotros! Y si sabía Usía, sabía del triunfo seguro, radical, inmaculado del triunfador de la feria: Florito Fernandez.

Llegó la repetición del sexto acto, acto del que no me quejaré ¿A qué quejarme, si todo es excelente, si todo está bien?

Todo acabado, caía ya la sombra sobre la sombra y cayo como una bomba el nombre del concedido, era el mentado de la sombra, nombrado entre abucheos. Usía, gracias a Usía, ha dado esplendor y luz a mi fiesta mas querida. ¡Gracias Canal + por informar educando! ¡Gracias Rivera-Ordóñez por estar en la sombra! ¡Gracias jurado del concesionario que ha dado en el clavo! ¡Gracias ganadero! ¡Qué buena tarde hemos pasado!.

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Lamento no haber podido dar explicaciones a un educado espectador que me interpeló, con acento francés sobre la devolución del toro: ¿Por qué este si y los otros no? - no lo sé, Usía sabrá.

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A Bajatú: No bajo yo a torear porque no hay traje que me enfunde, porque no tengo ni idea, porque me da miedo y sobre todo ¡porque no me pagan! ¿Satisfecho?

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Si sigo así voy a tener que poner un armario en la localidad para depositar todas las cosas, el kit del perfecto espectador: Almohadilla, neverita, binoculares, garrota (para apoyarme), ropa de abrigo, gorro anti sol, gorra de ir a los toros...







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